Capítulo Dos

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Capítulo Dos. El famoso Kevin Brenner.

KEVIN

Estiro mi espalda todo lo que me permite mi costilla rota, al bajar los brazos hago una mueca pero no me detengo. Camino hasta la puerta del baño del pequeño motel en el que me hospede la noche anterior de camino a Montana. Dado que había saltado de un avión, debía llegar andando al pueblo y por más que estuviera en la excelente forma en la que me encuentro, no me apetecía caminar con lluvia para llegar como perro mojado, jadeando y sudando al pueblo para que todos hablaran patrañas. Miro mi reflejo en el espejo y frunzo el ceño casi de forma inmediata, esa ya no era la imagen de un Seal con ojeras por desvelarse, ahora solo muestra el reflejo de un civil que no durmió bien. La vida es una mierda.

Luego de darme una ducha, con extremo cuidado de no infectar las heridas aún abiertas, me ajusto una toalla a la cintura y en el camino hacia la cama tomo mi maleta, la abro y lo primero que veo es mi medalla. Baja honorable, pura mierda.

Me pongo una camisa negra y unos jeans junto con mis botas. Ya listo, tomo mi chaqueta junto con todas mis cosas y me preparo para caminar.

TRACY

Cargo con esfuerzo la paca de heno para las vacas del rebaño, sintiendo como la camisa se pegaba a mi espalda por el sudor que corre por ella.

¡Y eso de que ni es mediodía!exclamo para mí misma.

Esta mañana empecé con la rutina de todos los días, levante a mi hermana y la acompañe hasta la parada del autobús donde nos encontramos con Lindsay Chamac. Al llegar al rancho me cambie la ropa que tenía por algo más cómodo, una camisa vaquera, la cual amarre sobre mi estómago por el calor que estaba haciendo, unos jeans claros y las botas de siempre.

Acomodo la coleta de caballo, que ya estaba toda desamarrada y suspiro.

¡Tracy!llama uno de los ayudantes del rancho.

¿Qué pasa, Frey?le pregunto cuando llega a mí.

Me mira de arriba abajo y niega.

Deberías darte una ducha, Tracy.

Frey es un hombre alto, bastante de hecho, contaba con cuarenta años y es mi mejor amigo en todo el mundo. No me gustaba socializar con mujeres, al menos con la mayoría, son chillonas y quejumbrosas. Amantes de que hagan todo por ellas. Tengo una sola amiga, Gina es la hija de Frey, ella tiene veinte años y como yo, solo son su padre y ella. Con la ligera diferencia de que en mi familia estaba Lucy.

¿Para qué? debo seguir trabajando, aun me falta juntar a todas las vacas y debo darle su alimento a los cerdos.

Yo lo haré, no te preocupes sonríe.

¿Por qué harías eso?pregunto, sonriendo.

Para que vayas al pueblo dice, obvio.

¿Y por yo tengo que ir al pueblo?frunzo el ceño y limpio mis manos.

Se encoge de hombros y niega.

¿Comprar... provisiones?

Rita fue por ellas ayer, ¿qué está pasando, Frey?

Tú papá quiere que vayas al pueblo.

¿Y por qué no viene a decírmelo él?

¡Sólo te digo lo que él me pidió que te dijera! No sé de qué se trata.

Ruedo los ojos.

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