La empresa RETURN ha creado miles de androides con capacidad para convivir con los humanos, estos son programados para hacer labores en cualquier campo de la sociedad. El ciclo de vida de los androides tiene un estimado de 80 años. Son criadores en...
«El almacenamiento puede reponerse» «Destituir un abdroide y borrar el almacenamiento es la mejor manera de comenzar de nuevo…» «Pero las pruebas científicas pueden darnos una idea mejor. Hay que exhibir su cuerpo como linea de investigación» «Cierto, cierto, solo se necesita la cabeza para eso, el cuerpo puede ser desechado» «¿Qué hay de su dueño?» «Podemos ofrecerle un nuevo modelo, más actualizado o simplemente borrar sus recuerdos» «Si, si, es un desperdicio recordar cosas así»
—Paren, por favor… ¡PAREEEN! —¡Viktor!— me sobresalto y respiro agitado llevando la mirada hacía arriba— Creo que tenias un sueño. La doctora dice que podemos irnos, pero pasaron varios minutos y me preocupe así que entre a verte. Debes estar agotado por el viaje. Llegando a casa te preparare una ducha y podras dormir cómodo. —¿Qué… Yuri?— digo con los ojos abiertos, temblando. —Tranquilo— sonríe hacía mi— Vamos, hay que irnos. —¡ESPERA!— me levanto de un golpe y la silla cae quedando abrazado a su cuerpo rompiendo en llanto. —¿Viktor? ¿Qué ocurre? —¡No me dejes!— digo rompiendo en llanto estrechando con más fuerza su cuerpo al mio.
Suelta una pequeña risa y con sus brazos rodea mi espalda.
—¿Dónde podría ir sin ti? Tranquilo, aquí estoy.
Ya no puedo más, me desmorono poco a poco en su regazo y el me toma con más fuerza. Limpia con sus manos mis lágrimas y deja pequeños besos en mi rostro.
—Vamos a casa. —Si— digo un tanto afligido.
Decidimos caminar. Durante el trayecto Yuri sonríe en todo momento y no dejo de admirarle. Una tristeza invade mi alma que me hace no querer separarme de su lado.
—¡Viktor, mira cuanta ropa!— señala hacia una tienda con la sonrisa de oreja o oreja riendo maravillosamente.
Tomo su mano y le miro corriendo por mis mejillas lágrimas sin parar.
—¿Viktor? —Yuri… ¿te he dicho hoy que te amo? —Jee… creó que no. —Entonces… te amo. —Yo también te amo.
Al ver su calidez e inocencia siento fragmentado mi corazón. Tengo miedo de soltar su mano.
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—Listo, llegamos a casa. Makkachin está en casa del vecino, pasare por él en la tarde. Preparé la cena, ho, ¿quieres una ducha? —Yuri— digo mirando al suelo. —¿Qué ocurre? —¿Cuánto me amas?— digo seriamente mirándolo ansioso. —Si tuviera que decirlo en cifra… sería hasta el último dígito del número Pi… infinito— me sonríe al decirlo. —Entonces… ¿si tanto me amas… serias capaz de dejarlo todo para ir conmigo? —Por voluntad iría contigo donde fuera. Sea el cielo… o el infierno. —¡Vámonos lejos de aquí! ¡Vámonos!— digo rompiendo en llanto cubriendo mi rostro arrodillado en el suelo— ¡VÁMONOS!
Se arrodilla frente a mi y me abraza acariciando mi espalda con sus manos dejando su calidez en cada rose.
—Vamonos lejos de aquí, Viktor.
Le miro y me tiende la mano generoso. La tomo y le abrazo nuevamente.
—Esta vez, yo seré quien te proteja. Ya no sufras más. Estoy aquí, a tu lado y nunca me iré. —Yuri… Yuri…— pronunció su nombre en su regazo.
Cojemos las maletas y conduzco hacia la autopista. Su cabello ondula con el aire y sonrie hacia el cielo azul… tan radiante.
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—¿Viktor a donde vamos? —Tengo una pequeña cabaña cerca de la playa. Es alejada de todo este ruido cotidiano. Sin electrónicos y como compañía el amplio mar. —Que increíble. —Estoy seguro de que te gustará— sonrió y tomo su mano. —¡Si!
Llegados a nuestro destino estaciono el auto junto a la cabaña y comenzamos a bajar las cosas.
La suave brisa se estrella contra mi rostro. Cierro los ojos y respiro profundamente. El aroma del mar y el encantador sonido de las olas, es precioso. —Viktor— Yuri me abraza por la espalda dejando sentir su calidez. —Yuri— volteo para encontrarme frente a él.
Paso mis dedos entre sus cabellos y cierra los ojos. Me inclino y beso sus labios recorriendo con mi mano su hombro y bajando por su cintura.
—Te amo tanto Viktor Nikiforov. —Yo también Yuri Katsuki.
El sol se esconde entre el horizonte dejando el cielo de un tono naranja. Ambos tirados en la orilla quitamos nuestras prendas. Su piel bañada en el agua y dorada por el ocaso… es tan dulce. Su mano entrelazada en la mia… el tiempo pasa lentamente cuando hacemos el amor de la manera más pura e inocente sobre la playa. Tiempo… no te detengas.
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Al caer la noche nos recostamos en la arena aldedor de una fogata. Hablamos sobre la competencia y la falta que me hacia su presencia. Hablamos del universo y su inmenso espacio en la tierra. Reímos pese a cualquier cosa. El día de hoy termina abrazando su cuerpo al mio. Respirando tu aroma suave y besando tu carne.
