La desaparición

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Después de que la gente se sacudiese el polvo de la ropa, Afrodita comprueba las pieles de todas las criaturas de la gente que había participado.

- Artemisa y Ares... -dice en voz baja mientras apunta sus nombres en una hoja de papel.- Tenéis piel de estrag y de conefalralla... Pero no la de las dos piernas y la de los dos brazos.

Mira a su alrededor buscando a quien tiene la piel que falta.

- Atenea... Tienes la piel que falta. ¿Se la robaste a Artemisa y Ares?, es por saber.

Artemisa me mira muy seriamente y señalando su arco y flechas, a Ares, sin embargo, se le ve bastante nervioso.

- No. Artemisa y Ares nos la robaron.

Artemisa no dice nada, está sorprendida. Supongo que no se esperaba mi reacción.

- Y-yo..., me desvinculo del tema
-dice Ares, con miedo a las posibles represalias.

- ¿Está en lo cierto Atenea, Artemisa?

- Si.

- Vale.

- No hemos infringido las normas en ningún momento.

- Lo sé.

Afrodita se dirige a mí ahora.

- Tu tienes pieles de..., dos cabrilopings y la piel restante de conefalralla -termina de escribir-. Vale.

Hace una pausa y:

- Bueno, solamente diré quien ha ganado.

Hace una pausa para provocar tensión y se pronuncia:

-Ha ganado... ¡Atenea y "el brasas"!

Artemisa y Ares:

- ¡¿Qué!? ¡¿Por qué!?

- Ha estado bastante igualado, pero me he decantado por Atenea y "el brasas". Tienen un poco más de piel.

- Gracias Afrodita.

Veo como Artemisa se acerca.

- Enhorabuena Atenea.

- Gracias.

El resto del día nos fuimos toda la clase, salvo Artemisa y Hermes, al lago de lapislázuli. Pescamos algunas criaturas, bupblups, klarpas y demás, pero las devolvíamos al río.

La tarde daba lugar a la noche cuando llegué a casa, sin "el dios de la brasa". Me resultó extraño que la puerta estuviese sin el pestillo puesto y las plantas sin regar. Llamé y busqué a mi padre por todas aquellas habitaciones, pero nada, nadie contestaba. Tenía sueño así que bebí dos vasos de zumo, me duché y me fui para la cama. Puse algo de música y se terminó el día.

Las divinidades en la escuelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora