Capítulo 12

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La señora Elroy asombrada miró a Candy quien bajó la cabeza avergonzada.

-Doctor le pido que me deje las indicaciones para cuidar de la viuda de Grandchester.

Mientras el médico hacía sus anotaciones Candy comentó: ¡Tengo que ir tras ellos! De seguro el Duque se lo llevará a Inglaterra.

El médico objetó diciendo: Señora Candice, usted no está en condiciones de viajar, el dolor de perder a su esposo la ha debilitado se puede notar en su rostro palidecido y en su delgadez, yo no aprobaría un viaje, se pone en riesgo usted y a esa criatura que se está formando en su vientre.

-Yo me encargaré que sus instrucciones se sigan al pie de la letra- estipuló La señora Elroy arqueando la ceja.

El médico partió prometiendo que regresaría al día siguiente para darle seguimiento al tratamiento de Candy.

No te cuestionaré sobre el padre del bebé que esperas pero por el tiempo que lleva tu embarazo seguramente es un Andrew, ¿Verdad que estoy en lo cierto Candice?

-Si señora Elroy, este bebé es un Andrew.

-En cuanto venga William se casarán, este niño debe nacer sin que haya escándalos o rumores a su alrededor, por lo que estarás recluida aquí en Lakewood hasta que eso suceda, quizás cuando el bebé tenga dos años se podrán presentar en público como la familia Andrew sin dar tantas explicaciones.

-¡Pero señora Elroy yo tengo que ir a buscar a mi hijo Terrence!

- ¿Y así dices amar a William? ¿Matarás al producto de tu amor con él para ir atrás de un hijo que goza de excelente salud y que por el momento no corre peligro?

-Señora Elroy yo amo a William pero mi deber de madre ...

-Tu deber de madre es no exponer al peligro a tu hijo que crece dentro de ti, ¿No te imaginas lo hermoso que será cuando nazca? Rubio como William, posiblemente con esos ojos azules.

-Esos ojos azules que tanto amo ¡Es verdad! también debo proteger a este bebé, cuando nazca Albert y yo podremos ir por mi hijo Terrence.

Albert llegó tan rápido como pudo de Chicago, la tía Elroy estaba en el salón del té con Candy enseñándole a tejer.

-Buenas tardes

-¡Albert!

Candy quiso correr a sus brazos pero la señora Elroy la agarró por la muñeca para que no se parara.

-Pequeña ¿Cómo sigues? En cuanto el médico te dé de alta viajaremos para buscar a Terry.

-Candice no puede viajar, está contraindicado para ella-intervino Elroy

-¿Por qué? ¿Acaso tiene alguna enfermedad crónica? Si fuera así con más razón viajaríamos para que le den tratamiento en Europa.

Albert notó que la señora Elroy no paraba de tejer.

-¿Tía cómo puedes tejer en estos momentos? ¿Qué se supone que estás haciendo?

-Estoy enseñándole a Candy a Tejer unos zapatitos para el próximo William Andrew

-¿Pero quién...? ¿Qué dices unos zapatitos para...? Acaso Candy...

Albert miró a Candy quien sonrió levemente, él fue hacia ella y se hincó agarrándole las manos-Candy ¿me darás un hijo?

-El doctor dijo que estoy embarazada.

-¡Candy me haces el hombre más dichoso de la tierra! ¡Te amo! ¡Gracias pequeña! Me llenas de felicidad.

Albert la besaba por todo el rostro, no sabía qué hacer con ella, la señora Elroy se aclaró la garganta-¡Por favor no olviden que estoy presente!

-¡Yo mismo haré la cuna! Es más ¡en todas nuestras propiedades decoraremos una recámara para él.

-Puede ser niña-

-No, el primogénito de William tiene que ser un niño.

-Oh señora Elroy, ¿Quiere decir que si es niña no la va a querer?

-¡Por supuesto que la voy a querer! Rosemary era mayor que William y la amaba como si fuera mi hija, solo que esta vez deseo que el primer bebé de William sea varón.

-Entonces hay que decorar las habitaciones con colores que no sean ni azul ni rosa-sugirió Albert entusiasmado.

-William dile a George que ordene todo para que se casen cuanto antes, este niño debe ser legítimo.

-Si tía, no podremos esperar el año de luto...

Pasaron los días y Candy se afligía por el pequeño Terrence, le escribía cartas, pero estas no llegaban a su destino sino eran interceptadas por el Duque.

-Mi mamá no me quiere, no vino por mí-Lloraba el pequeño

-Nos tienes a nosotros-trataba de consolarlo Eleonor.

El Duque de Grandchester presentaba a Eleonor como la institutriz de Terrence aunque de nada servía pues toda la nobleza de Inglaterra sabía quién era ella.

Empezaron con los preparativos para la boda entre los rubios, sería algo íntimo pues no querían rumores tenían que proteger el buen nombre de Candy.

Albert, en sus ratos libres tallaba la madera para la cuna de su bebé, también hacía hermosas figuras de animalitos para que le sirvieran de juguetes.

Candy lloraba por su hijo cuando nadie la veía, no quería que Albert se sintiera mal por su sufrimiento un día llegó a pensar: Si no me hubiese entregado a Albert... ¡Pero lo amo! y amo a este niño que crece dentro de mi, Pequeño Terry espero que algún día puedas perdonarme

Eres perfecta para mi CandyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora