9. Cobarde.

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Cobarde. Se va a casar.

Cobarde. Acostados desnudos en la cama mirándonos a los ojos, hablándonos de vidas pasadas y contándonos los secretos del alma, profesábamos un amor que podía igualar al de Romeo y Julieta, con un poco más de esperanza y menos de tragedia, éramos las piezas que encajaban perfectamente en el universo, en el todo, él era lo que me faltaba y yo era lo que el necesitaba, y puede sonar muy cliché lo sé, pero en realidades reales, estas cosas pasan. Nunca le había dicho que era el amor de mi vida, y nunca habíamos hablado del futuro, aunque confieso, que dentro de mí, sentía con total certeza el hecho de que el estaría conmigo esta vida, y una eternidad en la muerte, era el indicado. Teníamos una buena relación, empezamos como normalmente las historias trágicas de amor empiezan, con el odio de todo el mundo por lo que está naciendo, con la inevitable sensación de que lo nuestro duraría poco, y con el miedo incesante de perdernos el uno al otro, pero el desarrollo de nuestra historia, es diferente, supimos como vencer los miedos, como reconstruirnos después de las demoledoras historias previas a nosotros, y como ser felices, como ser nosotros, como no perdernos, como enamóranos todos los días. ¿Suena utópico, irreal, mentira? Lo sé, es difícil que ustedes lo crean, cuando en cada momento de nuestra relación, yo tampoco lo creía, las cosas no suelen ser tan buenas, no todo es calma.

- ¿en qué piensas?

- En que ya es tarde y debería irme a casa.

Cobarde. Me levante y empecé a buscar mi ropa esparcida en la habitación, éramos de esas personas que tenía sexo salvaje, desesperado, donde la ropa terminaba regada, encima del televisor, debajo de la cama, y en la entrada de la casa. Mis bragas, mis bragas, donde están mis bragas.

- mentirosa.

Cobarde. Me agarra de la cintura con un brazo, me besa la espalda, me entrega mis bragas, le sonrió, y lo beso dulcemente en la boca, me levanto para terminar de vestirme, no encuentro razones para decirle que pensaba en él, que la mayoría del tiempo solo es él, que aun sin intención en mi mente solo camina el, de una manera obsesiva, posesiva, tiene todos los rincones de mi cuerpo, por dentro, por fuera, impregnados de su aroma, de la colonia tan varonil que usa, con su aroma personal, el aroma de sus babas, de su alma, de su aura, de todo lo que lo conforma.

Cobarde. Esa fue hasta ahora la última vez que nos vimos. Las malas noticias son las primeras en llegar, dice mi madre, y así fue como la noticia de su matrimonio llego a mí, cual tornado, destruyéndome por dentro, revolviéndote los intestinos junto a los sentimientos más profundos de mi ser, han pasado tres años, y aun, dentro de mí, guardaba la estúpida esperanza de al menos, tenerlo cerca una vez más, entregarnos como las veces pasadas, y esta vez, esta vez, decirle la verdad sobre todo lo que cruza mi mente, sobre todos mis deseos sobre su cuerpo, sobre nuestro futuro, decirle que yo soy la que quiere caminar al altar hacia él.

Cobarde. Lo nuestro terminó por mí, eso hace todo un poco más irónico, más trágico, y hace de mi un poco más estúpida, idiota, incoherente, y merecedora de todas las desgraciadas noticias que vengan acompañadas de su nombre. Lo nuestro termino porque fui incapaz de creer que lo nuestro era real, porque me distraje en otros labios, en otro sexo, en otro aroma, y nunca encontré el camino de vuelta a él, y un día como hoy, se cuál era el camino, pero ya es tarde, ya es tarde porque es otra la que disfruta de él, de su amor, aunque sé que no lo ama, no se lo hace, no lo llena como yo lo hacía, y él lo sabe, yo lo sé, y la otra debería.

Cobardía la mía que escape sin razón solo porque sentí en el pecho algo real, porque escape de lo perfecto, de lo sano, y de lo bueno, por ir tras algo que aún no sé qué es, que no encuentro, cobardía la mía, por esperar tanto para regresar. Cobarde, cobarde, y cobarde.

CUENTOS CORTOS DE MALOS AMORESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora