En el bosque

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Al final, me decido por explorar el corazón de la criatura.

Artemisa me mira y yo a ella. Ambas sabemos lo que pasará hoy...

Unas horas antes del mediodía, llegamos a la clase de E.F., la gente, incluída yo, nos preparamos para la prueba de fuego, o, en este caso, para la guerra de cacería. La prueba consistía básicamente en que con nuestras armas (o en caso de no tener armas propias, nos darían unas prestadas) matásemos a la mayor cantidad de criaturas del bosque y guardásemos sus pieles como trofeo y muestra de la caza, dentro del tiempo especificado. Esto sería fácil sino fuese porque cualquier otra persona puede robarte las pieles, por eso es importante coger un buen sitio para almacenar el botín.

- Artemisa... -le digo mientras le lanzo una mirada desafiante, ella hace lo mismo después.

Antes de empezar, Afrodita nos cita las normas. Debido a la gran cara de interés que presentamos, después de escuchar las normas, Afrodita da la señal, que indica el comienzo de la guerra.

Me dirigí al bosque junto a "el dios de la brasa".

Nos adentramos unos kilómetros adentro sin avistar a ninguna presa. Llegamos hasta una cascada. Nuestra respiración forzada interrumpe la armonía del lugar...

- Vaya... carrerita... ¿eh? -comenta con dificultad porque no le llega el aire suficiente a su organismo.

- S... i... -a mi tampoco me llega el aire.

Tras unos minutos de descanso, nos sentamos a los pies de un manzano. Cojo mi lanza y la miro repetidamente.

"El dios de la brasa" me mira...

- Ha sido un poco dura la salida... -dice intentando crear un tema de conversación, ¡cómo lo conozco...!

- Si, pero con algo de suerte, nuestra estrategia protegerá los restos de nuestras presas. Será lo mejor para nuestras vidas...

Pasadas las horas, decidimos buscar un refugio. Nos levantamos y vamos a lo alto de la cascada, donde parece haber un sitio algo arropado del azote de los elementos.

Observamos el lugar, tiene buena pinta, pero hay que prepararlo...

- ¡A coger ramas! -le grito a mi compañero, decidida.

Cuando recogemos las suficientes, buscamos algunas grandes hojas para que nos resguarden del viento y la lluvia. Construimos dos hamacas alejadas lo suficiente del suelo, donde poder descansar.

Cae la noche y nos tumbamos en nuestras respectivas hamacas.

Mi amigo ya se había quedado dormido, no sé como es capaz de dormir de forma tan relajada en una prueba tan importante como esta. Miro a las estrellas aunque apenas se veían, pero las pude identificar.

Había escuchado rumores acerca de cómo veían la gente mortal las estrellas, pensaban que tenían algún tipo de significado mágico... Les llegaron a poner a cada planeta nombres que hacían referencia a ciertas deidades, como Júpiter.

Las divinidades en la escuelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora