Desde hace un tiempo, he estado enamorada de Marco. Siempre pensé que el amor era algo hermoso y que sólo me traería felicidad... más nunca imaginé que iba a sufrir y llorar tanto.
Por cierto, superamos los 3k de leidas asi que habrá un maratón... prepárense jejejeje...
Maratón 1/3
Le dedico el cap a @JJHO_2001
Al día siguiente, desperté con mucha alegría. Obviamente, el tener una cita con Marco mejoró mi estado de ánimo. Mi novio también se levantó contento. Ambos sonreíamos con la mirada perdida y soñando despiertos. ¡Parecíamos enfermos mentales!
—Awww... es hermoso estar enamorado, ¿no crees, Rafael? —le comentó la Sra. Díaz a su esposo.
—Lo más bello que existe, mi vida.
Aunque ir a la escuela nos parecía a ambos lo peor del mundo, el poder estar en la misma clase no lo hacía tan terrible.
Al llegar a clases, nos dimos cuenta que no éramos los únicos "acaramelados".
—Hola mi pequeña Janna-Banana —le decía Tom a su novia.
—Hola, guapo...
En una esquina estaban Oskar y Jackie de la mano, y en la otra estaba Ferguson... ¡con una chica!
Y así el resto de los compañeros. Incluso la maestra Calavera estaba con su novio-monstruo.
—Ni que fuera Día de San Valentín... —le comenté a Marco.
—Bueno, parece que no somos los únicos que han encontrado el amor de su vida...
—Awww... ¿yo soy el amor de tu vida?
—¿A-acaso no te lo había dicho? —respondió Marco, nerviosamente.
—No, pero ahora lo dijiste, jejeje.
Marco tomó sus cosas y las dejó en su casillero. Yo también abrí el mío y todas mis pertenencias que tenía guardadas (y algunas que no sabía que existian) cayeron encima mio. Marco rió.
—No te rías...
—Es que me parece gracioso que la princesa de Mewni tenga su casillero tan desordenado...
—¡No es desorden! Es... es mi método de seguridad ¡eso es! Si alguien quiere robar de mi casillero, todas las cosas le caen encima. ¡Soy brillante!
—Eh... ¿ok?
—Además no soy tan desordenada. ¡Tu eres muy ordenado! ¡Demasiado, siendo un chico!
—¿Qué tiene que un chico sea ordenado?
—¡Es raro! Aunque ya se porque eres asi. Eres el chico seguridad, después de todo —le dije, dándole palmaditas en el hombro.
—¡No es cierto! ¡Soy un chico malo!
—¿En serio? ¡Pruébamelo!
Marco me miró desafiante y sonrió maliciosamente.
—Si así lo quieres...
Entonces, me arrinconó contra los casilleros y puso su brazo en uno de ellos. Se veía tan imponente que me empecé a poner nerviosa.
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