Insomnio

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Oh, mi dulce amante, que tan dulcemente se sumerge en el mar de los sueños, me maravillo ante tu exquisito aroma y la sinfonía única del latir de tu corazón. Observo tu belleza incomparable, entregándome al insomnio, enamorada de la luna. Y sueño despierta, entre tus largas pestañas, ver abrirse tus ojos de cielo.

¿Para qué quiero alas, si no puedo volar en ellos? ¿Para qué quiero unos labios si no son para besarte? ¿Para qué sirven las flores, amado mío, si no son para que tu dulce figura las haga palidecer cuando descansas?

Me has cautivado locamente, tanto que no deseo despertar.

Oh, mi dulce amante, permite a mi alma disfrutar de tu candidez, y reposar por un instante junto a tu corazón de niño. Déjala ahí, ése es su lugar. Incluso si me encuentras en los infiernos, mi alma estará contigo, porque no existe otro anhelo más que el de tu amor.

La música dorada son éstos poemas, que por tanto tiempo recitaste a las estrellas. Y mira, cuando adolecía como un ave enjaulada, contemplaba tu misma alma. Somos un par de tontos, enamorados hasta los huesos. Tanto, que a nuestros pies el tiempo detiene su ritmo, para contemplar admirado, el amor que mi amante me profesa.

En tu dulzura, encuentro resguardo. En tu sonrisa, me encuentro a mi misma. No me dejes volver a perderme, porque sin ti no soy distinta a un marinero errante. 

Oh, mi dulce amante, bajo tu mirada mis años pierden el tiempo. Entre tus brazos, mi alma encuentra la primavera.

Mi amado dragón blanco, mis alas han roto, y no puedo volar por mi misma. Permite a tu amada montar en tu espalda, y sentir la libertad de surcar el azul de tus ojos.

Deja que alcance el horizonte, tomada de tu cálida mano. Y que al final del mundo, cansada, al fin cierre los ojos para poder caer dormida a tu lado.

Pura Poesía De AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora