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Una... Una jodida semana había pasado desde aquella noche, en la que a Gerard se le había ocurrido la magnífica idea de preguntar el tipo de relación que tenían él y Frank.
A Frank si le parecía algo apresurado, pero, oh vamos, desde el primer día en el que se conocieron ya estaban prácticamente follando, ¿A caso eso no era apresurado?

Durante toda esa semana, el pelirrojo se le había pasado ignorando a Frank, tomando la responsabilidad de la empresa, sin pedir ayuda al mayor, y vaya que lo hacía bien, y pues, en casa, se ponía faldas tan cortas que causaban problemas en los pantalones de Frank.
El maldito de Gerard, nunca se hacía cargo. «Es mi casa», decía... «puedo andar como se me plazca», y se encerraba en su habitación a hacer quién sabe qué

Era sábado, hacía frío y el cielo estaba gris. Frank estaba en el sofá de la sala, fumando un cigarrillo y viendo a la nada. Hoy estaba más serio que nunca, pues estaba harto de ser ignorado por Gerard,  y eso lo molestaba mucho, su babyboy estaba portándose muy mal. Y eso a daddy no le agradaba en lo absoluto.
Cuándo Frank escuchó a Gerard bajar por las escaleras, se giró en dirección a él, y lo vio sin ninguna expresión en el rostro. El menor trató de ignorar a Frank, pero era casi imposible, sentía la mirada del avellana penetrarle hasta el alma. Y cómo no hacerlo, si llevaba puesto solo un sweater gigante que le cubría hasta la mitad del trasero, y llevaba ropa interior femenina. El pelirrojo sonrió, se giró para 'coger el cereal' y a propósito subió un poco más su sweater dejando ver completamente su redondo trasero. Dió una mirada fugaz al avellana, y este tenía una mano apoyada en su barbilla, y con la otra estaba sosteniendo su cigarrillo. Aún miraba a Gerard, pero sin cambiar su expresión de 'nada'.

El avellana apagó su consumido cigarrillo y se levantó sin decir palabra alguna, empezó a caminar en dirección a Gerard, y este lo miraba con extrañez. Se paró en delante de él y lo miró a los ojos, tiró la caja de cereal de las manos del esmeralda y lo acolarró en un esquina de la cocina.

«No juegues conmigo niño»

Gerard tenía el rostro de Frank a milímetros del suyo, quería besarlo. Sí. Tenía miedo. Sí.
Quería hablar pero nada salía de su boca, Frank daba miedo. Y Gerard sabía que ese día, su trasero, sería destruido.

«¿Qué te parece, si te enseño a respetar?»

Mierda.

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¿Quieren leche?.

-Besitos en el orto✨.

Fuck me daddy! «Frerard»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora