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- jefe-esito -llamó mientras daba tres golpes a la puerta.

Escuchó el permiso y abrió la puerta e ingresó al despacho de su jefe, de aquel demonio de demonios que estaba en su escritorio, con varios papeles regados sobre éste.

- ¿sucede algo, Flug? -preguntó sin siquiera levantar la vista de sus papeles.

- ya-a vino la pizza. -respondió.- Demencia la pidió de peperonni y piña.

- ¿piña? -preguntó un tanto asqueado, alzando muy poco la mirada.- sé que dije que la piña es malvada pero en ese trozo de masa es simplemente asqueroso y diabólico. -farfulló, y eso le hizo un poco de gracia.

- lo esperamos en el-

- no comeré. -interrumpió, bajando la mirada y siguiendo en su papeleo.- estaré trabajando, así que-

- ¡oh! ¡ya que tocó el tema! -interrumpió un poco apenado mientras se acercaba al escritorio.- aquí están los planes que pidió Metauro. -extendió los papeles.

Y es que en todo ese rato ha cargado los papeles en su diestra.

Ahora, Flug esperaba a que el más temible villano le aceptará esos papeles de trabajo. El demonio no alzó la mirada, no se movió, no hizo nada... dejó al doctor con su mano extendida por tan solo unos instantes.
El científico se quedó un poco confundido, y con sus ojos lo transmitió. Y esos mismos verdes orbes vieron como el de sombrero alzaba la miraba y tomaba, con algo de brusquedad, los papeles y bajaba la mirada. Pero, en ese mismo instante tan corto, hubo contacto visual.

Si bolsa, sin lentes...

Puro contacto visual.

- ya puedes retirarte. -habló cortante Black Hat, volviendo a su papeleo.

¿por qué...?

¿por qué de repente era tan cortante?

Fue como... retroceder los capítulos hasta antes del prólogo.

Pero por más extraño, y ciertamente triste, que fuera ese hecho el doctor no cuestionó nada. A pesar de todo lo ocurrido, no se sentía en el derecho de hacerlo. Por ello, sin más, se retiró del despacho de su jefe.

~●~

- ¡Fluuug! ¡apuuurate! -chilló Demencia desde la mesa, mientras el nombrado estaba en la cocina.- ¡tengo hambre!

-¡si sigues molestando no comerás! -respondió completamente molesto.

Sus orbes y ceño fruncido lo decían: se estaba hartando. Y es que ahora sus emociones eran mucho más visibles y la chica y el oso querían conocer más de ellas.
Era ya la hora de la cena, y era el doctor/científico/chef quien cocinaba la cena de esa noche, que consistiría en unos taquitos.

Estaban la joven y el oso en el comedor, y el doctor en la cocina, como ya saben, pero el villano, el dueño de la mansión, aun no salía de su despacho. Y es que se había negado en gritos que alguien siquiera se acercara. Estaba de malas... más de lo normal.

Después de unos minutos, Flug sirvió la comida a sus menores, quienes comenzaron a degustar sin esperar, mientras que el des-bolsado de Flug comía sin prisa y con una mirada perdida en el asiento donde su jefe debería estar.

Pero no lo estaba.

Los últimos días y semanas el mismo Black Hat había adoptado una actitud tan amable y cariñosa y considerada que... pensó que no era el Black Hat que conocía. Pero ese día... apenas le había vuelto a ver.
Ahora era distante y cortante... retrocedió y ahora sentía un malestar por ello, porque las cosas volvieran a ser las de antes...

Quítate La MáscaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora