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—Un día más de trabajo en el que un mesero gana más que yo.— le dijo Yugyeom a Mark. Ya estaban dentro de la cafetería, terminando de atender a los primeros tres clientes.

—Cállate, ganamos lo mismo.— Mark le dio un leve golpe en la cabeza al platino estirándose por encima del mostrador.

—Debería ganar más, yo hago todo acá detrás del mostrador.— se quejó lavándose las manos.

—Tú no tienes esta cara— Mark apuntó con su índice su propio rostro. —, ni la sonrisa, ni mucho menos tienes la amabilidad que me caracteriza para que el cliente quiera volver.— dijo orgulloso de su apariencia.

—Eso es lo que me hace regresar cada día.— le habló esa voz, poco escuchada pero bien conocida, al oído.

Mark se percató que no había puesto atención al sonido de la entrada y que Jinyoung le había escuchado decir todas esas estupideces. Le volteó a ver apenado, y seguramente, tan rojo como un tómate.

—Enseguida lo atiendo, si gusta...

—No, hoy no vengo a tomar nada. Vi que hay un letrero afuera donde dice que están buscando mesero, me interesa, ¿con quién debo hablar?

Bien. Increíble. ¿Otro no pudo haber preguntado por el puesto? Su jefe había puesto ese letrero por la mañana pues seguro estaba que Mark no podía solo con todos los clientes, aunque en realidad Mark decía que sí podía, y era verdad, a él le gustaba su trabajo.

—Es con nuestro jefe.— habló Yugyeom pues Mark se había quedado viendo a Jinyoung, perdido en su mundo.

—¿Dónde puedo encontrarlo?

—Bueno, él casi no se encuentra aquí, pero puedes llamarlo.— Yugyeom le ofreció una trajeta del dueño.

—Gracias.— se obligó a decir Jinyoung tomando la tarjeta. —Veré si tengo suerte.— terminó diciendo mientras su mirada estaba puesta en Mark.

Luego de segundos, salió.

—Eh, imbécil...

—No me llames así.

—Mark, disimula que quieres entregarle tu culo a ese chico, por favor.— se burló.

—Cállate, yo no quiero darle mi nada.

—Tú dirás que no, pero él lo quiere.

Mark rodó los ojos y le ignoró. Limpió las mesas desocupadas, atendió a más personas e hizo un poco de aseo hasta que terminó el día.

[…]

—Tengo un nuevo trabajo.— anunció Jinyoung en la cena con sus amigos los cuales quisieron no reír pero fracasaron en el intento.

—¿Nuevo trabajo? primer trabajo quisiste decir.— le recordó Jackson.

—Como sea, alguien puede decirme qué hace un mesero.

—¿Por qué entraste a trabajar? Tienes todo sin necesidad de hacerlo.— cuestionó Jackson.

—No lo tiene todo,— respondió Bambam. —no tiene la confianza suficiente para pedirle a un trabajador de esa cafetería una cita con su culo y tiene que trabajar para ello.

Jackson tosió. —¿Qué? Siempre has sido lo suficientemente directo para pedir esas cosas con los chicos.— miró a Bambam. —¿Es por él que no te a cogido, Bam?

Este asintió. —Nuestro duraznito está enamorado, Jack.— dijo limpiándose una lágrima falsa de la mejilla.

Jinyoung sólo se dedicaba a ver y escuchar las estupideces que sus amigos decían, él no estaba enamorado, no lo estaría y si ya no cogia con Bambam no era por Mark, simplemente no quería y listo.

—No estoy enamorado. Ese chico no es tan fácil como otros, Bambam, por ejemplo.— el nombrado se encogió de hombros. —él es...

Suspiró negando, él no tenía que darle explicaciones de ningún tipo a estos dos, ni porque se hacían llamar sus amigos.

—¿Lo ves, Jackson?

—Imbéciles.

Jinyoung se puso de pie y fue directo a su habitación donde se dejó caer sobre su cama, mirando el techo pensó en ese rubio que desde hacía ya dos años había captado su atención aquella vez que visitó esa cafetería para encontrarse con Jackson, en ese entonces aún no vivían juntos. Sin embargo, las cosas estaban cambiando y ahora Jinyoung sentía más cosas en su interior, recordó el pasado, Mark era más bajo en ese entonces y no era rubio, tampoco era tan lindo como se ha puesto. Cuando lo conoció el era el cajero, quien hacía los cafés, a él le quedaba mejor.

Suspiró.

La sonrisa de Mark era algo que siempre había causado algo en él y nunca supo bien qué era, solo sabía que al verlo algo en su interior dolía, un dolor que le gustaba y no podía explicarse a si mismo qué era lo que sentía.

Quizá sí quería algo más de él. Quizá no quería sexo, pero sí amor.

Negó una vez más y se dijo así mismo que no podía ser cierto, y cuando se acostara con el chico se daría cuenta que era lo único que quería.

La mañana siguiente se arregló, incluso se peinó de lado, se puso una camisa a botones y una de sus más nuevas chaquetas, salió de su habitación y luego de tomar un licuado, condujo a su nuevo trabajo.

[…]

—Mark, mesa once.— Yugyeom avisó a su amigo que la mesa estaba siendo recién ocupada para que fuera a pedir orden.

—Buenos días.— Jinyoung tenía que comenzar a ser amable, así que saludo con una leve sonrisa a Yugyeom.

—Buenos días, el señor Cho avisó que eres nuevo mesero, ¿no es así?— preguntó el platino sin poder verlo pues preparaba un capuchino, pero aún así, su voz era amable.

—Sí, así es, me dijo que Mark me enseñaría algunas cosas.

Yugyeom le miró y no pudo evitar mal pensar así que sonrió. —Mark atiende la mesa once, si quieres mientras puedes ponerte esto, es tu delantal, sin chaqueta y para mañana es camisa blanca...

—Bien, ¿dónde puedo dejar mi chaqueta?

—Expreso para la once.— pidió Mark a Yugyeom sin notar la llegada de Jinyoung.

—Oh, Mark, aquí está Jinyoung, ¿puedes darle su locker y su placa?

—¿Placa?— el pelinegro se estaba arrepintiendo de todo esto, pero cuando vio la sonrisa de Mark al asentir al pedido de su amigo, pensó que lo valía.

—Como esta,— Mark señaló su placa plateada en el lado izquierdo de su camisa con su nombre. —pero claramente con tu nombre.

—No te creo.— el sarcasmo una vez más.

—Eh...— Mark miró a Yugyeom apenado, sintiéndose imbécil. —ven conmigo.— dijo con la mirada un poco baja.

—Jinyoung...— le llamó el platino. —la amabilidad es el primer requisito, incluso con tus compañeros de trabajo.

Luego de esto, lo ignoró y preparó el café espresso de la orden que había traído Mark.

❁he's gone.  ▸m,j.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora