Hacía calor, muchísimo calor.
Los Sombrero de Paja no hacían practicamente nada, hacía demasiado calor para hacer algo productivo. Sanji, el cocinero, había preparado helados para todos, pero los boles descansaban sobre el suelo de madera del Merry, vacíos.
Nami, contenta por la estabilidad del clima, se había tumbado en una hamaca con un bikini, dispuesta a disfrutar de un día de sol. Robin, estaba sentada en una mesa, bajo una sombrilla, concentrada en un libro, haciendo caso omiso al bol de helado que estaba ante ella, ya medio fundido. Zoro estaba sentado en el suelo, en una esquina, echándose una siesta, como era habitual en él. Sus leves ronquidos retumbaban por todo el barco. Chopper estaba dentro, a la sombra, tratando de aguantar el calor que si a los demás se les hacía sofocante, a él se le hacía infernal. Sanji estaba en la cocina, preparando una segunda tanda de helados para todos, poniendo máximo cuidado en los de las chicas. Usopp también estaba dentro, terminando de ajustar uno de sus últimos inventos. Luffy estaba sobre la cabeza del Merry, gimiendo de vez en cuando por el calor y deseando ver aparecer la silueta de alguna isla en el horizonte.
Y Anais... Anais los observaba a todos sentada en la borda. A pesar del calor, no se había quitado su capa ni la capucha. De vez en cuando, observaba anhelante el agua. En aquellos momento lo que más deseaba era zamburllirse en ella y nadar un rato acompañada de los animales marinos, pero no creía que fuera una buena idea. Tal vez en el East Blue, donde había pasado los dos últimos años, habría sido una buena idea, pero aquello era el Grand Line, y no podía siquiera imaginarse lo que había bajo las tranquilas aguas.
La puerta de la cocina se abrió con un tintineo, y Sanji apareció con una bandeja repleta de helados. Luffy corrió como un niño hacia a él, y en menos de un segundo ya había conseguido su helado. A Anais le divertía aquel chico. Era como un niño pequeño; tal dulce, tan inocente... Como lo envidiaba.
Sanji fue repartiendo los helados a todos los tripulantes. Cuando llegó a Anais, dijo:
- Y aquí está tu helado, Anais-chan -frunció el ceño ligeramente al ver que tenía la capucha puesta-. Deberías quitarte la capucha, hace demasiado calor para llevarla puesta -comentó mientras levantaba la mano para quitársela.
A la velocidad de la luz, Anais levantó la mano y agarró la muñeca de Sanji. Sanji se quedó completamente quieto, con los ojos muy abiertos, sorprendido.
- Jamás -dijo Anais, dedicándole una mirada helada- toques mi capucha.
- D-de acuerdo -Sanji dejó el helado a su lado en la borda y volvió a la cocina, a preparar más helados, o tal vez a fregar los cacharros que había usado para prepararlos, seguramente preguntándose qué era lo que Anais escondía bajo la capucha. A ella no le importaba que él se lo preguntara.
Se ajustó la capucha. No le había gustado que la mano del cocinero hubiese estado tan cerca de la tela que le cubría la cabeza. Estaba segura de que se pasaría toda la tarde con la sensación de que la capucha se le iba a caer.
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La tarde había pasado, y el sol hacía tiempo que se había puesto. El aire era fresco, limpio, después del bochorno de la tarde. Todos los Sombrero de Paja estaban tumbados boca arriba en la cubierta, observando las estrellas, que brillaban como miles de velas encendidas en la oscuridad de la noche. Anais las miraba con añoranza. Sabía exactamente que estrella debía seguir para volver a su hogar, pero no podía volver, no hasta hacer lo que debía.
Luffy rompió el silencio en el que todos estaban sumidos.
- Bueno, Anais... ¿cuál es tu sueño?
- ¿Mi sueño? -Anais frunció ligeramente el ceño, apenas un temblor, que era muy llamativo en la inmovilidad de su rostro.
- Sí, tu sueño -respondió Luffy-. Es eso por lo que darías todo por conseguirlo, incluso tu vida.
- Sigo sin comprenderlo muy bien -dijo Anais-. Ponedme un ejemplo.
