Albert al mirar su cuerpo desnudo, no pudo contenerse y se acercó a ella para besarla quería saciar su sed con el néctar de su boca.
-No sabes cuantas veces he soñado con este momento Candy.
-Ahora es real Albert, yo trataba de no pensar en ti cuando él me hacía suya. Ámame, deseo que entres en mí.
Albert la recorrió a besos, no dejó ningún rincón sin acariciarla con sus labios, se fue desnudando poco a poco, Candy acarició su miembro y eso lo enloqueció por completo, ella no quería pensar en nada más pero cuando Albert la penetró sintió la diferencia, su amado la llenaba por completo, el trató de hacerlo lentamente para que se adaptara a él, ella gemía de placer cada vez que el entraba en ella.
-Te amo pequeña-decía mientras la poseía
Terminaron el acto de amor y se durmieron abrazados, el llanto del pequeño despertó a Candy.
-¡Mami! ¿Dónde estás?
Candy fue corriendo a su habitación, Albert fue tras ella, pero escuchó que el niño dijo:
-¡Quiero irme de aquí! extraño a mamá Eleonor, vamos con mis abuelitos. ¡No quiero estar cerca del Señor William!
-Hijo, estaremos por un tiempo aquí, este es un lugar muy hermoso, mañana iremos a cabalgar, estoy segura que te gustará montar un caballo.
-¿No son peligrosos?
-A tu papá le gustaba cabalgar ¿No te gustaría aprender a ti?
-Sí, ¿Quién me va enseñar?
-Albert
-Entonces ¡No quiero!, quédate aquí conmigo, ¿Por qué me dejaste solo?
-Quería que descansaras
-Me dejaste con una perfecta desconocida.
-Perdona amor.
Albert cerró la puerta, deseaba tanto que Candy durmiera a su lado, pero comprendía que el pequeño Terry era la prioridad para que se sintiera a gusto en Lakewood.
Al siguiente día Candy vistió al pequeño Terry, ella se arregló y bajaron al comedor, Albert los esperaba ansiosos.
-Buenos días Albert-dijo Candy con una sonrisa
Albert se puso de pie y fue alcanzar a Candy para ayudarla con la silla.
Les sirvieron el desayuno y Terry comentó:
-¡Esto sale asqueroso! Extraño la comida de mi casa.
-Es cuestión de que te adaptes, apúrate para que vayas a elegir el caballo que montarás-dijo Candy
-Terry, te regalaré el caballo que más te guste-le prometió Albert
-¡No quiero ningún regalo de usted!
Terminaron de desayunar y fueron a las caballerizas, el niño vio un caballo blanco y se acordó que había un retrato en su casa donde su papá estaba montado en uno similar.
-¡Yo quiero el caballo blanco!
-¿Entonces si quieres que te lo regale? -Preguntó Albert
-Sólo quiero montarlo
Les ensillaron los caballos, Albert se subió primero para luego ayudarlo a subir.
-No quiero ir contigo, yo quiero montar con mi mamá
-Montaré con él Albert- dijo Candy para no molestar a su hijo.
-Está bien pequeña, yo los seguiré
Candy se subió al caballo y el niño no quería que Albert lo ayudara a montar, por lo que Candy tuvo que estirarse para darle la mano.
Se fueron cabalgando y llegaron a la cascada.
-¡Mamá quiero nadar!
-Ahora el agua está muy fría, en verano es la época adecuada para practicar la natación.
-Entonces, ¿para que me trajeron a ver la cascada si no podré nadar en ella? Son malos. ¡quiero regresar!
Albert pensó: El niño me odia ¿Qué podré hacer para ganarme su cariño?
Nuevamente llegó la noche, Candy esperó a que se durmiera Terry, sigilosamente fue a la habitación de Albert.
Albert un poco preocupado dijo: Si se despierta llorará como anoche.
-Lo sé, pero quiero estar contigo por unos momentos.
-Oh Candy, he sufrido por no poderme acercar a ti, este pequeño es muy celoso.
-Calla y hazme tuya otra vez.
Ni dos veces esperó Albert que se lo dijera y nuevamente se amaron, Candy se fue a lado de su hijo después de yacer con Albert.
Al siguiente día visitaron el portal de las rosas, el niño quiso cortar una y se espinó, Albert rápidamente quiso auxiliarlo.
-¡Tu no! Mi mamá es enfermera ¿A quién se le ocurre sembrar estas flores tan peligrosas? Nada de lo que hay en este lugar me gusta, ¡Ya quiero regresar a Chicago!
Un Abogado le aconsejaba al Duque de Grandchester que secuestraran a su nieto y se lo llevaran a Inglaterra ya que tenía más influencias y podría ganar el caso de guardia y custodia del niño. Ellos empezaron a planear como llevar a cabo el acto.
Era continuo el rechazo que sufría Albert por parte del pequeño, pasaron dos meses en esa situación, el resistía todo por amor a Candy.
Albert tenía que ir a Chicago para reunirse con unos socios, la señora Elroy llegó a Lakewood para acompañar a Candy.
Candy acompañó al niño mientras jugaba en el jardín, vio que se acercó un auto, se bajó el Duque de Grandchester y Terry fue corriendo hacia él.
-He venido por ti, ¿te quieres venir conmigo a Inglaterra?
-Sí
-Tu mamá no querrá venir con nosotros pero si vienes conmigo, ella se verá obligada a seguirnos.
-Vámonos ya no quiero seguir en este lugar.
Candy se acercó a ellos, en ese momento se subieron rápidamente al auto, ella los persiguió corriendo. Se tropezó y se cayó al suelo
-¡Terry! ¡Hijo!-gritaba Candy desesperada
El niño en el auto abrazaba a Eleonor.
-Abuelita ¿Tú crees que mi mamá nos seguirá a Inglaterra?
-Si te ama realmente, si nos seguirá.
Fueron auxiliar a Candy quien estaba tirada llorando por el niño, rápidamente dieron aviso a Albert.
La señora Elroy tuvo que mandar a llamar un médico pues Candy se sentía muy mal.
-No le voy a mentir Señora Elroy, si la muchacha no guarda reposo, puede perder al bebé que está esperando-dijo el médico.
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Eres perfecta para mi Candy
FanfictionDespués de la muerte de Susana Marlowe, Terrence se libera de esa prisión y realiza su amor con Candy pero por cuestiones de la vida se interrumpe