8. Mentiritas Piadosas

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Dios, no. No le diría a Kevin donde vivía.

Por supuesto, esa determinación me llevo a decirle a Kevin una dirección que yo misma apenas conocía, él pareció sorprendido de que hubiera ido a pie a su casa cuando ‘mi casa’ quedaba tan lejos. Una vez que su auto marchó, me senté en el borde de la calle, estaba a unas dos calles de la casa de Katie y Drew, pero ellos aún no volvían de su luna de miel. Ahogué un suspiro y me levanté para llamar un taxi, una vez que uno al fin me notó, subí con expresión calmada y le dije mi dirección real esta vez. 

Can’t stand it rompió el silencio del auto, logrando que el conductor me mirara de forma extraña. Atendí obligándome a sonreír, a pesar de todo Chris siempre me sacaba una sonrisa.

—Hola —murmuré.

—Hola hermosa —dijo—. ¿Dónde estás?

Oh.

—Eh —Me mordí el labio—. Es una larga historia. ¿Estás en casa? 

—Si —Oí su sonrisa—. Pero supongo que tendré que volver más tarde.

—No —dije—. No, quiero verte, en diez minutos estoy ahí, no te vayas, te extraño.

Era verdad, lo extrañaba, lo había visto hacía apenas dos días, pero era una parte importante de mi vida y lo quería, con o sin Kevin alrededor.

—Bien —rió—. También te extraño, te espero.

—Gracias —sonreí—. Adiós.

Colgué. 

Cuando el taxi llegó a su destino, pagué al conductor y corrí hacia Christopher –zapatos caros y todo– para abrazarlo.

—Oye —sonrió—. Solo fueron dos días.

—No —dije en su cabello—. Fue mucho tiempo para mí, entremos.

Pasé el resto del día viendo películas con Chris, resulta que me había traído helado de vainilla –el cual amo– y se ganó una buena sesión de besos gracias a eso, pero cuando llegó la hora de ir a mi ensayo, toda la felicidad se fue de golpe.

—No quiero ir —solté.

Él rió.

—Ni yo —Se levantó dejando mi cama medio vacía—. Pero ambos debemos trabajar.

Me sentía maquina de suspiros, pero uno se atascó en mi garganta. Ojalá el pudiera acompañarme, me distraería de Kevin y me gustaba que Chris me viera actuar, pero no pasaría.

—Bien.

Se estaba haciendo costumbre entrar y ver a Lía junto a Kevin, una cosa horrible se formaba en mi interior cuando los veía, me daban ganas de… de tomar a Kevin y golpearle la mandíbula, aunque eso no sonaba como algo que yo haría.

Hasta yo me creía santurrona.

—¡Chelsea ya está aquí! —exclamó Roger, saliendo de la nada.

Comenzamos a actuar en lo que pareció muy poco tiempo, los demás actores –ya que una obra no se basa solo en dos personas–, Zack estaba allí. Ahora que todo estaba bien ordenado, habíamos quedado en que Zack sería una especie de ex novio que intenta conquistarme y muere de celos por Kevin, lo cual me alivió. Se estaba pareciendo demasiado a mi vida, un cambio estaba más que bien.

—Zack, por última vez —exclamé—. No tengo nada con Kevin.

—Pero lo quieres —sonrió—. Me habías contado de él, Chelsea, lo recuerdo.

Era todo parte de la actuación, pero se sentía real hablar con alguien de la vez que había sido sincera y perdido.

—Hace mucho tiempo —Me obligué a no mirar a Kevin, debajo del escenario—. Soy otra mujer, una persona diferente, no…

Me quedé en blanco. Estaba tan concentrada en no mirar a Kevin diciendo las últimas palabras, que olvidé qué tenía que decir. Eso jamás me ocurría, no a mí.

Zack me miró, entendiendo.

—Volveré a caer por él —me recordó, amablemente.

Sentía toda mi cara picando, generalmente yo era la que ayudaba a otras personas, en definitiva no ellos a mí.

Roger se aclaró la garganta. —Bien, tuvimos suficiente por hoy. Chels, estudia tus líneas, el domingo tenemos la primer presentación.

Kevin se acercó a mí al bajar del escenario.

—¿Todo bien allí? —preguntó.

—Perfecto —evité su mirada y continué mi camino.

—Es de mala educación no frenar a hablar con alguien —regañó.

Lo ignoré, saludé a los demás de camino, sin hablarle.

—¿Sabes? —dijo—. Estaba hablando con Lía, le mencioné que te llevé a casa.

Dejé de caminar.

—Ella tenía una versión muy diferente de dónde vives —Un hoyuelo apareció en su mejilla—. Y es bastante más cerca de lo que creía, Chels.

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