- Mi sueño es convertirme en el Rey de los Piratas -dijo Luffy, con una sonrisa de oreja a oreja-. El de Zoro es convertirse en el mejor espadachín del mundo. El de Nami dibujar el mapa del mundo. El de Usopp convertirse en un valiente guerrero de los mares. El de Sanji es encontrar el All Blue, el mar que recoge las especies marinas de todos los mares. El de Chopper es convertirse en un médico capaz de curar todas las enfermedades. El de Robin es conocer toda la historia del mundo, incluido el siglo del que no se sabe nada. Así que, ¿cual es el tuyo?
Anais se quedó pensando un momento. Jamás había pensado en tener un sueño, estaba demasiado ocupada en su misión. Pero, tal vez... su misión fuese de alguna manera su sueño. Encontrar a Didrieg y liberar a las personas a las que apresaba tal vez fuese un sueño, aunque siempre lo había sentido como una misión. Y luego estaba su otra misión... encontrar a ese pirata. Tal vez ambos fueran sueños suyos. A pesar de sus pensamientos, contestó:
- Por ahora no tengo sueños. Estoy demasiado ocupada en mis misiones. Tal vez cuando las cumpla... tal vez tenga tiempo para luchar por un sueño.
- ¿Misión? -preguntó Zoro, curioso.
- Es la razón por la que estoy con vosotros. Un detestable pirata me arrebató algo que amaba, y sé que en la siguiente isla lo encontraré y recuperaré lo que es mío.
Los ojos de Anais, que normalmente carecían de sentimientos, brillaron con una oscura chispa de rabia.
- ¿Odias a los piratas? -preguntó Nami- Lo digo porque has llamado detestable a ese pirata.
- Si los odiara, no os habría pedido que me llevaseis con vosotros -la chispa de rabia desapareció de su mirada, sustituida por diversión, aunque su rostro siguió tan inmutable como antes-. No odio a los piratas. Los admiro. Creo que son personas libres, y la libertad es el derecho más importante que tiene cualquier criatura. Por eso creo que los esclavistas, sean piratas o no, legales o no, son los seres más odiosos y detestables del mundo. Y los piratas esclavistas me dan especial asco, porque, siendo ellos tan libres, les arrebatan la libertad a los demás.
Anais hablaba mirando al cielo, con los ojos iluminados por las estrellas nocturnas, pero su mirada era oscura. La mirada de quien no tiene nada que perder.
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Hacía tiempo que había amanecido, y todos en el barco hacían sus quehaceres. Anais ayudaba donde podía, aunque por lo general no le dejaban hacer mucho, diciendo que era la invitada. Terminó sentada junto a Robin, que le había dejado uno de sus muchos libros, tratando de concentrarse en las letras, aunque era casi imposible por los gritos y risas de Luffy, Usopp y Chopper, que llevaban un buen rato jugando al pillapilla.
De pronto Zoro, que estaba en el puesto del vigía, grito:
- ¡¡¡ISLA A LA VISTA!!!
Anais se levantó lentamente de su silla, como en trance, y camino sin decir nada hasta la cabeza de Merry, desde donde observó el horizonte. Los Sombrero de Paja la observaban en silencio, de algún modo conscientes de lo importante que era para Anais llegar a esa isla, verla siquiera. La chica vio una silueta negra, recortada contra el cielo azul: un pico, alto y oscuro que parecía haber salido del mismisimo infierno.
Anais apretó con fuerza los puños. Había tardado cinco años, pero lo había logrado. En esa isla, se vengaría de lo ocurrido cinco años atras en una pequeña isla del Grand Line, de toda la libertad robada, de todas las vidas desperdiciadas.
En esa isla recuperaría lo que le arrebataron.
Siento que este capítulo sea más corto que los anteriores, pero espero que os haya gustado. El siguiente capítulo será más emocionante, os lo prometo :) Bueno, gracias por leer y votad; no seais timidos, que me animais el dia con vuestros comentarios!!!
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La chica de la sonrisa pintada (One Piece)
Fiksi PenggemarSipnosis en el interior. Es mi primera fic, espero que os guste ;) Todos los personajes y la historia son originales, excepto los que pertenecen a la serie One Piece de Eichiro Oda. Si quieres saber que personajes son de la serie, ve la serie ;)