41: Destino

69 7 16
                                        

—¡Debes tener cuidado! —fueron las últimas palabras que Alfredo escuchó, antes de caer inconsciente como consecuencia del impacto.

Sumergido en un profundo silencio y disfrutando de una inexplicable ligereza en el cuerpo, sintiendo como los dolores provocados por los golpes durante el combate, han desaparecido; Alfredo no se encuentra seguro de cómo actuar, decidiendo abrir los ojos con mucha paciencia, para adaptarse a la resplandeciente luz de donde quiera que esté.

Pero su rostro no puede expresar más sorpresa de la que siente, cuando se encuentra con la mirada de Jordán que lo observa vacilante desde lo alto.

—Parece que te has pegado duro, tienes la cabeza como una roca para seguir ileso —menciona en una extensa sonrisa, agachándose a su altura para picarle la nariz.

Confundido, realmente confundido, no entiende qué está sucediendo; porque lo último que puede recordar, es estar hace unos minutos batallando, con la sonriente persona que tiene al frente jugando con sus rizos, mostrándose como si no recordara lo sucedido. Su vestimenta también es diferente, porque ahora solo trae algo casual.

Tratando de levantarse para estar a su altura, suelta un agudo grito al escuchar un fuerte bu cerca de su oído, paralizándose cuando unas delicadas manos rodean su cintura y aterrándose al pensar que puede ser la trampa de algún espíritu que no descansa en paz; como su abuela le repite cada noche, cuando termina asustado al escuchar algún ruido extraño por casa. ¡Y sí!, este chico también es muy asustadizo.

Sin embargo, el color vuelve a su rostro, cuando al voltearse se encuentra con la radiante sonrisa de Jerson, abalanzándose sobre su cuello y riendo emocionado, mientras restriega el rostro sobre su pecho.

Sorprendido y al mismo tiempo conmocionado, siente como sus lágrimas amenazan con salir al tener a dos de sus amigos cerca. Aunque esa posibilidad de llorar se congela, cuando nota que se acercan unas sombras hacia ellos, dejando ver las figuras de los demás muchachos que se muestran alegres al encontrarlo.

—¡Chicos! —los observa perplejo sin entender la situación, pues el lugar tampoco ayuda a entender qué está sucediendo. Largos pastizales se extienden a lo lejos, dejando una asombrosa vista de árboles a la lejanía que se alzan ante un iluminado cielo azul.

—Por tu graciosa expresión, imagino estarás preguntándote muchas cosas —Nicolás es el primero en hablar y en sentarse a su altura, acto que los demás imitan—. Solo puedo decirte que en el exterior la batalla continúa; sucede que Spero, ha utilizado su habilidad para detener el tiempo por unos minutos y entrar en tu subconsciente, conectándote con nuestros cristales.

—Eso quiere decir... —Jerson hace una mueca de estar pensando sus palabras—. Estás hablando con nuestras almas —para repentinamente, soltar un emocionado grito, riendo como niño de cinco años que se carcajea por cualquier cosa sin sentido; mientras los demás suspiran, pues aun no logran comprenderlo del todo.

—Eso significa..., que están..., mue..., muer... —Alfredo intenta completar su frase, pero las palabras se atoran en su garganta.

—No estamos ni vivos, ni muertos —David se adelanta cortando la ansiedad de su amigo, regalándole una sonrisa para que intente calmarse y no colapse de la emoción, o del asombro.

Esta situación es realmente confusa para entenderla rápido, no logra comprender qué está sucediendo. No sabe si calificarlo como un sueño, una ilusión o solo una proyección como Nicolás ha mencionado. Sin embargo, sí puede asegurar encontrarse realmente feliz, de volver a reencontrarse con sus amigos, como en los viejos tiempos.

—Y-yo..., yo..., estoy contento de volver a verlos —no puede evitar ponerse sentimental y soltar unas cuantas lágrimas, aunque se había hecho la propuesta de no hacerlo.

El Guardián de los DeseosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora