26: Nicolás

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—No es por nada malo, ni por asustarte; solo pienso debemos ser precavidos. Aun sospechamos que Spero y Exitium nos ocultan algo y para evitarnos sorpresas desagradables, es mejor mantenerlos vigilados.

Nicolás habla por teléfono con Alfredo, dándole algunas indicaciones que ha pactado con Jordán y Fernando, después de su último encuentro con el felino púrpura. Aunque la persona al otro lado de la línea, sigue escéptico a las malas intenciones de quienes considera sus salvadores.

—Todavía no he conseguido la información necesaria, sabes que este gato es más suspicaz que Spero, con quien tú al menos has logrado establecer un vínculo más cercano —una de las condiciones que pactó el trío, es no mencionarle a los demás, sobre el enfrentamiento con el minino y su repentina desaparición.

—Deja de estar preguntando y solo concéntrate en lo que he dicho, cuando nos reunamos en la noche, hablaremos con más calma —son sus últimas palabras, antes de terminar la llamada.

Dando un largo suspiro, nuestro chico del viento deja caer el teléfono sobre la cama, perdiéndose en el sonido de la agitada brisa, moviendo alocadamente las cortinas de su habitación; despertando la misma preocupación, por esa extraña sensación que ha estado perturbándolo desde aquel día.

—El sentimiento es el mismo, situaciones realmente malas se avecinan para los seis —presintiendo que la poca tranquilidad que rodea al grupo, está por desaparecer. Podríamos decir, es una habilidad que ha afinado, desde que se convirtió en guardián.

Sacudiendo la cabeza para no pensar más, en ese tipo de presagios que no llevan a ningún lugar, escucha un conocido claxon fuera de casa, respirando aliviado porque la respuesta ha sido rápida. Levantándose de un salto, sale al balcón para encontrarse con un automóvil blanco estacionado.

—Ojala estés listo, porque no pensamos esperarte ni un segundo más —una guapa morena, de rojiza cabellera rizada y hermosos ojos celestes, le sonríe desde la parte del copiloto.

—¡Apura!, nos espera un largo y muy agotador día de diversión —un joven de cautivadora sonrisa que, resalta su perfecto rostro de piel canela, junto a unos profundos ojos esmeralda y una lisa cabellera azabache; toca la bocina un par de veces, despertándolo de su fantasía y respondiendo con una señal indicando no demorará.

Colocándose los zapatos a toda prisa, se observa al espejo para confirmar no estar hecho un desastre y aceptar se encuentra presentable para una salida.

Alzando las manos y colocándose un poco de laca, se acomoda el despeinado cabello, cuando un objeto capta su atención. En su muñeca izquierda, cuelga una pulsera dorada con un pequeño dije, el cual hasta el momento, solo le ha causado muchos problemas.

—¡No tuve otra opción!, esa noche escogí convertirme en guerrero para reparar mi error —menciona en un tono neutro, soltando al final una sarcástica risa.

—Después de todo, ese tonto gato tiene razón, nuestros intereses y miedos primaron más que nuestros verdaderos deseos, ninguno ha escuchado la sinceridad de su corazón —reaccionando cuando nuevamente escucha el sonido del claxon y el llamado de su madre.

Saliendo a toda prisa para calmar a su progenitora y encontrarse con sus desesperados amigos, Nicolás deja atrás el recuerdo de una tranquilidad que hubiese deseado prolongar por tiempo indefinido; porque cuando las pérdidas y el lamento aparecen, por más que te esfuerces, no encontraras forma de recuperarlos. Y puede que quizá, tampoco tú puedas recuperarte, si no encuentras ese resplandor que renazca tus esperanzas.

Ha transcurrido un poco más de una semana, desde que Exitium mostró su verdadero rostro y sus viles intenciones; cuando jugó con las emociones de Fernando, para hacerlo revivir recuerdos que han sido su tormento, desde que decidió convertirse en guardián. Jordán también se vio afectado por esos juegos mentales, terminó perdiendo el control.

El Guardián de los DeseosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora