Parte catorce.

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– ¿Qué rayos hacían hasta acá? – preguntó Thalia en cuanto echó a andar la camioneta.

– Íbamos a casa – respondió Derek, siendo contradecido por Stiles casi de inmediato.

– Estábamos perdidos – dijo el rubio, quejándose en voz baja cuando Derek le daba un golpe en el hombro.

– Definitivamente estaban perdidos – habló Peter, dando un ligero giro en su asiento para poder mirar a los chicos –. Esta avenida nunca los llevaría a casa.

– ¿Y entonces por qué ella está conduciendo por esta avenida? – cuestionó Stiles, señalando a Thalia y achicando los ojos –. ¿No se supone que se dirige a su casa?

– En realidad no – contestó Thalia, haciendo una mueca –. Peter y yo tenemos hambre...entonces decidimos pasar a comer antes de ir a casa.

– Y nos encontraron – agregó Derek.

– Tu madre siempre tiene la suerte de encontrarte – expresó Peter en un suspiro, como si le pareciera algo extraño que eso sucediera.

– Instinto maternal – bramó Thalia, riendo bajo pero estando concentrada en conducir.

– ¿Cuál? – volvió a decir Stiles, alzando una ceja –. Disculpa, pero si tuvieras ese instinto del que hablas, no habrías abandonado a Derek.

Un silencio incómodo quedó flotando en el ambiente cuando Stiles terminó de decir aquello. Derek aclaró su garganta al igual que Peter, pero Thalia no formuló ni una sola palabra porque aunque le doliera en el orgullo, ella sabía que el adolescente tenía razón.
Y Stiles no se sintió mal por decirlo, al contrario, tuvo una sensación de satisfacción con sí mismo. Sabía pocas cosas de Thalia, pero lo que sí mantenía muy en cuenta era sobre el abandono que le dio a su familia, y eso no era de agradarle.

– Lo siento, madre – habló Derek mientras veía a Stiles –. Él...a veces es muy...

– Sincero – concluyó su tío, quien, al contrario que Derek, estaba mirando a Thalia con una sonrisa algo burlona –. Y no puedes negarlo hermana, lo que menos tienes es maternidad.

– Ya lo sé – respondió Thalia con la voz gélida, ronca y fría, como es común en los Hale cuando se molestan.

– Bueno, ella sí es tu madre, definitivamente lo es...aunque no lo demuestre mucho – corrigió Stiles, encogiéndose de hombros y evitando ver a la mujer por el retrovisor, sabiendo que si la miraba se iba a topar con un par de ojos verdes bastante intimidantes.

– ¿Y qué comeremos? – preguntó Derek, queriendo romper con la tensión del momento.

– Seguramente chimichangas porque son las preferidas de tu madre – contestó Peter, suspirando.

– ¿Chimichangas? – repitió Stiles, soltando una expresión de asombro –. Siempre he querido comer unas para poder descubrir por qué a Deadpool le gustan tanto.

– Son burritos con otro nombre, nada más – mencionó Peter, a lo que su hermana negó con la cabeza –. O bueno, quizá son un poco diferentes, aunque no sé en qué – se corrigió.

– En que le gustan a Deadpool – insistió Stiles, recibiendo miradas de desaprobación –. Carajo, yo creí que Derek era el único raro que no leía cómics pero ahora...ahora sé por qué no lo hace.

– Porque soy normal – dijo Derek con obviedad, viendo a Stiles seriamente.

– No, no lo eres – denegó el rubio, señalándose el pecho –. Querías matarme apenas me conociste, ¿Acaso eso te hace normal?

T.S.O.T.S.G 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora