|Capítulo 6 • Parte 2|

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Hyung
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JiMin se preguntaba que tanto había hecho NamJoon en las tiendas, que si bien se había tardado un montón e iba y venía por todos los lugares, el mayor no traía ninguna bolsa consigo, y eso se le hacía extraño.

—JiMin, esperame aquí. Voy a entrar un segundo al baño, ¿ok? —JiMin volvió su mirada al moreno y luego la llevó a la puerta del baño para hombres del centro comercial que estaba a su izquierda.

El menor se limitó a asentir mientras se apoyaba en la pared, esperando a NamJoon, que ya se había adentrado en los baños.

Miraba a su alrededor un poco entretenido, aún era temprano pero el lugar se empezaba a llenar de personas progresivamente. Había de todo un poco: niños, jóvenes, ancianos, extranjeros, todos iban y venían por todo el lugar. Las tiendas iban desde comida rápida hasta lugares con electrodomésticos pesados.

La mirada de JiMin jugaba por todo el lugar, hasta que una voz lo hizo congelarse casi en el acto.

—¿Qué? ¡No! JiOh no lo está buscando.

El pelinegro se giró por inercia más que por otra cosa, encontrándose con el rostro sonriente de su padrastro, que caminaba tranquilamente con un grupo de hombres, amigos quizá, al otro extremo del pasillo.

—¿No lo está buscando? —preguntó uno de los hombres— ¿Qué no es su hijo?

JiMin no fue capaz de moverse ni un centímetro al escuchar esas palabras.

¿Están hablando de mamá?, se golpeó mentalmente.

—Lo es —aseguró su padrastro, con una sonrisa sarcástica en el rostro—. Pero solo es un bastardo —comentó el hombre, el borde de las risas—. JiOh dijo que estaba cansada de él, y que si por ella fuera, ojalá y nunca regresara.

Los hombres desaparecieron por entre la multitud riendo a carcajadas, claro, sin notar en ningún momento la presencia del pelinegro parado frente a los baños, mientras que por su lado, JiMin empezaba a sentir un nudo en su garganta que no lo dejaba respirar. Sentía que en cualquier momento lloraría, que posiblemente caería al piso y que no sería capaz de contener sus lágrimas.

Mamá... ¿No quiere que vuelva?, eso fue algo duro de asimilar.

Él en verdad pensó que si algo salía mal, ella lo ayudaría, y ahora resultaba que, ¿estaba mejor sin él? ¿Qué no lo extrañaba? ¿Qué ni siquiera intentó buscarlo? ¿Qué... ni siquiera lo intentó?

Era consciente de que ese hombre no le permitiría a su madre que lo buscara, pero pensó, que solo talvez, por muy mínimo que fuera, ella lo intentaría, ¿y ahora resultaba que no? No lo podía creer, no lo quería creer, no era posible, ¿o sí?

El menor amaba a su madre y a pesar de todo, dolía... Dolía sentirse solo. Pensar que no lo buscaba, que no lo extrañaba y que lo terminaría olvidando. Dolía mucho.

—JiMin —interrumpió una voz que reconoció de inmediato, NamJoon había vuelto del baño, en medio de un nudo de sentimientos que el pelinegro trataba de ahogar sin éxito—. Vámonos ya. —indicó el mayor, sin volver a mirarlo.

Y JiMin lo agradeció internamente, su mirada estaba cristalina y probablemente alguna que otra lágrima se le había escapado sin que él pudiese hacer nada. No quería preocupar a NamJoon como siempre, y mucho menos quería que el rubio lo viera llorar otra vez.

El pelinegro se limpió disimuladamente las lágrimas, mientras seguía los pasos de NamJoon, que por alguna razón, eran más apresurados que antes. JiMin prácticamente corría tras el moreno, pero NamJoon parecía no notarlo.

Help Me. 남민 [NamMin] EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora