3. Baño, Huída, Apuesta, ¡Christopher!

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Me desperté con el cantar de los pájaros, la luz pegada a mí y me sentía más cómoda que en toda mi vida entera, no quise abrir los ojos, algo me decía que arruinaría mi momento de paz.

Mi almohada se sentía tan bien, tan cálida, olía tan bonito. Mi corazón saltó cuando mi almohada se movió, ¡se movió!  Y abrí los ojos de golpe. Pensé en tres cosas de una vez. La primera, no era una almohada en absoluto, era Kevin. La segunda, él era hermoso cuando dormía. La tercera, ambos estábamos desnudos.

La noche anterior me golpeó fuerte.

Este gran, gran nudo se instaló en mi estómago, oh. Can’t Stand It rompió el silencio causando que Kevin se despertara y yo buscara mi teléfono. Oh, oh,  oh dios mío. Entré en pánico mientras Kevs me sonreía entre sueño.

Esa canción solo podía significar algo, me hizo sentir la peor persona del mundo cuando encontré mi celular y atendí.

—Hola preciosa —La hermosa voz de mi hermoso novio me hizo querer vomitar.

—Hola amor —Intenté levantarme, cuando recordé que no tenía ropa alguna.

Vi mi ropa interior tirada en alguna parte de los pies de la cama y me moví lentamente con la sábana pegada a mi pecho.

—¿Te desperté? —Sonó triste.

—No, estaba despierta hace unos momentos —Dije tomando mi brasier con el pié y acercándolo a mi—. ¿Cómo te fue con tu abuela?

—¡Genial! Ella estuvo muy feliz con su fiesta sorpresa —Él era un ángel.

Kevin me observó mientras le daba la espalda, sosteniendo el celular entre mi oído y hombro e intentaba ponerme el bra al mismo tiempo, cuando lo logré, busqué mi tanga con la mirada.

No quería ser grosera, pero mierda. Estaba rota. Por la mitad.

—Lindo —Exclamé tratando de no entrar en pánico. Vi la ropa interior de Kevin y lo miré pidiendo permiso.

Él alzó las cejas, pero asintió.

Me puse sus bóxers aunque fueran muy grandes para mí y les hice un pequeño nudo para que no se cayeran.

—¿Ya estás volviendo a casa? —Pregunté.

No vivíamos juntos, pero él siempre iba a verme luego de sus viajes.

—Estoy a casi una hora —Contestó—. No puedo esperar para verte, ya te extraño.

—También te extraño, bebé —Murmuré—. Pero tengo que colgar.

—Bien, hablamos luego —Dijo Christopher—. Te amo, Chels.

—Te amo más —Me sentí horrible al decirlo.

Dejé el celular en la cama y tomé mi vestido del suelo poniéndomelo rápidamente.

—Chelsea —La voz de Kevin me detuvo cuando terminé de ponerme el vestido.

—¿Si? —Guardé mi celular en medio de mis… bubis, pareciendo todo, menos fina.

—¿Qué haces?

—Voy al baño —Busqué mi bolso con la mirada y no lo vi. De todos modos, no había nada de importancia en él.

Kevin señaló una puerta a mi derecha.

—Gracias —Dije—. Ya vuelvo.

Rogué a dios que ese baño tuviera una ventana, porque aunque yo realmente quería hacer pipí, también deseaba escapar. Entré y suspiré de alivio al ver la gran ventana.

Hice lo que tenía que hacer, me peiné un poco con un cepillo que encontré y comencé a caminar hacia la ventana.  No tenía mis zapatos puestos, que gran pérdida, eran los Louis Vuitton que tanto amaba. Suspiré.

—¿Sigues ahí? —Kevs gritó.

—Ya casi salgo —Dije.

Abrí la ventana silenciosamente y me apresuré a saltar fuera, juro que no pude creer lo que veía. Estaba a cinco calles de mi casa.

Cinco. Calles.

Kevin era mi vecino y nunca en mis cuatro años de estudio lo había visto por aquí, mi vida estaba destinada a la miseria.

Corrí esquivando la mirada de todos hasta llegar a mi casa, mi bolso guardaba mi llave, pero tenía una de repuesto bajo el florero y entré aliviada.

Estaba a salvo.

Mis bubis sonaron con Bad Reputacion y me apresuré a sacar mi celular de allí.

—¿Hola?

—¡Chelsea! —La voz del otro lado de la línea me sorprendió.

—¿Katie? —No podía ser ella.

—Cariño —Alargó con emoción.

—Katie —Repetí—. ¿Me llamas en tu Luna de Miel para esto?

—Oh, bueno —Su tono me hizo desconfiar—. A Drew no le molesta.

—¿Algo que quieras contarme, Katie?

—Bien —Dijo—. Puede que haya habido esta especia de apuesta entre D y yo… Es decir, tú anduviste con Kevin detrás toda la noche y al llegar a Londres, Drew comentó que quizá ustedes tendrían… tú sabes, sexo. Y yo dije que no lo harías porque tenías a Cris, duh. En fin, hicimos una apuesta sobre aquello.

Estuve en silencio, me sentía mala, muy mala. Yo tenía a Cris.

—¿Chels? —Mi falta de respuesta la alteró—. No te acostaste con Kevin, ¿verdad?

No me gustaba decir groserías, no me gustaba hacer daño a la gente, no me gustaba el café si no tenía kilos de azúcar, pero sobre todas las cosas no me gustaba, mejor dicho odiaba mentir.

Pero lo hice de todos modos.

—¿Qué? Nunca lo haría, Katie, por dios —Suspiré internamente—. Dile a Drew que perdió su apuesta.

Su risa aliviada me hizo sentir peor de lo que estaba.

—¡Te lo dije Drew! —Gritó—. Ya, eso era todo, te quiero Chels, nos vemos.

—Adiós, Katie —Dije—. Yo igual.

Colgué y corrí a cambiarme, cuando Christopher decía una hora, esa era media. Él era increíblemente ansioso. Justo cuando acabé de ducharme, esconder los bóxers de Kevin y cambiarme el timbre sonó.

Abrí la puerta y sonreí a mi chico, no podía evitar sentirme miserable frente a él. Sus oscuros ojos brillaron cuando me abrazó.

—Te extrañé —Dijo en mi oído.

Correspondí su abrazo con intensidad, no volvería a ocurrir. No iba a terminar mi relación por Kevin, él solo traía problemas y Cris me había ayudado siempre que pudo. No podía hacerle eso, no podía ocultárselo, pero tampoco quería que me deje.

—Te extrañé muchísimo —Apreté mi agarre escondiendo el rostro en su cuello.

Cris rió suavemente y me dio un corto beso en los labios.

—¿Te cansó el viaje? —Pregunté, solo quería tener una excusa para estar en mi cama, junto a Christopher.

—No tanto —Dijo y me sentí desilusionada—. Pero podemos acostarnos y ver algo en la tele si quieres.

Chillé de felicidad, lo empujé dentro de la casa y puse “Diez Cosas que Odio de ti”

—¿De nuevo? —Se quejó.

—Cállate —Me tapé con las sábanas, me acurruqué a su lado y comencé a decir los diálogos.

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