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Con todos los esfuerzos del mundo abrió los ojos y vio el techo de su habitación y sintió un poco resecos sus labios e, instintivamente, pasó su lengua por sus comisuras y saboreó el delicioso sabor a salsa y especies y pasta de la lasaña del día anterior.

-delicioso -susurró con una sonrisa.

Pero esa sonrisa desapareció al ver el reloj de su cómoda, que marcaban las ocho y media de la mañana. Y era a esa hora del desayuno.

-¡santo método científico! ¡es tarde! -exclamó mientras se levantaba de golpe.

Torpemente se colocó sus zapatos, su bata y guantes y salió disparado de su alcoba a la cocina. Demencia se lo comería, estaba muy seguro de eso.

Al llegar, el sitio se encontraba solo, así que aprovechó ese tiempo para comenzar a cocinar omellets.
Sentía algo... raro... tal vez fue el levantarse muy rápido, o... no lo sabía, solo sabía que el omellet de Demencia estaba por quemarse.

La cocina estaba a altas temperaturas, mientras los huevos yacían en la sarten, con queso y albahaca y al mismo tiempo el doctor/chef preparaba el café y la leche para sus compañeros.

Escuchó como los susodichos compañeros llegaban poco a poco a la mesa, saludandole con un buenos días.
En tiempo record, terminó el desayuno y llevó los platos a la mesa, donde estaba 5.0.5. medio adormilado, Demencia en su consola de videojuegos y a Black Hat leyendo el periódico, donde yacía la noticia de que el reino de Limónagrio sufrió daños por la explosión del rayo que les había comprado.

Vaya desenlace ¿no?

Todos estaban distraídos, pero era mejor para Flug, no recibió reclamos de la tardanza del desayuno.

Todos los platos estaban ya servidos y todos en sus sitios, más la atención de la mayoría aun estaban en sus objetos. Por cierto, Black Hat reía leyendo aquello del Limónagrio.

-5.0.5. -llamó el doctor.- anda, a comer. -lo movió un poco para que despertara, pues dormido se había quedado.

Gruño levemente el oso y se incorporó y tomó el tenedor y un vaso de leche.

-Flug, al acabar el desayuno, te daré los detalles de-

Todos guardaron silencio ante el fuerte sonido del vidrio contra el suelo. Las tres miradas mayores se fijaron en el oso, quien temblaba y mantenía sus ojos en un punto fijo.

-¿qué sucede? -preguntó Flug, siendo él el punto de mira del oso.

Y se escuchó un gemido ahogado por parte de la joven, quien ahora, con el jefe, mantenían la mirada sobre el doctor, lo cuál le incómodo.

-¿qué-é sucede? -preguntó, nervioso.- ¿temgo algo en la bolsa? -preguntó mientras llevaba su mano a su bolsa.

Pero hay un problema.

¿cuál bolsa?

Su piel, sus cicatrices, sus ojos, sus cabellos... estaban al descubierto.

Chilló al sentir su piel desnuda. ¡eso era lo raro! Maldición, entre lo de levantase rápido y el hacer el desayuno olvidó su bolsa. Y ahora sentía arder sus mejillas.

-¿así que esa es tu cara, Flug? -preguntó completamente sorprendida la chica.

En ese momento quería que la maldita tierra lo tragase. No solo por las miradas de Demencia y 5.0.5., sino por la de su jefe, que era intensa en su ser. Y jura haber escuchado la madera de la mesa chillar muy fuerte. Y se sabía quién lo causaba.

-con permiso. -se levantó de repente el demonio de su silla.- estaré en mi despacho. -dijo y se retiró con cierta prisa.

-yo-o... -murmuró Flug.- de-ebo ir po-or-

Quítate La MáscaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora