A ti, Destino

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Sabía desde el primer momento en que te conocí, que nuestras pisadas serían pantanosas en un sin fin de desdichas. Me hallaba entre cenizas; con el diablo flagelando mi alma ante la cólera de Dios, y cuando más lo necesitaba, apareciste, otorgándome tus besos para que hallara descanso, tus palabras; para coser las ataduras que me guardaban de la muerte... Por último, me dejaste el soplo de un baile infinito, en un destino sacrificado del que te autodestruiste para salvarme y dejarme en manos de la oportunidad, una leal amiga, que me recibió con los brazos abiertos y con la que hoy, lloro tu perdida.

El InterrogatorioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora