💞 Drabble #6

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El sol avanzaba hasta llegar a la mitad, dando así las tres de la tarde, daba un gran calor infernal, sus rayos tocaban con suavidad el suelo terroso de Santa Cecilia.

Ambos músicos se aislaban de la ola de calor que se producía en ese día, ocultándose en la sombra del kiosco de la plaza del mariachi.

— Que calor — dijo el de la Cruz con pesadez, dándose aire con su mano, como si este fuese un abanico.

— Lo sé — respondió ahora Miguel, casi derritiéndose sobre el barandal que adornaba el kiosco.

Ambos por simple coincidencia subieron la mirada, viendo como Don Chui vendía a mares sus ricos raspados fríos, de distintos sabores y muchos de ellos los combinaba, algo que sin duda los jóvenes músicos se les antojo por el calor infernal.

Comenzaron a caminar, viendo como el vendedor atendía con alegría a una pequeña niña de aproximadamente nueve años.

— Hey, Miguel, Marco, ¿Cómo están? — dijo con alegría el vendedor, dándole el cambio a la niña que le había cobrado.

— Hola don Chui — saludaron cortésmente ambos chicos.

Marco no tenía una buena relación con el vendedor de raspados, puesto que ya habían tenido ciertos conflictos, y más al ser este su vecino de al lado. El cual siempre deseaba tener impecable su jardín y a causa de su gato, o mejor bautizado como … gato. Se hecha a en su jardín y más en la hierba de gato que cultivaba ahí mismo.

En verdad a don Chiu le molestaba tanto su felino, no solo se metía con su jardín, sino que también con sus lindos canarios y peces, el mendigo felino ha intentado centenares de veces tragarse uno.

— Oh, ¿todavía tiene raspado de limón y mango? — pregunto entusiasmado Miguel al ver los jarabes que tanto le fascinaban a casi nada de acabarse.

— jajaja, claro que si Miguel — dijo alegremente el señor.

— Ah, genial, siempre que deseo de esa combinación o se acaban ambos o se acaba uno — decía a modo de queja pero divertido — ¿Si me da uno, por favor? — pidio amablemente el joven Rivera.

Marco solo veía cruzado de brazos, no se rebajaría, tenia un orgullo grande e intachable, no pediría nada ni aunque fuera el único sitió donde debía de calmar su calor.

— Tú, Marco pide. Yo invitó — dijo Miguel, con brillo en los ojos al tener entre sus manos su tan preciado raspado combinado.

— Eh, no Miguel yo… — intentaba negarse, pero el calor era insoportable.

— Oh, vamos Marco. Es Miguel quien te invita, no seas descortés — dijo el señor bigotudo.

Marco sabia sus verdaderas intenciones de Don Chui, sabia que si tenía la oportunidad, no la desperdiciaría.

— ¡Aghmhmhg! — quejó entre dientes, como niño pequeño, frunciendo su ceño, viendo como la sonrisa bulliciosa de don Chui no se borraba de su estúpida cara y resignado pidió — ¿Me da uno de limón? — dijo, nuevamente entre dientes, clavando su mirada fría en el.

— Por favor — le susurró Miguel a su lado, mientras le daba pequeños codazos a sus costillas

—Pir fivir, por fivir — susurró bajo, pero fue escuchado por ambos a lo que Miguel le dio un codazo más fuerte — ¡Auch! — miro a Miguel, quien lo fulminaba con la mirada haciendo temblar un poco a Marco, sabia que Miguel podría ser el mismísimo chamuco cuando este se enojada o molestaba, dirigió su mirada a don Chui que esperaba divertido esa palabra soltaba por el joven de la Cruz, ¡Maldito viejo sínico y doble cara! — po-por fa-favor — susurró, y de nuevo otro codazo por parte de Miguel, lo miro y este mismo le decía con la mirada “ ya hable bien, cabrón, o te ira peor que esa vez” o era lo que leía Marco en la mirada del Rivera — Agh, por favor — dijo entre dientes y molesto por Miguel, a sus “clases” de comportamiento.

He De AmarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora