XIV

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Comenzó a odiarse a si mismo, su ignoracia y la maldita fé que apostaba a todo, sentía una impotencia que lo hizo empujar a todo aquel que pasara por su lado. Ya no le importaba si alguien veía o no sus ojos, solo pensaba en mil maneras de matarse por creer ciegamente en alguien que no valía la pena, a medida que avanzaba las gotas de tristeza resbalaban y daban a entender que la rabia poco a poco le consumía, y lo quebraba.

Fué a un parque a esconder su patético llanto, cualquiera que pase por ahí en el momento no le habría importado, excepto a cierta persona, que se detuvo para averiguar el motivo de sus sollozos.

---Hey...---Le habló amistosamente, a pesar de que su cara no fuese muy alegre.---No llores, no es necesario botar lágrimas.---Y se sentó a su lado en el suelo.

---S-si disculpa...---Subió la mirada para ver a quién pertenecía la voz femenina. Era una chica delgada, de cabello corto y blanco como él, tenía un vestido de color celeste con una cinta azulino en la cintura, su piel era pálida, y su ojo color azul oscuro, llevaba una gasa en el ojo derecho, y una tobillera, extrañamente estaba descalzo.---No me siento con mucho ánimo, es todo.---La muchacha le miró seria, comenzaba a sentir compasión por aquel desconocido.

---¿Te gustaría hablar de eso?

---...Si, quiero desahogarme con una perfecta desconocida.---Rió retomándo un poco el ánimo.---Verás, tengo un compañero de trabajo, estos últimos dos años desde que entré a trabajar ahí, pude enamorarme de él. Cuando me confesé implícitamente, me escuchó, y al rato después me besó...Hoy había ido al hospital para verlo, ya que sufrió un accidente, y le hablé del tema...

---...¿Y?

---Y fuí un tonto, creí que el era diferente pero es solo un mujeriego apostador.

---Te entiendo...

---¿De verdad?

---Si, sé lo que se siente confiar y terminar siendo traicionado, el amor es así, pero, a veces la gente no admite cosas por orgullo, puede que sea tu caso.

---No lo creo, ya no creo en él, ni en el amor.

---¿Cuál es tu nombre?

---Soy Juanín, Juanín Juan Harry.---Sonrió para después darle la mano.

---Chinami.

---Oh, ¿Eres japonesa?

---No lo sé.---desinteresada en el tema le sonrió.

---Fué un gusto conocerte Chinami, pero me tengo que ir, gracias por levantarme el ánimo, aunque sea un poco.

---Que tengas suerte.---Su mirada estaba muerta, pero mantuvo su sonrisa sincera---Adiós.

---Adiós.---Juanín se alejó corriendo, al llegar a la esquina de la plaza, Chinami gritó a sus espaldas.

---¡Puede que Bodoque se haya dado cuenta de lo que siente!---El chico se detuvo unos segundos, se volteó lentamente, y al fijar su vista no había nadie. ¿Había oído bien o solo fué su subconciente? Ya en shock decidió que caminar de vuelta al canal sería bueno para pensar.

Algo tenía ese té que le dió su amigo Murdock.

*

Cuando llegó al canal, ya un poco más calmado, todos los trabajadores corrían de un lugar a otro, en el fondo el Sr. Manguera reprendía a Tulio. Juanín fué hasta la oficina para buscar sus audífonos, al querer salir por la puerta se topó con Tulio y su altura, por lo que chocó con su pecho.

Le observó molesto y sobándose la cabeza habló.

---¿Era necesario llamar la atención poniéndote en medio del camino?---El nunca respondía así y por ello el conductor se había sorprendido.

Just One Minute | Bodoque y Juanín | 31 Minutos [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora