Parte siete.

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La ropa de los dos adolescentes yacía tirada sobre el suelo, alrededor de la cama, siendo olvidada. Mientras que ellos dos seguían "luchando" con besos en la cama, arrugando las sábanas bajo sus cuerpos calientes y acariciándose mutuamente sin intenciones de detenerse.

Ambos ya se hallaban completamente desnudos, frotando sus cuerpos, jadeando y gimiendo. Pero ninguno de los dos podría soportar más tiempo así, sin dar el siguiente y último paso hacia el orgasmo que posiblemente les llegaría antes de tiempo.

Entre los besos desesperados y las caricias, Derek desvió su mano derecha hacia su propia entrepierna, tomándola por la base mientras sentía que las piernas del castaño se abrían más para él, como si estuviera ofreciéndose. Era el momento perfecto para penetrar a Stiles, y lo sabía, fue por eso que no dejó pasar más el tiempo; por lo que posicionó su húmedo y rosado glande sobre la entrada del otro.

Derek no tuvo piedad alguna, y tan sólo se dejó llevar por su lujuria al tiempo en que entraba en Stiles con una dura embestida, oyendo cómo el castaño gemía algo adolorido pero satisfecho también.

– Bruto...– gruñó Stiles, apretando la cintura de Derek con sus piernas una vez que sintió todo su interior bien llenado –. Siempre...te tendré envidia por...tenerla tan grande, joder – balbuceó, mordiéndose el labio al percibir que Derek comenzaba un ligero vaivén con sus caderas.

El azabache se limitó a sonreír ante la frase, estando más ocupado en el placer que le generaba el apretado recto del castaño al forrar su erección perfectamente, obligándolo a gemir. Se sostuvo con sus codos, poniéndolos sobre el colchón junto a cada lado de la cabeza de Stiles, quien seguía gimiendo por culpa de esa precisa fricción que causaba el glande del otro contra su próstata sensible.

El lento vaivén fue aumentando de ritmo conforme ambos chicos lo creían necesario; fue entonces cuando Stiles puso sus manos sobre el pecho de Derek, tratando de decirle entre gemidos que quería verle, y que esa posición no le daba la oportunidad de hacerlo muy bien. Cuando Derek por fin logró entenderle, detuvo sus movimientos poco a poco, quedándose quieto en espera de saber qué era lo que el castaño tenía en mente.

No tuvo que esperar mucho para que Stiles echara a andar su idea, empujando a Derek sin mucha fuerza para que éste quedara sentado sobre el colchón al mismo tiempo en que Stiles se sentaba sobre sus piernas, con los brazos sobre los hombros del azabache, pudiendo entonces mirarlo a la cara como quería.

– ¿Te sientes menos pasivo si estás arriba de mí? – bramó Derek mientras posicionaba su miembro sobre la entrada de Stiles, que únicamente tuvo que sentarse suavemente para ser penetrado de vuelta.

– Sí...– jadeó Stiles, moviendo su cadera de arriba a abajo por la extensión de Derek –. O bueno, quizá sólo me guste...ver lo que soy capaz de hacerte – un gemido se le escapó de los labios con tan sólo sentir las manos del azabache tomándolo por su cintura para marcarle un rápido ritmo a sus movimientos de cadera.

– ¿Y qué me hiciste? – cuestionó Derek, acariciando el cuello de Stiles con la punta de su nariz.

– Excitarte, supongo – respondió él, gimiendo todas aquellas veces en que las manos de Derek viajaron por su espalda, sus costados, sus piernas...

Pero no tuvo oportunidad de gemir más, pues Derek atrapó sus labios en otro de esos besos desesperados que solía dar.

Las caricias de Derek se volvían más duras, sus dedos casi arañaban la piel del castaño dentro de su lujuria, como si de una bestia se tratara. Los besos se habían vuelto más apasionados, con más mordiscos, con más jadeos. Stiles, por su parte, se aferró a la espalda del azabache, encajando sus uñas cortas en la piel del otro, haciéndolo gemir de gusto. Sus movimientos aumentaron gradualmente hasta el grado de únicamente escuchar con fuerza cómo sus pieles chocaban por culpa de las embestidas duras que el mismo Stiles repetía una y otra vez, deseoso de alcanzar su orgasmo, el cual cada vez estaba más cerca en ambos.

T.S.O.T.S.G 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora