13. NO.

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Juana empezó a escribir en el espejo empañado por el agua caliente de la ducha el nombre de él, trazando con cuidado cada una de las letras procurando que fuera claro y legible, y cuando finalmente dejo de escribir, leyó el espejo con aire trágico, dramático, y en un ataque de locura, borro el nombre con la mano sin dejar si quiera algún borde de alguna letra, entonces, entro a la ducha y sintió en su piel el agua hirviendo, sintió como se quemaba y recorrió por su piel un extraño placer, un recordatorio que su piel aun sentía algo más allá del tacto de las manos de un "desconocido", y al mismo sintió ira, de saber que el simple recuerdo de esas manos le erizaba la piel a pesar de estar quemándose en agua caliente, agarro el jabón y la esponja y con rabia, con desprecio por ella misma, se restregó fuertemente cada parte de su cuerpo, una y otra vez, como si tal acto, mas allá de limpiar, o raspar su dermis, limpiaba los recuerdos de los besos, las caricias, las babas, que alguna vez recorrieron su cuerpo, y solo hasta que sintió que su piel, ya enrojecida, le ardía, dejaba la esponja y se atacaba a llorar en un llanto desesperado, ahogado, y soltaba gritos de súplica a este dios inmaterial y etéreo, rogando un poco de piedad para su alma atormentada por los recuerdos.

Juana estaba sentada en su cama, aun desnuda, mirando hacia la nada, en un viaje fuera de su habitación, donde estaba en el sofá con el sensual y atractivo Lorenzo besándole el cuello con ternura, y acariciando sus muslos por debajo de su falda de cuero cada vez más cerca de su sexo, y aunque su corazón latía al ritmo de la electrónica que sonaba de fondo y se sentía mojada y lista para recibir un miembro dentro de ella, su cerebro un poco disperso por el alcohol, le susurraba que parara, que detuviera a ese hombre que apenas conoció esa noche, que realmente ella no quería tener sexo con él, así que el cuerpo lento y entorpecido de Juana intento alejar a Lorenzo, una vez, dos veces, y agotada intento una tercera vez, pero no lograba que el si quiera retrocediera, para él era una motivación para acercarse más, para apretarla en los muslos, para agarrar la muñeca de la mano que intentaba apartarlo y colocarla en su miembro desnudo y erecto, Juana suspiro un poco frustrada con la situación y empezó a ver los defectos de aquel hombre tan guapo que había conocido en la discoteca y que la había seducido con miradas salvajes y coquetas, y ella en su plena libertad, decidió que era buena idea besarlo, bailarle de espaldas con movimientos insinuadores y sensuales, y finalmente llevarlo a su casa. Es cierto que Juana actúo con la intención de acostarse con Lorenzo, pero ahora no quería, y también era válido decir no, así que grito, no.

- Vamos Juana, no puedes calentar lo que no te vas a comer.

- Realmente no quiero hacerlo.

Lorenzo aparto el rostro del cuello de Juana, y la miro directamente a los ojos, si antes a Juana le había parecido que él tenía ojos misteriosos y vivaces, ahora le parecía más que su mirada era similar a la de un lobo, hambriento y furioso, con ganas de despedazar a su presa y su corazón antes acelerado, se detuvo por un momento, y predijo lo que sucedería.

- Eres una maldita puta.

Dijo entre dientes y agarro la muñeca libre de Juana y se subió encima de ella que estaba paralizada por el miedo, y el empezó a morder sus senos por encima de su ropa con violencia, y así Juana reacciono, grito del dolor e intento soltarse de las fuertes manos de ese asqueroso ser y patalear para intentar quitarlo de encima, y fue un puño en su rostro que la paralizo de nuevo, mientras Lorenzo le quitaba la falda, rasgaba su blusa, apretaba sus senos, y la ahorcaba mientras se introducía entre las paredes secas de Juana, escupiendo para poder entrar mas fácil, y Juana vio su rostro nubloso pero distinguió los gestos de placer, y se sintió asqueada, y derrotada. Se había quedado tirada en el sofá, con las lágrimas cayendo por sus ojos y la blusa desagarrada y el dolor en cada parte de su cuerpo, se levantó, agarro su falda y se la puso, ordeno el sofá, salió del apartamento, fue al hospital y empezó el calvario real.

Juana entendía la situación, a pesar de las circunstancias, sabía que la sociedad le diría que ella había sido la culpable que una tragedia así le sucediera, su forma de vestir, salir de noche solo con amigas, provocar a Lorenzo, llevarlo a su casa, estar alcoholizada, darle señales equivocadas (que realmente eran correctas) que aquella noche habría sexo, y posteriormente decirle, no, y dijo no porque ella ya no quería, y era válido, pero eso los demás no lo comprendían, y aun así, Juana estaba dispuesta a levantar la voz más alto, hacerse la fuerte y poder seguir gritando el no, porque nada justificaba lo que le hicieron, nada justificaba que ahora Juana se culpara, y se sintiera sucia todos los días, que ahora ya no usara faldas, ni nada considerado provocativo o que mostrara mas de la cuenta, nada justificaba que no pudiera sentir la cercanía de otro hombre porque sentía miedo, puro y físico miedo de solamente sentirlo cerca, nada justificaba que Lorenzo siguiera su vida feliz, como si nada, mientras ella lloraba cada noche, y repugnaba su existencia, por eso, ella decía, no, no voy a permitir que si fui violada sexualmente, la sociedad sea a mi quien me culpe, quien me castigue, y sea yo la que sufra las consecuencias. NO. 


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⏰ Última actualización: Aug 20, 2020 ⏰

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