Capítulo 9

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La asesina de Terrence Graham se enteró por los diarios que lo habían enterrado, empezó a planear como quitarse la vida, a las internas las obligaban a limpiar las instalaciones de la cárcel, cuando pudo burlar la vigilancia de los guardias tomó del ácido con que removían el sarro de los inodoros, se dieron cuenta demasiado tarde pues echaba espuma por la boca. Les fue notificado a los Grandchester el acto macabro que cometió Claudia Adriana al envenenarse.

-¡Se pudrirá en el infierno!-comentó Eleonor

-Pobre mujer, realmente estaba desquiciada-dijo el Duque

Candy trataba de ser fuerte para consolar a Eleonor, por las noches después de que el niño se dormía ella podía desahogar su tristeza, extrañaba a su esposo pero en sus pensamientos reinaba Albert, no podía estar a su lado para cuidar de él pues sus suegros se hospedaban en sus casa y el Duque le decía como actuar.

Por fin le dieron de alta a Albert en el hospital y él pudo ir a lado de Candy, por prudencia le pidió a la señora Elroy que lo acompañara.

-Señora Candice, la busca el Señor William Andrew.

-Que pase por favor.

Eleonor no se despegaba de Candy ni de su nieto, era normal, quería a Candy como una hija, le estaba agradecida por haber hecho feliz a Terry todos esos años que estuvieron juntos.

Albert entró al salón del té y Candy corrió a sus brazos impulsivamente, él la recibió con ansias y acariciaba su cabello.

-Albert, ¡nunca más lo veré!

-Llora pequeña, desahógate-decía Albert besándola en la frente.

El pequeño Terrence se molestó y se puso en medio de ellos empujando a Albert y abrazándose de su mamá.

-¡No abraces a mi mamá!

El Duque y Eleonor se quedaron extrañados de la actitud de su nieto hacia Albert.

-Suegros, quiero platicar con Albert, iré al jardín con él, Señora Elroy, gracias por visitarme.

-Tenía pendiente esta visita Candice.

-Yo quiero ir contigo mamá.

-No hijo, quédate con tus abuelitos.

Albert y Candy fueron al jardín, el Duque de Grandchester se asomó por la ventana mientras Eleonor y la Señora Elroy conversaban.

Los rubios se alejaron de la vista del Duque, Candy miró a todos lados y se refugió en los brazos de Albert.

-¿Qué haré ahora? Mi suegro quiere que me vaya a Inglaterra con mi hijo, parece que Eleonor y él reanudaron sus relaciones pero lo mantienen en secreto.

-No te vayas Candy, moriré de tristeza si te vas.

-No digas eso, ¡ni se te ocurra morirte! porque eso si no lo resistiría.

Se miraron y se dieron un beso desesperado.

-Tenemos que ser pacientes Candy, en cuanto se cumpla el año podré cortejarte, si lo hiciera ahora seríamos señalados por todos.

-Lo entiendo Albert.

-Tienes que hablar con el niño, para que poco a poco me vaya aceptando, quiero que vengas a Lakewood, diremos que necesitas estar lejos de aquí porque todo te recuerda a Terry.

-Y es cierto, es como si en cualquier momento del día lo veré llegar, lo quise mucho, perdona que te diga esto.

-Lo comprendo tenías que quererlo pues era tu esposo.

-¡No quiero que mi mamá esté a solas con el Señor William!-gritó el niño.

El duque comentó: Llevaré al niño a pasear, necesita distraerse.

Se fueron en un vehículo.

-¿Qué pasa Terry? ¿Por qué esa actitud con William Andrew?-le preguntó el Duque a su nieto

-Porque los escuché conversar, mi mamá se entregó a él.

-¿Estás seguro de lo que dices?

-También se lo conté a mi papá y él se enojó mucho.

-Es por eso que Terrence no quiso que Candy le dé un padrastro a su hijo, ella le fue infiel con Andrew, No te preocupes Terry yo te vengaré -pensó el Duque.

Eres perfecta para mi CandyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora