12. Dentro de su abrazo.

54 0 0
                                    


Esta es otra historia de una amante que se enamora. Una vez tuve una pareja, o algo así, reíamos a carcajadas, nos hacíamos cosquillas, nos mirábamos a los ojos por minutos eternos, hablábamos hasta que el sol nos escuchaba, teníamos sexo como salvajes, y dormíamos con la paz que sólo te da la sensación de seguridad, y no había otro lugar en el mundo en el que me sintiera tan segura, como dentro de su abrazo.
De él aprendí ciertas cosas en la cocina, en la cama y en la vida. Por ejemplo, lo efímero de las sensaciones de bienestar, el dolor que causa cuando te dejan de abrazar el alma, y sobretodo, como re armarme después de descubrir que todo era mentira.

Sé que las cosas estaban mal, aunque con él me sintiera tan bien, a veces el timbre de llamada de su celular me recordaba que todo lo nuestro era mentira, que vivíamos en una burbuja de mentira y me llegaba la culpa, que luego él se encargaba de borrar con sus fuertes brazos alrededor de mi cintura y algunos cuantos besos en el cuello. Pero todo estaba mal. Y lo estaba porque me había enamorado de él, de ese hombre que en poco tiempo se iría nuevamente a su ciudad, con una novia de seis años que amaba, y le propondría matrimonio, y yo... bueno, yo me quedaría con nada, con recuerdos que estarían en mi como tatuajes.

Debí dejarlo ir desde el instante en que supe que tenía novia, debí dejarlo ir desde el momento en que acepto el hecho que tuviera novio. El que juega con fuego, corre el riesgo de quemarse, y nosotros, bailamos sobre las llamas, reímos mientras nos abrazaban la piel, para finalmente permitir que ese amor se consumara, y quedaran únicamente cenizas, de las que el viento se lleva, de las que no vuelve a renacer nada.

No fui la mujer que engañaron y negaron una relación para poder llevarme a la cama, de hecho, fue tan sincero y claro con la situación que no puedo alegar que no tenía conocimiento de su vida real y yo hice lo mismo. Su boca con palabras no me lo propuso, pero su boca con un beso que te enciende los lugares más oscuros si lo hizo, y yo, débil a los encantos de un hombre tan varonil y hermoso como el, no me pude negar, y permití que su lengua fuera exploradora de todos los labios de mi cuerpo, y después de que sucedió una vez, no pude volver a decir que no.

No puedo decir con certeza el momento en que supe que lo amaba, bien pudo haber sido el día que me dijo que le gustaba mi sonrisa, o bien pudo ser también el día que se marchó, o tal vez lo ame desde el primer momento pero lo confundí con mi hambre de su carne, y la sed de su boca que me llevo a su cama durante todo un año. Pero efectivamente sé que lo amaba, lo sabía porque empecé a fijarme en detalles, en esos detalles que podrían tacharme de obsesiva, como acordarme de su sabor de helado favorito, de la forma en que apretaba la mandíbula cuando le decía que él era muy guapo, o en los tics que tenia al dormir,  porque empecé a querer mas de el en el sentido en que quise ir a cine, a tomar café, o simplemente estar mirándolo sin hacer nada viéndome con sus hermosos ojos descarados en el marco de sus hermosas pestañas.

Se porque no me eligió, o me gusta creer que se porque no me eligió, nadie sacrifica tanto por tan poco, con ella tenia una vida, una idea de familia, seguridad y agradecimiento, historia y tiempo, y conmigo... conmigo tenia la certeza de que así como yo engañaba cada tarde a mi novio, bien podría hacérselo a él, además no vivía en su ciudad y él no se quedaría en la mía, porque aquí, así me tuviera a mí, no era feliz, aunque yo sé, que hubiera corrido tantos riesgos solamente por tenerlo cerca, por poder verlo, por hacerlo yo feliz.

Después que se fue, las cosas se tornaron tan lejanas, tan frías, el amor se volvió solo en una dirección, y me fue difícil entender porque, porque si el para mi era todo, yo para el solo la mujer de turno que coincidía con sus horarios, que estaba cerca de el, alguien que el sabía que no diría no, y me dolió el alma, me dolió la vida, me pregunte tres mil veces cada noche, si cuando nos quedábamos en la cama mirándonos los ojos, diciéndonos cosas que nuestras bocas no podían, o cuando él me prometía que me protegería de todo aquel que quisiera hacerme daño, que yo era la única, si los deseos de nuestra soltería, para poder entregarnos en miles sentidos más de los que ya nos entregábamos... ¿todo había sido mentira?  

No tuvimos despedida, no pude decirle lo que tantas veces quise hacer, no pude besarle y decirle que siempre una parte de mi seria suya, no pude decirle que realmente lo quería, y mucho menos decirle que realizara algún sacrificio por mi, eso nunca lo haría, solo un día se fue, sin decirme adiós, o si volvería pronto, o al menos, que me olvidara de el.

Ha pasado tiempo desde esta historia, yo termine con el novio que engañe con el, no por mis engaños, si no por los suyos, ninguno de los dos eramos felices en esa relación y buscamos en diferentes sexos y de diferentes formas llenar los espacios que dejamos en el otro.

Se que todo tiene su razón de ser, pero dolió tanto, y duele aun, duele mas cuando veo las fotos que sube con la que sera su esposa en poco tiempo, embarazados y felices, y quizás, dentro de mi, también me alegro por el, aunque no este conmigo, y es que con todas las cosas bonitas que me brindo, de las cosas que me enseño en la cama y en el amor,  no hay lugar en mi para el rencor, aunque para el todo fuera un juego, una aventura, para mi, fue algo mas, algo que marco mi vida, por muy cursi que sea. Esta es otra historia de una amante que se enamora.


CUENTOS CORTOS DE MALOS AMORESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora