1. Boda

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No podía creerlo todavía, observaba todo con emoción mientras arreglaba su cabello. Había estado separada de mi mejor amiga, Katelynn Miller, por cuatro años gracias a los estudios, ella se había ido de California para estudiar en Texas con su despampanante novio Drew, cuando yo seguí en mi lugar, donde me había resignado con estudiar abogacía luego de dos meses. No podía verme en eso, pero fui por artes y amé el teatro a la primera.

Apenas hace una semana había terminado de estudiar teatro, ahora Katelynn iba a casarse y volvía a California, aquí me tenía, con un bonito vestido rosa y con ayuda de su madre, terminando de ajustar el peinado que llevaría.

Vestido listo, zapatos listos, velo listo, cabello ¡hermoso!, hasta me daba ganas de casarme.

—Estás preciosa, cariño —Chilló Clarise, la madre de Katie.

—Mama, detente —Rió Katie y elevó una mano hacia su cabeza.

—No te atrevas —Dije.

Se dio cuenta de lo que hacía y se detuvo.

—Lo siento.

 —No te disculpes —Sonreí—. Hoy es tu gran día.

La miré a través del espejo frente a nosotras. Hace apenas doce horas estaba en California, no había notado cuanto extrañaba a mi chica.

 Una de las damas de honor, Marie, entró al cuarto. Ella era una morena exuberante, con ojos miel y cabello rizado. Se me había ofrecido ser DDH, pero me negué porque tenía poco tiempo y si lo hacía quería que fuera perfecto.

—Tienes que ir a sentarte —Se dirigió a mí seria, ella no me caía bien—. Ya casi es hora.

****

Caminé por el pasillo buscando el número de asiento que se me había asignado, delante de todo, sonreí, saludé a la gente y cuando encontré donde tenía que sentarme casi me caigo de cara al piso. Me había puesto junto a él. ¡¡¡Katie me había puesto junto a él!!! Esa niña… lo tenía todo armado,  no podía ser coincidencia, no lo era, tenía la total certeza de que Katelynn había planeado esto.

Me acomodé en mi lugar lentamente, antes de desmayarme por ahí, él no me notó, estaba hablando su padre a su lado. El hombre me echó un vistazo y sonrió. Oh. Eso no era bueno.

—¡Chelsea! —Exclamó con alegría.

Intenté imitarlo e ignorar al chico que volteó hacia mí.

—Hola Chase —Hice una cara extraña de felicidad—. ¿Qué tal?

Sentí esa mirada en mí.

Kevin Miller es el primo de Katie, un adorable rubio ojiazul, con sonrisa de película, cuerpo como esculpido a mano y una personalidad que siempre había amado. Me había llamado la atención hace ya tiempo, tenía diecisiete años, él uno más, lo vi sentado en un árbol, solo. Sonreía al escuchar una canción de su celular y al instante sentí algo, solo pasó, quería saber más sobre aquel bonito chico del árbol. Fui tonta. Me declaré ante él, me rechazó y fue todo.

No lo había visto desde que ese último verano de Katie en California había acabado, esperaba evitarlo en la boda, como pudiera. Yo era débil, aunque ahora yo tuviera mis veintidós años bien cumplidos, volvería a los diecisiete si él me hablaba. No quería eso, quería ser fuerte, determinada. Ser la Chelsea McKudy que no se guarda las cosas. Pero eso ya no sucedía cerca de él.

Esto se podría haber evitado, si la abuela de mi ohtansensual novio no hubiera cumplido sus ohtanjodidos setenta y cinco años, él estaría aquí, evitando mi momento incómodo, quitando de mi mente todos estos pensamientos estúpidos.

Chase estaba hablando y no tenía idea de que decía.

—Hola Chels —Lo interrumpió Kevin, viéndome directamente, ojos celestes a ojos cafés.

—Hey, Kevin —Me sentí incómoda—. ¿Cómo has estado?

Chase nos vio a ambos y riendo volvió a hablar con Carol –madre de Kevin y a la vez tía de Kate–.

—Bien, genial ahora que puedo verte —Su sonrisa apareció entonces—. ¿Y tú?

Me derretía. No tenía que ser así, yo era actriz, podía con esto. Sí… podía hacerlo, como si estuviera en una audición para un gran papel.

—Maravillosa —Devolví la sonrisa con entusiasmo fingido a la vez que observaba a Drew en su traje.

El pelirrojo se veía nervioso, a pesar de eso su felicidad se notaba en todo su rostro, sus expresiones y se iluminó como el sol cuando la marcha nupcial comenzó y Katie apareció, acompañada por su padre, completamente linda y feliz, feliz, feliz, feliz, quería algo así.

—…que hable ahora o calle para siempre.

—Nadie se va a oponer —Dijo Drew luego de un segundo—. A nadie le quedaría bien el rostro luego de eso.

—¡Drew! —Rió Katie.

—Oh bien, así que no quieres casarte, genial —Su rostro seguía sonriendo.

—Eres un idiota —Dijo Katie.

—Pero todo tuyo y te estás casando por esa razón —Le guiñó un ojo.

El sacerdote se veía incomodo en el intercambio y solté una risa sin poder evitarlo.

—Puede besar a la novia —Murmuró.

El beso de Drew hacia Katie, fue todo menos sutil. Y el lugar se encendió en sonrisas.

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