Tiempo después de esa terrible experiencia. Aunque no puedo negar el aprendizaje recibido. Comencé a trabajar en una compañía de Trasporte portuario. Prismar Corporación. Me encargaba del departamento de relaciones públicas. La paga era buena. Algunas veces el ambiente se volvía pesado. Pero igual mi objeto era trabajar y sobrevivir.
Mi jefe era un hombre excéntrico. Muy exigente y desesperantemente perfeccionista. Odioso al fin. Sumamente guapo. De movimientos calculados. A veces pensaba que sabía que su sola presencia podía causar un orgasmo a las presentes. Mr. Moore un hombre de madre inglesa y padre jamaicano. Alto, de piel oscura, ojos extrañamente marrones con leves rayitos verdes. Manos fuertes grandes que con solo verlas se me hacia la boca agua. En fin un ser de otro mundo intocable. Impensable. Se rumoraba que se había goloseado a media corporación. Yo permanecía prácticamente toda la jornada laboral encerrada en mi oficina. Rara vez tenia contacto con él. Siempre era su presuntuosa secretaria la que me daba las órdenes del jefe.
Hasta que un buen día. Todo cambio. Recuerdo estar atareada con miles de papeles por revisar, cartas que firmar y notas que enviar. De repente tocan la puerta. Como pude me libere de la torre de papeles. Casi me resbalo al ver al negro de un metro noventa y cinco de pie frente a mí.
__Salimos en cinco minutos__ dijo dando media vuelta. Salimos a donde, ni siquiera me dio oportunidad de preguntar.
Obediente me apresure arreglarme. Corrí al pequeño baño en mi oficina. Retoque mi maquillaje y salí. Trataba de disimular la emoción. El jefe me invitaba a salir. O sería una reunión. Aunque siempre el llevaba a la perra faldera de su secretaria con él. Esta vez fui la elegida. Miles de pensamientos me invadían. Hasta que lo vi salir de su oficina, sujetando un pequeño maletín. Paso frente a mi sin siquiera mirarme. Mi instinto de supervivencia me obligo a correr tras de él. La estela perfume que dejaba a su paso, era enloquecedor. Él como siempre finamente vestido con un traje gris oscuro, corbata negra de rayitas grises. Se veía guapurreo. Su apariencia era intimidante. Su altura poco común. Aunque se me perdiera por momentos entre el público que visitaba la empresa siempre sobresalía su impactante figura.
Ya frente al edificio su chofer trajo el auto. Le dijo que el manejaría y me invito a subir. No podía creer que estaba sola con el tempano de hielo Moore. Así le llamaban los envidiosos de la oficina.
__Hoy se concreta la fusión con la compañía Tagaropulos__ dijo soltando una increíble sonrisa. Y quién no. Eso representaba millones de dólares en su cuenta bancaria.
__Felicidades señor__ alcance a decir. Me temblaba la voz. Me era imposible controlar el pánico que sentía. Estar sola con él. Si algo que deseaba. Pero que jamás pensé sucedería.
El negocio se concretó, y las copas de champagne iban y venían. Los griegos estaban felices y mi jefecito bastante alegrito. Supongo que el champan había mejorado su humor.
Luego de la reunión me llevo a casa. Algo dentro de mí deseaba que él me acosara. Me sedujera. Lo que fuera. Pero deseaba pasar un rato con él. Pero nada sucedía. Parecía que la alegría se le había esfumado y el mismo arrogante y frio Robert Moore volvía a renacer. Estando a unas cuadras de mi pequeño e inhumano apartamento. Sentí un calor abrazador recorrer mi pierna. Con asombro vi como la fuerte mano del señor tempano amenazaba abruptamente con entrar en mi vagina. Entro en un callejón y detuvo su flamante auto. En la oscuridad solo podía ver el brillo de su carísimo anillo subiendo y bajando por mi pierna. En un abrir y cerrar de ojos tenía ciento ochenta libras de placer sobre mí. Sus besos eran rudos y salvajes. Era como si deseara destrozar mis labios. Sentía algo de dolor. Lo empuje hacia atrás. No sé de donde saque valor. En ese momento se detuvo. Pude ver sus enormes ojos brillar en la oscuridad. El miedo y más grande deseo invadió mi cuerpo. Deseaba volver atraerlo a mí. Pero también quería huir.
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Historias de Cama
ChickLitEscribo la realidad. Plasmó las fantasías de muchos. Los tabúes de algunas. Relato la doble vida de quiénes no se enfrentan a su verdad. Escribo sin tapujos. Para que adornar el placer o los momentos de pasión con palabras dulces. Si la lujuria es r...