Parte nueve.

824 122 44
                                    

Los adolescentes detuvieron su caminata una vez que estuvieron de pie frente a una tienda de ropa. Stiles miró hacia Derek, no sabiendo exactamente lo que éste tenía en mente, sintiéndose preocupado por eso, porque la sonrisa que esbozaba el azabache no reflejaba más que vagancia y maldad.

Que alguien se ampare de mí, pensó Stiles al tiempo en que entraban a la tienda.

– Dos preguntas – habló el castaño, quedándose parado junto a las puertas del lugar –. ¿Cuál es tu plan? ¿Qué me va a suceder a mí?

– Cambiaremos nuestra ropa – respondió Derek, echándole un vistazo a la vestimenta de Stiles –. Bueno, tú definitivamente cambiarás de ropa, y de peinado, y de todo.

– ¿Y por qué yo? – gruñó él.

– Porque te estarán buscando a ti, sobretodo – dijo obvio, echándose a caminar dentro de la tienda, hacia el área de prendas femeninas.

– Derek...¿Por qué vas allí? – alegó Stiles, siguiendo al otro torpemente.

– Para elegir tu ropa, idiota – susurró el azabache, mirando los montones de ropa colorida que había acomodadas de todas las formas posibles.

– ¿Mi ropa? – vociferó Stiles, bastante alarmado –. ¡Pero estamos en el área de mujeres! ¿Acaso no te es suficiente con verme desnudo para saber que no tengo una vagina? ¿O quieres afirmarlo? Porque puedo desnudarme ahora mismo, sólo para salvar la poca masculinidad que me queda.

– Para lo único que vas a desnudarte es para probarte tu nueva ropa – alegó Derek, tomando al azar un vestido negro que había por allí –. ¡Y sí, es ropa de mujer! ¿Sabes por qué? Porque la última vez que quisimos cambiar nuestro aspecto, no sirvió de nada, ¡El peinado no te hace otra persona!

– ¡¿Y tener un vestido sí lo hace?! – indagó el castaño, mirando la prenda con asco.

– ¡Sí, sí lo hace! – Derek puso el vestido sobre el pecho de Stiles para que éste la sostuviera de mala gana –. ¡Ahora ve, y póntelo!

Stiles miró el vestido, analizando cada detalle que tenía sin dejar ese gesto de repulsión reflejado en su rostro. El vestido no era feo, no, sobretodo porque era negro y tenía el corte largo, quizá le llegaría hasta las rodillas, ¡Pero por dios, ningún hombre querría usar un vestido!

– ¡No puedo hacerlo! – renegó Stiles, recibiendo una mirada de enojo por parte de Derek, quien rápidamente tomó al castaño de la mano y lo encaminó hacia los vestidores –. ¡Derek, no me obligues!

– ¡Stiles, por favor, es sólo un vestido! – señaló el azabache –. Míralo, es lindo, y puedo darte mi chaqueta para que lo combines – trató de animarlo con su comentario.

– ¡Entonces si tanto te gusta, úsalo tú, pedazo de tonto! – refunfuñó Stiles, caminando hacia el vestidor de todas formas –. ¡Idiota!

– ¡Tan siquiera no seré un tarado con vestido! – se defendió Derek justo cuando Stiles cerraba la puerta del vestidor.

Todas las mujeres que se hallaban presentes en la tienda, miraron en dirección a Derek, que lentamente se alejaba del vestidor, entrando en cuenta en dónde se hallaba. Carraspeó algo incómodo, cruzando los brazos y sonriéndole nerviosamente a cada mujer que pasaba junto a él.

Ay, ¿Por qué Stiles tiene que tardar tanto?, pensaba una y otra vez, suspirando.

El castaño estaba tardando porque, sinceramente, no sabía cómo carajos se ponía el vestido. Trataba de ponérselo como si fuese una camiseta, pero las costuras eran tan estrechas que parecían a punto de romperse, entonces Stiles negaba la idea e intentaba ponérselo por debajo, como si fuese pantalón, ¡Pero era obvio que tampoco se lo podría poner así!

T.S.O.T.S.G 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora