Capítulo Uno

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Capítulo Uno. El último salto.

KEVIN

Guardo mi última pertenencia en el bolso verde sobre la incómoda cama de resortes extensible que me brindo  noches de desvelo por más de nueve meses.

¿Por qué cuando te gusta algo debe acabar tan rápido?

Me pongo la chaqueta verde de camuflaje sobre los hombros, haciendo una mueca al sentir el pinchazo de dolor en una de mis costillas. ¿Por qué fue que tuve que despertar? ¿No pudo mi cuerpo dormir unos cuántos meses más?

¿Está listo, general?- pregunta mi coronel, Sion Clark.

No me limito a responder, frunciendo el ceño al pasar a su lado.

Se interpone en mi encuentro con la puerta, impidiéndome salir.

Sabes que no es mi decisión, Bravo. Si dependiera de mí todos y cada uno de los soldados que han dado de baja seguirían partiéndose el lomo en la guerra. Debe ser por eso que aún no terminan por darme el último rango.

Al menos usted sabe que sí lo va a lograr digo con amargura—, míreme a mí, nueve meses y me voy de baja por una simple costilla rota.

No es una sólo una costilla rota, general. No minimices tus heridas.

No es nada que no se cure con tiempo.

Un Seal no tiene tiempo para quedarse en cama mientras los demás mueren en batalla. O te curas en un día o te vas a casa a que tu mamá te mime, las cosas son así, y lo sabes mejor que nadie.

¡Usted bien sabe que puedo con la labor! exclamo colérico aunque moderado.

Tal vez tu sí, Bravo. Pero tu cuerpo no puede más, lo intentamos, pero fallamos, y casi perdemos a un hombre por eso. Sabes que no puedes obligar a que algo funcione luego de varios años en constante uso. El cuerpo necesita un descanso que tu no le has dado y ahora mismo te está cobrando factura.

Estoy a nada de ser ascendido a Alfa.

Agradece que serás dado de baja con la estrella de plata. Algunos ni siquiera tienen ese beneficio. Estoy seguro de que vivirás bien con el sueldo de un Navy retirado.

¡No es por el sueldo! ¡No necesito el dinero! Lo que quiero es la adrenalina que me ofrece el campo de batalla, ¿cuánta adrenalina piensa que voy a tener en Montana? Lo único más interesante que pasa en ese pueblo de pacotilla es cuando los chiquillos roban los bombillos de las farolas y solo por eso ahora funcionan con fuego. Parece el propio vejestorio texano de los años de mi tatarabuelo.

¿Y qué tiene de malo? El coronel se encoge de hombros—. ¿Qué soldado no quiere un buen descanso después de la guerra?

Yo. No me gusta descansar. Eso es de flojos.

Bueno. Pues dale un buen abrazo a la flojera cuando llegue a ti, porque el TC no va a cambiar de opinión.

Podrías hablar con él- sugiero.

¿Para que me patee con su bota hasta escupir cordones? no, gracias. Ya recibo por mi propia cuenta bastantes patadas en el culo.

Suspiro y asiento, dentro de mí sabía que este día llegaría. Por supuesto que no anticipe que ese día sería tres meses antes de mi ascenso de rango.

Fueron meses muy buenos.

Trata de no encontrar a alguien mejor que yo, ¿quieres? Ese sería un golpe bajo directo a mi ego.

NAVY SEALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora