Capitulo 11

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Elizabeth no le hizo caso y seguia tirando bolitas de nieve, se escondió en uno de los árboles para que no le tirara.

— Elizabeth, Donde estas? Te voy a encontrar —dijo agarrando una enorme bola de nieve.

Detrás del árbol Elizabeth se encontraba riendo, volteo para poder verlo y pensó de que no era como todos decían, era diferente.

— Te encontré!! — le lanzó la bola de nieve.

— Meliodas, hay que hacer otra cosa —sonrio— quieres darle comida a los pajaritos.

— Comida? —la miro intrigado.

— Claro!!, ven toma —extendio la mano de el para darle una porcion de comida— quedate quieto no te vayas a mover.

Poco a poco las aves se acercaban a el,se posaban en sus hombros y otras en sus manos, lo cual no le gustó y sacudió su cuerpo.

— Los estas asustando! —dio un suspiro— Toma intenta otra vez.

Meliodas otra vez se quedó quieto, parecía una estatua, Elizabeth se acerco a el y le dijo.

— Tranquilo —sonrio, un pequeño pajarito se acerco a el y empezó a comer.

— Esta comiendo!! —se quedó asombrado.

—Elizabeth aun tenia su mano posada en el y le dedicó una leve sonrisa—no están difícil, verdad.

— Nadie se había quedado tanto tiempo conmigo —miraba al pajarito con una sonrisa.

— Meliodas... Ven entremos esta haciendo más frío —se levanto, y le dio su mano para que se levantará.

El accedió y ambos entraron al Castillo.

— Quieres un poco de chocolate —miro a la cocina.

— Claro..

.
.

Elizabeth no se tardó mucho haciendo el chocolate y se sentarán en el comedor.

— Meliodas siempre estuviste solo? —dijo mientras daba un sorbo a su chocolate.

— No, hubo un tiempo en que estuve acompañado..

— Enserio!!! Me podrías contar esa historia —dijo un poco apenada.

— Para que quieres saber sobre mi pasado —le dedicó una mirada fría.

— Bueno no tiene nada de malo saber sobre tu pasado.

Asintió, agarro la mano de la chica para dirigirse a un salón muy grande con mucho libros en su interior cada uno tenia su lugar, era un lugar muy impecable.

Agarro unos cojines y los puso en el suelo.

— Si yo te cuento esto, entonces tu también debes contarme algo.

— Esta bien no te preocupes —sonrio.

— Cuando recibí esta maldición, dentro de mi era todo un caos no sabia que hacer, no siempre tenia la forma de humano.. Antes de que aprendiera a controlarlo era una bestia, no tenía control de mis propias emociones y mataba sin cesar.

Pero un día cuando ya me había acostumbrado a esta nefasta vida y había dominado mis transformaciones. Vi entrar a una chica, al parecer venia para curiosar el castillo pero me sorprendí más cuando vi a un chico detrás de ella no era muy alto y con el cabello café, se podía oír su conversación.

— Diana,  estas segura de que aquí hay alguien —se veía asustado y temblaba así que lo di por un miedoso, pero la chica era más intrépida.

— No te preocupes King, no creo que sea un castillo embrujado —se veía decidida así que decidí ponerles una prueba.

Me acerque a ellos con una de mis transformaciones rasguñe las paredes y deje marcas en el suelo, eso hizo que se sobresaltaron y pude ver el terror que corría por sus venas.

—¿Quienes eres tu? —fue lo primero que pregunto la chica.

— Soy el dueño de este Castillo —le dije, pero al parecer no les causó miedo.

— Yo soy Diana y el es King —se presentó.

— Hay algo raro en ustedes...

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