PRÓLOGO

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Al final del día, solo estas tu y nadie más.

Dicen que la oscuridad es la peor enemiga del débil, y es por eso que Rote Hölle no era para cualquiera.

Un pequeño pueblo en crecimiento a las afueras de Busan- la ciudad de la lluvia- Rote Hölle se caracterizaba por albergar un mundo muy distinto; empezando por sus habitantes. La mitad de la población si no era algún asesino recién salido de la cárcel o ladrones, quizás se dedicaba fervientemente al negocio de la mafia o el trafico de drogas o personas, y en el último de los casos, tal vez solo iban por el hobby de la caza de animales exóticos.

Animales nunca antes vistos.

El pueblo guardaba un secreto, uno que todo aquel que llegaba de visita y escuchaba de él, terminaba por creer ante las pruebas.

Los híbridos vivían ahí.

Animales que en las noches de su celo se convertían en humanos primitivos, que solo guiados por sus necesidades de aparearse, merodeaban los bosques y alrededores.

El primer híbrido cazado en la zona, un hombre de 50 años aproximadamente, fue el primero en iniciar las matanzas y capturas. Contando a sus jóvenes captores relatos de su vida como lobo junto a la manada y los lugares a los que solían frecuentar, dio datos que le aseguraron su vida; claro que a costa de otras. Aquel hombre que traiciono a su manada y vendió a más de un ¨hermano¨, pronto olvido lo que era ser un animal. Se vendió a las grandes ofertas, al dinero y se convirtió casi en un socio más de todos los cazadores que llegaban en busca de nuevos trofeos; ese fue el fundador.

O como muchos lo conocieron, ¨fundador del caos.¨

Los híbridos que una vez vivieron libres en los bosques, fueron cazados uno a uno, extraídos de sus hogares, de sus familias y parejas, solo con el fin de obligarlos a civilizarse; a olvidar su cuerpo de animal.

Algunos tenían la suerte de ser llevados por personas ricas que le daban educación, pero otros, corrían con el peligro de solo ser puestos como juguetes a manos de enfermos.

Los alfas, por ejemplo, siendo de la escala alta de las especies, terminaban por lo general en manos de amos explotadores y mal tratadores. Quienes a mano de amenazas y torturas, buscaban doblegarlos para cumplir sus caprichos, fuera actuar como delincuentes de la mafia, ladrones, o como contaban muchas de las leyendas, ser futuros luchadores.

No era un secreto para los humanos que todo aquel poseía un alfa en su mano, tenia consigo no solo un fiel guardaespaldas, sino también una máquina de matar, y aunque escasearan mucho, más de un rico luchaba por conseguir el suyo cuando estos apenas cumplían sus 18 años; la edad de la madurez.

Es ahí, en esa época, cuando las especies definían siempre quien pertenecía cada rango.

Quien perteneciera a este último, prácticamente era considera como oro. Como una especie en extinción. Con su carácter rebelde, frontal y dominante, todo aquel que lograra doblegar al alfa, conseguía no solo un fiel perro, si no un asesino en potencia.

Mientras que los omegas, quienes estaban en el rango medio, eran los primeros en ser llevados al mundo más bajo. Gracias a sus pocas posibilidades de engendrar hijos sin un alfa, muchos hombres sucios se aprovechaban de ello y de su celo. Trayendo gente que se aprovechara de sus necesidades sexuales, poniéndolos a complacer a mujeres y hombres durante horas, o por lo menos hasta llenar el bolsillo de su querido amo; por lo cual se hacían acompañantes prestados, o de noche.

PERRO NEGRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora