|Capítulo 6 • Parte 1|

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No, no
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Como todas las mañanas desde que estaba bajo el cuidado de NamJoon, JiMin contemplaba las cortinas rosadas de aquella gigantesca cama, como le era costumbre. Éstas se mecían al compás del viento en un perfecto vaivén de telas finas que resultaba realmente tranquilizador de ver.

Llevaba quizás un mes viviendo con el mayor, no lo sabía, la verdad era que había dejado de contar los días hace mucho ya. Las semanas se pasaban muy rápido a su parecer, aunque no le molestaba, es más, JiMin poco reparaba en la fecha o en la hora, se había acostumbrado muy rápido a estar así, tranquilo, sin pensárselo mucho.

Sonrió vagamente al darse cuenta de que hacía mucho que no descansaba en una cama, llevaba demasiado tiempo durmiendo en el suelo y acostándose en su cama solo por las mañanas, cuando su madre llegaba a casa y revisaba su habitación. Y más cuando ni siquiera podía disfrutar las pocas horas de sueño que lograba conciliar, ya que el suelo no resultaba muy cómodo que digamos.

Pero...

¿Porqué durmiendo en el suelo?

Se podría decir que su cama se había convertido en algo a lo que JiMin le tenía odio, odio y miedo. Para él ese lugar ahora era sucio y dormir en él le era imposible. Fue allí donde todo comenzó y por mucho que le doliera admitirlo, ya no se sentía seguro ni en su propia habitación, sin embargo, a la vez era su único refugio para llorar. Los recuerdos dolían mucho, el hecho de que dolieran mucho atormentaba al pelinegro cada vez que recordaba, JiMin suspiró con desánimo y respiró profundo cuando sintió las ganas de llorar, abrazarle.

Si quería dormir sería en el suelo, jamás en su cama o en la cama de su madre, que compartía con ese hombre, jamas en el sofá de la sala donde se sentaba ese hombre.

Dormir en aquel duro y frío piso antes que eso.

Y ahora estaba en esta gran cama tan suave y cálida, que a pesar de que sus horas de sueño eran cortas como antes, ésta las hacía placenteras. JiMin estaba feliz, y sin darse cuenta, sonrió vagamente, a pesar de ser una pequeña sonrisa, fue suficiente como para achicar sus hermosos ojos, que parecían sonreír junto a él. El pelinegro solo tenía ganas de caminar a la habitación de NamJoon y decir "gracias" por eso, y por muchas cosas más.

—Le diré a NamJoon que es una hermosa persona... —comentó el pelinegro para sí mismo, inconscientemente.

Cuando fuera capaz de hablar le diría a NamJoon que... Espera...

¿Acabo de hablar?, se cuestionó en sus adentros, con una mueca de incredulidad.

JiMin se levantó de golpe, quedando parado sobre aquella blanda cama. Abría y cerraba la boca repetidas veces, pensando en algo que decir, pero parecía no decidirse por nada.

—¿N-NamJoon? —fue lo primero que se le vino a la mente, y, una sonrisa se formó en sus gruesos labios color rosa, al escuchar su voz, un poco débil y algo desafinada, pero posible de escuchar. Empezó a dar saltitos en la cama como si de un niño que esta esperando la navidad se tratase—¡Puedo hablar! —gritó eufórico.

Para él era frustrante no poder decir nada y solo negar o asentir dependiendo de la circunstancia, pero ahora ya podía hacerlo, podía hablar y ese era motivo suficiente para estar feliz.

—Kim NamJoon. —pronunció JiMin, con una pequeña sonrisa naciendo en su rostro, sonrisa que llegaba a ser algo tímida.

Siempre quiso decir ese nombre, pero antes jamás pudo, el nombre de la persona que lo ayudó, de esa persona tan buena, de Kim NamJoon. Ahora ya podía, no había porque callar, ahora podría tener una charla con NamJoon como alguien normal.

Help Me. 남민 [NamMin] EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora