10. Un Pequeño Flechazo

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Es fácil pensar que alguien tiene salida de una charla incómoda si no participas de ella, pero créeme, lo último que quería hacer era hablar sobre Kevin con Katie y aquí estaba. Mi fuerza de voluntad desaparece cuando mi amiga utiliza su mirada de cachorrito y pide lo que sea, soy débil. Fue allí cuando el torrente de palabras escapó.

—Sí, bueno, nos acostamos. Todo tiene una muy buena explicación, Katie, él sabe el efecto que causa en mí, tiene que saberlo. Y yo había tomado esta gran cantidad de alcohol, que realmente no fue mucha, aunque es una excusa genial, cuando quise saberlo estaba en su cama. Es más complicado que todo eso, porque no pensé en él en los últimos años y entonces él vuelve a mi vida. Y me sonríe, y… —Ya para de decir ‘y’, Chelsea—. Se supone que debería alejarlo. ¡Pero joder! Quiero decir, ¿has visto su sonrisa? Es perfecta.

Terminé la última palabra mientras me dejaba caer pesadamente en el sofá a su lado. Una risa estruendosa se escapó de sus labios.

—¿Qué? —le otorgué una mala mirada.

—Hace años que no te escuchaba decir un insulto —se secó una lágrima de risa—. Estás volviendo a caer por Kevin, Chels.

—Por favor —murmuré—. Sólo fue una noche, no volverá a pasar, además está...

—Christopher —terminó ella por mí—. Conociéndote, no pasará mucho tiempo hasta que termines por decírselo.

—No soy tan idiota —susurré—. Lo amo, deseo ser sincera con él, pero no quiero que me deje.

—Un día se lo dirás, Chels —Puso su voz de sabionda—. Te conozco.

—Lo haré —sonreí, falsamente—. Él me terminará y será todo. Kevin seguro estará feliz de haberme arruinado algo más.

—Esto no es su culpa —Katie exclamó—. Chelsea, dos personas se necesitan para tener sexo –y no vas a decirme que mi primo te violó.

 —No lo hizo —suspiré—. Katelynn, él parece divertirse sabiendo que siempre voy a estar a su disposición cuando necesite alguien con quien pasar el rato.

—Kevin no es como eso, lo sabes.

—No lo conozco —me limité a decir—. Ya no lo conozco, Katie.

—La gente cambia con el tiempo —coincidió—. Pero él sentía algo por ti el verano de hace cuatro años.

—Cuatro años son mucho tiempo —No quise decirle que creía que Kevin jamás había sentido algo real por mí.

—Hace menos de un mes se acostaron —soltó—. Un mes no es mucho tiempo.

—Deseo —insistí—. Fue el deseo, esa tensión invisible que siempre nos había estado uniendo.

—Y luego terminaron actuando como enamorados —rió—. Chelsea, eso no va a terminar bien.

—Lo sé —cerré los ojos—. Ya lo sé, Katie.

—¿Ya ensayaron el beso?

Mi corazón dejó de latir cuando oí eso, ella lo dijo en tono burlón, pero no sabía lo acertada que estaba. Abrí mis ojos de golpe.

—Hoy —gruñí—. Lo ensayaremos hoy.

—Oh —se sorprendió.

—Y tu vienes conmigo —No iba a hacer esto sola.

El viaje transcurrió sin más problemas, el teatro me quedaba sólo a unas cuantas calles, sin embargo tomamos el auto hacia allí, las cosas que quería decirle a Katie antes de entrar allí eran miles, pero ella insistió en leer la parte del libreto que ensayaríamos hoy, lo hizo en voz alta, según su mente, para que yo recordara cada palabra.

Estacioné, mientras intentaba deshacerme de las constantes burbujas que revoloteaban dentro de mí, a su vez, Katie me devolvió el libreto con una sonrisita en los labios.

La escena era del triángulo amoroso, consistía en Zack y Kevin en una discusión acalorada, mi personaje completamente perdida, sin saber cómo reaccionar, ellos luchando verbalmente sobre cuál de ambos tenía más derechos sobre mí, cuando finalmente, Kevin –su personaje–, se cansa de todo eso y simplemente gira hacia mí y me besa. Duro.

Roger se tomó el trabajo de escribir específicamente la palabra “duro” justo donde decía que tenía que haber un beso, lo que se ganó una risa de Katie.

—Me va a gustar volver a ver a Roger —sonrió burlona—. Es un gran tipo.

Entramos en silencio y por silencio, me refiero al mío, ya que Katie se encargó de soltar un grito ensordecedor al ver a Kevin, corriendo hacia él. El resto del elenco, unas diez personas, la miraron con extrañeza. Todos ellos, menos Roger, que era el único que había tenido el placer de conocer a mi mejor amiga antes.

—¡Te extrañé tanto, tú, imbécil! Eres el peor primo del universo, ¡mira que llamar a mi chico pero no a mí! ¿Qué clase de persona eres, maldito? Yo. Soy. De. La. Familia.

Con cada palabra le golpeaba el pecho, causando que la nariz de Kevin se arrugara con extrañeza, ahogué una fuerte carcajada y me acerqué a Roger que miraba los sucesos con una sonrisa.

—¿Son primos? —preguntó—. ¿Lo conocías de antes?

Oops.

—Son primos —asentí, pero evité la otra pregunta.

—¿Pero solías conocerlo? —insistió.

No iba a dejar eso ir.

—Si, Rog, solía tener un flechazo con Kevin —Fui al grano, sabiendo que de otra forma lo interrogaría a él—. ¿Comenzamos ya?

Sus ojos se ampliaron sólo un poco.

—Bueno, Zack, Kevin —alzó la voz—. ¡Todos arriba! Hola, Katelynn.

Tomé una respiración realmente profunda antes de subir a paso lento escalón por escalón. Tendría que besar a Kevin delante de una multitud como si fuera la cosa más normal del mundo, pero yo era una actriz.

Necesitaba recordarme eso a cada segundo que pasaba porque si fuera a besarlo como Chelsea, la verdadera Chelsea, se sentiría como engañar a mi novio delante de una multitud de personas. Conté hasta diez antes de escuchar el grito de Roger que daba pie al comienzo de escena. Si tan sólo fuera tan fácil.

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