|Capítulo 4|

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Amable
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Dolía... Su estómago dolía demasiado, tenía habré, mucha hambre.

Desde hace dos semanas la misma sensación vacía en su estómago que lo estaba matando, ni siquiera podía dormir, y es que JiMin casi siempre lo máximo que lograba dormir eran tres horas, pero los últimos días el hambre no lo dejaba dormir ni una.

El cuerpo de JiMin constantemente se mantenía débil, y eso se debía a la falta de nutrientes, ya que no comía casi nada, pero ahora no se sentía débil, se sentía hambriento, muy hambriento.

Y el aroma de la comida que NamJoon preparaba cada mañana no ayudaba para nada, eran casi como una tortura para el estomago del pelinegro, apenas eran las cuatro con algo de la madrugada y NamJoon ya estaba cocinando, casi siempre lo hacía a la misma hora y cada vez era algo diferente y realmente delicioso. JiMin estaba totalmente hambriento y no supo en que momento se encontraba caminando hacia la cocina.

Son... ¿Panqueques?, pensó automáticamente.

El menor se asomó por la puerta con un poco de cautela, y, pudo ver que la mesa estaba servida. El pelinegro se relamió la boca al ver lo que Kim había preparado esta mañana, todo se miraba realmente delicioso. Su estómago rugía de hambre, y es que lo que su nariz lograba percibir era el dulce aroma de fresas recién cortadas.

JiMin se pensó y repensó si debería aunque sea darle un bocado, pero el simple hecho de que arrojaría todo lo que comería, le desagradaba, así había pasado los últimos días desde que estaba al cuidado de moreno, con hambre, pero reusandose a comer. No quería estar vomitando y tampoco quería recordar el motivó de porque no comía, así que decidió dar media vuelta y regresar a la habitación.

Eso, hasta que un aroma endulzante lo atrapó.

¿Chocolate...?, y se giró sobre sus pasos.

NamJoon estaba derramando chocolate sobre los panqueques y la frutilla cortada. El dolor en su estómago lo estaba matando, nunca se había sentido tan hambriento en toda su vida, ni siquiera cuando llevaba tanto tiempo comiendo a penas, realmente estaba considerando si comer o no. Y es que ya le había clavado un ojo a las fresas cubiertas con jarabe de chocolate.

—¿Quieres? —preguntó la ronca voz de NamJoon, quien sonrió divertido al ver la expresión sorprendida de JiMin siendo pillado.

El moreno desde hace unos minutos se había percatando de la presencia del pelinegro. Todos los días JiMin bajaba, lo espiaba desde la puerta, miraba como él comía, y luego regresaba a su habitación. El menor nunca se animaba a entrar y comer, así que NamJoon pensó que el chocolate le ayudaría a convencerlo, ¿porqué a quien no le gusta el chocolate?

JiMin al principio negó, pero cuando vio que NamJoon le dio el primer bocado a los panqueques, e hizo una expresión de satisfacción, asintió rápidamente.

—Eso es bueno —NamJoon sirvió otro plato con los panqueques y una gran cantidad de fruta, y volvió su mirada a la expresión hambrienta que JiMin tenía, sonriendo divertido mientras vertía chocolate sobre la comida—. Siéntate.

JiMin no necesitó que se lo pidieran dos veces cuando ya estaba sentado y esperando el tan anhelado desayuno. Estaba hambriento y no importaba que vomitara todo después, al menos calmaría el dolor de su estómago. NamJoon ni siquiera había terminado de colocar el plato sobre la mesa cuando éste ya le estaba dando el primer bocado, JiMin llevaba casi un año comiendo apenas y realmente estaba disfrutando el sabor del chocolate deshaciéndose en su boca, combinado con el agridulce sabor de las fresas rojas.

Help Me. 남민 [NamMin] EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora