Capítulo Tres

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Capítulo Tres. ¡Hurra!

KEVIN

Tracy. Ese era el nombre de la criatura. No sabía porque, pero había algo en ella que me atraía de sobremanera. Se veía tan diferente a todas las demás, y me lo confirmó diciendo sin vergüenza alguna que no le había interesado darse una ducha antes de salir de su casa. Vaya mujer, nunca había conocido una que tuviera tan buen apretón de manos. Dicen que conoces a una persona por cómo te saluda, y con seguridad puedo decir que Tracy no es como cualquier otra.

¿Qué sucede, hermano?pregunta Michael cuando entro a la tienda, dejando atrás a la sensual vaquera que limpia sus botas contra el asfalto.

No mucho respondo, con un encogimiento de hombros.

¿Con la que te vi hablando era Tracy Peterson?

No lo sé, ¿ese es su nombre?pregunto, fingiendo demencia.

Sí. Es la vaquera más rústica de toda Montana. También la más caliente.

¿Cómo dices?lo miro, descolocado.

Sabía que te había cautivado sonríe. 

Engreído.

¿Qué te puedo decir? Soy hombre, y no he visto a una buena mujer desde que entre a la marina. ¿Me culpas?

Para nada, menos sabiendo de quién se trata.

¿Qué tiene ella de especial?

Tiene cautivada a la mitad del pueblo, pero es tan agria como un limón.

¿En serio? Se portó agradable conmigo. Fue particularmente satisfactorio que no empezara a balbucear, creo que fue porque no sabe quién soy.

¿Por qué lo dices?

No ocultó su mueca de sorpresa. La verdad, aunque lo haya hecho no le sirvió demasiado. Fue bastante obvio.

Bueno. Me sorprende que no te haya tratado a patadas, como a la mayoría de los hombres.

¿La conoces?

No he hablado con ella nunca, tengo miedo de su reacción.

¿En serio? ¿Un bombero teme la reacción de una pequeña mujer?

No soy un bombero, Kevin. Soy un...

Hotshot ruedo los ojos, asintiendo.

¡HUA!

TRACY

¡Fue asombroso, papá!chilla, saltando de un lado a otro alrededor de Ray.

Siéntate ya, Lucy pido en voz baja.

Déjala tranquila, Trace. Tu hermana trata de contarme algo pide, mirándome con falsa severidad.

Ella es una chismosa, no pasó nada del otro mundo.

¡No puedo esperar para contarle a Lindsay!

¡No se lo vas a decir, Lucy!Exclamo, logrando que deje de brincar—, ahora siéntate, me espantas el apetito.

Ella bufa, pero me obedece.

¿Qué ocurrió? ¿Qué es lo genial que no pueden esperar para contarme?

Nada ruedo los ojos.

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