Parte seis.

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Stiles y Derek lograron encontrar un motel en donde pasar la noche. Éste se hallaba frente a la carretera, con un restaurante a un lado y una gasolinera al otro.

Todo parecía estar perfectamente acomodado para los turistas que recién llegaban al condado.

Stiles suspiró en cuanto entró a la habitación, arrastrando sus pies con pereza hasta caer sobre la cama, dando un par de rebotes. Y mientras, Derek se aseguraba de que la puerta estuviese cerrada, ¿Por qué? Pues por seguridad, ¿No?

– He conocido muchas habitaciones gracias a ti – habló Stiles, dando una vuelta por el colchón para poder mirar a Derek –. ¿Pero sabes qué es lo único malo de eso? Que en ninguna habitación hemos cogido, sino en un sofá, y una sola vez.

El azabache carraspeó ante eso, desviando su mirada hacia la ventana como si tratara de planear una huída antes de que Stiles agregara más.

– El sexo no es vital – respondió Derek, atreviéndose a mirar al castaño, quien seguía acostado sobre la cama –. Bueno, un poco...– se corrigió, aclarando su garganta otra vez –. Como sea, deberíamos de dormir...nos queda un largo viaje.

– ¿Qué tan largo? – preguntó Stiles, sentándose en la cama.

– No sé, quizá un par de días más. O si vamos en carro, sólo un día, o menos – balbuceó Derek, alejándose de la ventana una vez que cerró las persianas.

– ¿En verdad está tan lejos? – expresó el otro, boqueando repentinamente. Pero no boqueaba por el asombro de su frase, sino porque Derek comenzaba a quitarse la camiseta frente a él, cómo si ya hubiese olvidado lo bueno que era su torso para causar erecciones.

– Sí, lo está – afirmó Derek, quedándose quieto al notar la mirada de Stiles sobre él –. ¿Cuántas veces tengo que decirte que no me veas de esa forma? – se cubrió el torso con sus brazos –. Me incomodas.

– Lo siento – suspiró Stiles, pasándose la lengua por encima de sus labios secos y tragando saliva –. ¿Qué decías antes de que ese striptease salvaje que hiciste me atacara?

– Yo...– Derek achicó los ojos –. Striptease...– repitió confundido –. ¿Qué es eso?

– Ay, olvidé que eres un santo – Stiles se puso de pie, rodando los ojos –. Discúlpame, San Derek, no quise confundirlo con mis palabras llenas de perdición – se acercó a darle un par de palmaditas en el hombro al azabache, mordiéndose el labio al sentir su piel.

– Estoy intrigado por saber qué significa, pero creo que quedaré perturbado, así que no...no quiero saber qué es – dijo Derek, caminando hacia la cama para sentarse en la orilla y agacharse a desabrochar las cintas de sus Converse negros.

Stiles rió bajo, quitándose la camiseta de cuadros que llevaba encima para después poder deshacerse de la playera. Ninguno de los dos se veía avergonzado de ver sus torsos, pues ya les era demasiado familiar entre ellos.

Sin más qué decir, Stiles apagó las luces de la habitación, quitándose torpemente los zapatos mientras caminaba hacia la cama, oyendo cuando Derek se acostaba en el colchón, suspirando algo satisfecho.

– ¿No me vas a desear las buenas noches? – preguntó el castaño, acostándose junto a Derek, queriendo estar lo más cerca posible de él.

– ¿Y te cuento un cuento? – bramó Derek, deslizando su brazo por debajo de Stiles, a lo que el castaño comprendió y se acomodó de la forma en que quedaba acostado sobre su costado izquierdo, con una pierna encima de las de Derek y su mano derecha sobre el pecho de éste.

– Te extrañé – susurró Stiles, acariciando la suave piel del otro con la punta de sus dedos –. Estaba seguro de que jamás volvería a verte...vi cómo te dispararon y...

T.S.O.T.S.G 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora