6. Embriágate

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La brisa entraba por la ventana, y removía sus cabellos negros suaves y tiernos, los rayos de la luna acariciaban delicadamente su piel bronceada, las sabanas, fieles a su cuerpo desnudo, lo marcaban aun sin hacer justicia a lo que había debajo de ellas, y yo, yo solo la miraba desde el otro lado de la habitación, detallando todo lo que podía tener contacto con ella, sintiendo celos de que pudieran sentirla, acariciarla, cuando yo, quería ser el único con la capacidad y el poder de hacerlo, la quería solo para mí, la quería desnuda toda la vida sobre mí, sin que ella necesitara más que a mí, de la misma manera en que mi alma, mi cuerpo, mi vida, la necesitaban a ella. Hoy dormía tranquila en nuestra cama, tan tranquila como nunca la había visto desde que decidimos vivir juntos, de hecho, antes de eso, tampoco la había visto dormir con la respiración pausada, sin despertarse cada cinco minutos, sin llorar, o vomitar, de hecho, no me había acostado a su lado por el miedo de perturbar su calma, sé que la necesitaba, sé qué hace mucho no la tenía, y también sé que la merecía. Cuanto la amaba, la había amado desde el primer momento en que la había visto bailando en aquella discoteca, y la seguí amando cuando esa misma noche la vi tan ebria o tan drogada, si no era ambas, que no podía levantarse de la silla aunque seguía bailando con movimientos torpes y pesarosos, la ame cuando luego la vi caminando por la calle un día cualquiera, agitando los brazos agresivamente hacia un hombre que la seguía desesperado que rogaba por su amor, y la ame cuando nuevamente cuando en una fiesta me invito a bailar, y desde ese punto, quizás, le exprese todo ese amor. No suena bien, lo sé, Carolina era alcohólica y drogadicta, ella simplemente no estaba bien, y no por causa del aguardiente, de la cerveza, del ron, del LSD, de la cocaína, o la marihuana, no, todo eso lo utilizaba para olvidar o no sentir el hecho de que no estaba bien, y que puedo decir yo, quizás tenía un complejo de arreglar personas rotas, o tal vez, en sus momentos de su sobriedad, sé que valía la pena luchar por esa mujer, por salvarla de su infierno, de revivir su agonizante esperanza, porque sé que ella aun la tenía. Mientras detallaba su tatuaje de un círculo en el cuello, donde según ella se reunía todas sus chacras, recordé todo lo que habíamos tenido que pasar para llegar a este momento, para que ella llegara a este momento de paz. El día de la fiesta que ella me invito a bailar, aun no estaba ebria, y la verdad no sé si drogada, pero sé que mi emoción por su acto fue demasiado, y entre nervios y pasos torpes, no pude decirle mucho, así que simplemente decidí cogerla de la mano, llevarla a un lugar donde no hubiera tanta gente, y sin dejar que ella dijera alguna palabra me lance sobre su boca, ávido y hambriento de sentir sus labios entre mis dientes, mi lengua en contacto con la suya, en un baile sensual, sé que ella no se lo esperaba, y yo tampoco en cierta parte, pero no diré que me arrepiento, fue entre las mejores decisiones que tome en mi vida, fue el momento, en que empezó nuestra historia. No puedo decir que soy la persona más estable del universo, o la persona más fuerte emocionalmente, y mucho menos que se lidiar perfectamente con alguien que necesita ayuda pero no la quiere, tampoco soy paciente, y tampoco soy tranquilo, pero quería ser para ella, un bote salvavidas, o su jardín favorito, su silla de descanso o simplemente alguien.

Después de mencionada fiesta, temí no volver a saber de ella, pero en sincronía con mis pensamientos,recibí un mensaje, donde declaraba su amor por mí, y las ganas estremecedoras que tenia de volver a verme, volver a sentirme, y volver a besarme, supuse que estaba ebria, puesto que el mensaje me llego a las tres de la mañana y fue más un código que tuve que descifrar entre palabras escritas torpemente, pero aun así, la emoción que sentí no tiene comparación, y la dulzura que tuvo mi respuesta expresaba que lo que yo sentía por ella, era más fuerte, así que la invite a almorzar ese día,valientemente, valentía que no se me fue retribuida porque fui rechazado por primera vez, la excusa, el guayabo no la dejaba ni levantarse de la cama, decepción, si, esa es la palabra perfecta para describir como me sentí, pero dentro de mí, y aunque si bien con otra mujer simplemente, y vulgarmente diciendo, la hubiera mandado a la mierda, a ella, en la mierda la recogía si quería. Pasaron semanas, y nuestros encuentros casuales se convirtieron en citas programadas, y el amor, que ya sabía que sentía por ella, se convirtió en algo tan grande y fuerte, descontrolado y en ocasiones obsesivo, salíamos a cine,donde sorpresivamente la mayoría de las veces, simplemente se recostaba en mi hombro y dormía profundamente, aunque había sido ella la que me había presionado entusiasmadamente ver la película, su cabeza encajaba perfectamente entre mi clavícula y mi barbilla, otras veces solo íbamos a su casa, nos acostábamos en su cama con las manos agarradas a hablar con la mirada, yo detallaba sus ojos oscuros, tan oscuros, tan grandes y expresivos, eran los ojos más bellos que jamás había visto alguna vez, de los besos saltamos al sexo, el sexo salvaje, agresivo y desesperado, ese sexo que termina en un orgasmo gritado que bien puede ser una súplica de auxilio, un alarido de gloria, un salto del más profundo infierno que te permite ver el cielo por escasos segundos, luego nos recostábamos mirando el techo tocándonos solamente  la punta de los dedos, y ella se quedaba dormida exhausta entre pesadillas y lágrimas, y yo, entraba en ese estado de desesperación porque no podía darle lo único y lo que ella más necesitaba, calma. 

CONTINUARA...   

CUENTOS CORTOS DE MALOS AMORESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora