La hago avanzar hacia la sala. Tratando que la lluvia no caiga sobre ella.
— Lo siento. — Musita en voz baja — No te había visto. — Dice, aunque ya era obvio.
— La sra. Miriam debe encontrarse en su habitación, si quieres yo... —Señalo a mis espaldas. Pero ella niega.
¿Por qué logra ponerme tan nervioso?
—Solo fue mi madre que le envió eso. Es un pequeño obsequio, nada del otro mundo. — Intenta restarle importancia, pero yo sé cuán entusiasta estaba al principio. Sonríe de forma espontánea, como si con ella pudiera comunicarse, y lo hace. Tan cálida y brillante que sin pretenderlo lo es.
Sus ojos ya no están sobre mí, están a mis espaldas. Deduzco que está la Sra. Miriam o Mandi. Unos brazos me rodean y Mandi se posiciona a mi lado. Sonríe ajena a todo.
—Hola soy Mandi. —Se presenta. Siendo gentil, como suele hacerlo. Me retiro, brindándoles su espacio. Y vuelvo a tomar asiento en el sofá después de dejar la cesta en la cocina.
Escucho como ríen y estipulo que se llevarán bien. Sus murmullos van acompañados de risas cómplices.
Mis dedos continúan ágiles en mi teléfono, distrayendo mi mente al paso de los minutos. Ha pasado aproximadamente una hora. Mi mente divaga en lo que realmente pensé que sería este día. Llevarla a almorzar y en cómo ha cambiado hasta ahora, la chica del subterráneo se presenta ante su casa y automáticamente destruye inconscientemente los planes.(...)
—Dann, no olvides sacar tu ropa. — Cierra la puerta tras de ella y se adentra a mi habitación, se que quiere decirme algo, la forma en que abre la boca y sus ojos me evaden. Algo anda mal y puedo deducir qué es. — Yo...—Lo sé. —Interrumpo, sus ojos verdes se cristalizan y la impotencia me invade. Detesto ver sus ojos llenos de dolor. Desde que mi padre se separó de ella hace dos años, carga con todos los gastos. Y con ello la preocupación y el desasosiego. — Yo tengo mis ahorros de los trabajos que les hago a mis compañeros.
—Tratare de resolver hoy. — Limpia las lágrimas con el dorso de su mano. Me acerco a ella y la abrazo lo que la hace sollozar más fuerte, siento sus vibraciones en mi pecho. La abrazo más fuerte queriendo reconfortarla. — No quiero gastar nuevamente tus ahorros.
— Si es necesario estaría feliz de dartelos a ti. Eso era lo que tenía reunido para salir con Mandi la semana pasada pero se canceló y terminamos caminando por el parque Roussette. —Intento convencerla, porque sé que lo necesita, que lo necesitamos.
—Si el diputado no me da la paga de tiempo extra que haré hoy lo tomaré, gracias cielo. —Sonríe, sus ojos suavizándose obteniendo la calma de unos árboles danzando en el viento. — Pero no olvides sacar la ropa y recoger este desastre— Señala la ropa tirada a mi alrededor. Mi rostro se contrae al ver platos y vasos sucios en el lugar, en la mesa del ordenador libros y cuadernos regados. Me da un beso y sale, dándome una última mirada de advertencia.
Ordenar mi cuarto es una travesía. Lo digo por la cantidad de cosas esparcidas, fuera de lugar. Usualmente me encuentro tan ensimismado en los estudios y Mandi, que no le dedico tiempo a mi dormitorio. Rosa y mi madre me regañan, sabiendo que son simples excusas. Si tan solo pudiera tener algo de tiempo libre. Fuera de la universidad, Mandi, trabajos que les realizo a mis compañeros por obtener algo de paga, biblioteca a la cual tengo que asistir a diario porque mi bajo presupuesto no me permite comprarme libros que específicamente exigen. Y es que eso representa mi cuarto. Mi caos. Mi desniveles económicos, amorosos y sociales. Las preocupaciones extras. Eso. Él. Mi cuerpo se tensa, la culpa me carcome y la decepción me consume. Me siento atado. Recojo la pila de cuadernos en un intento de ocuparme en algo, los ordeno: los míos y los de los demás. Me dedico a doblar mi ropa, a tirar en la cesta la sucia, a recoger cada uno de mis bóxer. Camino al fregadero con cinco platos apilados, seis vasos y dos tazas donde tomo mi café. Aquél que me recuerda la lluvia de afuera, los problemas y el insomnio. Mi compañero fiel.
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La tormenta en Montserrat
Teen Fiction"Con su caos logró darme calma, aunque con ella la paz signifique peligro."