La tormenta en Montserrat

Capitulo 8

- ¿Cómo me convencerás? - Pregunté aborrecido con la difícil tesitura.

- Sólo cantaré contigo. La canción es de mi ritmo favorito y me encanta esta karaoteca. - Habló bajito sonriente, a la vez seductora. Una sonrisa se instaló en mi rostro.  - Además -Agregó tomándome las manos. - Le debo estimación a mi personaje literario siendo una señorita un poco terca y usted es un vampiro algo singular. Por otra parte, según manifiesta su escritora, brilla como un diamante. Es su momento.- La pantalla alumbra centelleante de diferentes colores. Espera por nosotros.

Mi corazón latía con alta frecuencia. Sentía su palpitar en mis manos y garganta, como si pudiera tener el corazón en ambos. No era como si quisiera abochornarme frente a tantas personas. No sé en qué momento tuve en mis manos el micrófono, ni cómo sostenerlo si mis manos no dejaban de temblar. Pero cuando ella comenzó a cantar mi respiración volvió a lo regular. Era aquella mezcla de ternura y risas. Me reía de aquel cantar, de hecho me relajó. No tenía la mejor voz. De hecho, desentonaba demasiado. A pesar de todo hacía que cantar mal delante a todos se viera divertido. Seguía mi parte. Sé que ya venía. La canción trataba de lo liberal que era ella y como buscaba conocerse y encontrarse a ella misma, pero en su búsqueda se lo topó a él, y la acompañó. Comencé a girarla, la hice curvar su espalda, mientras yo hincaba una pierna en el suelo al son de la música. Me dejé llevar como si estuviera con aquel trapeador. Como solía hacer en casa limpiando. No dejaban de aplaudirnos, a pesar de lo mal que ambos cantábamos.  Corrió hacia mí imitando aquella parte de la canción. Te encontré. Nuestras miradas conectaron y olvidé por un momento lo que hacía sobre un escenario con personas a mi alrededor. Giró y lo hice con ella, porque no quería perder el contacto. Era increíble como se desenvolvía y su cuerpo con el mío hacían una excelente reacción, parecía que hubiéramos practicado todo antes. Eramos los peores cantantes, de eso estaba seguro, pero gracias a ella hicimos un gran show. Y lo más importante es que lo disfruté. 

Pensé que respiraba natural todo este tiempo, pero al finalizar, sentí como el aire me faltaba. 

No hace falta la perfección para la diversión. Lo imperfecto es divertido.

- Lo hiciste genial- Me abrazó de imprevisto. Estaba sudado pero no parecía importarle - Créeme pensé que no te atreverías.- Tomó el micrófono de mi mano.

- Yo tampoco, Eve. - Bajé del escenario exhausto.

- ¿Qué tal? ¡Nos saliste bailarín! - Interrumpió aquella voz que me acompañó minutos antes sobre el escenario. - ¡Me encantó! - Saltó en su lugar como si no se le acabaran las energías. Efusiva. Sus cabellos saltaban con ella y no sé que destellaba más si su vestimenta dorada o sus cabellos rizados, pero estaba seguro que ni las luces neón ni la enorme pantalla opacaban su belleza.

- Tu estuviste increíble.- Observo como sus pestañas se unen a sus pómulos y permaneces allí microsegundos que hacen el gesto aniñado pero tierno.

- Yo creo que alguien estaría orgullosa de tí. - Su mirada transmitía tanto. Me llevaba años atrás. Pero me hacía sentir bien con ello, no lograba incomodarme. Era como soltar esa cuerda de a poco. Me despego de una parte que no deja de dolerme.

- Gracias- Un recuerdo lacónico de las veces que cantábamos juntos por la casa cruzó por mi mente. - ¿Y tú, dónde aprendiste a bailar y cantar así? - Necesitaba preguntar. Su forma de bailar es mucho mejor que como canta. 

- Aprendí a celebrar la vida - Tomó asiento en un escalón del escenario. Me senté a su lado, aunque sabía que debía volver a hacer crepes. -Después de allí, todo viene en conjunto. ¿No crees?

Con ella mi cabeza queda hecha un meollo, en blanco. No sé que decir. Es mi causa y efecto. Yo solía ser quién dejaba sin habla a los demás.

- Supongo, yo la disfruto con un trapeador. - Me golpeo mentalmente por decir aquella barbaridad, no consigo el valor para mirarla directamente a sus ojos. Escucho su voz y tomo el coraje que necesito.