Historias de Cama

Al abismo

A la mañana siguiente, un dolor fiero me hacía querer cortar la cabeza. Era la culpa, no podía creer todo lo acontecido la noche anterior. Ardería en el infierno. Ningún avemaría sería suficiente para lograr mi redención. Pero como culparme por desear desesperadamente el amor. Mi mente contradice mis deseos, mis deseos vencen a mi voluntad. La mirada de aquel hombre permanece fija en mi mente. Me ciento en una de las dos mesitas de mi pequeño comedor. Que he hecho. No paro de repetírmelo. La orgia de la noche anterior, se mantenía clavada en mis pensamientos. La imagen de aquella desconocida, las arremetidas del ballet, y la tremenda follada final de Moore amenazaban mi cordura. Que sigue ahora, me pregunte en voz alta, continuare con este juego peligroso ó huiré como perro en desfile. Me preguntaba que sentía por Robert. Sería solo lujuria ó tras todos mis actos había amor. Tras varios minutos de meditar llegue a la conclusión, lo amaba. Mi amor por el me arrastro a este punto, lo amaba con intensidad, pasión y locura. Me levante del comedor camine a mi cama. Continúe con mis razonamientos, de momento suena el móvil.

___Buenos días, preciosa___ oír la voz de Robert me hizo levantarme de un tirón.

___Buenos días, Robert___ conteste exaltada, y muy extrañada por su llamada mañanera.

___Quiero invitarte a pasear en mi Yate___ No puede ser que pretenda cumplir mi fantasía inventada justo hoy. No hoy no, la pobre gatita está cansada necesita un buen respiro.

___No puedo, iré a visitar a mis padres___ conteste rápidamente.

___Esta bien, ve donde tu familia, pero la noche es mía___ mi corazón salto dentro de mi pecho, provocándome un leve desvarío, como pude conteste afirmativamente.

__ Estaré en tu casa a eso de las siete, hasta entonces muñeca___ dijo despidiéndose.

Mi casa, mejor dicho las cuatro paredes donde vivo. Me moriré de la vergüenza. No quiero que se siente este papasote en una de mis viejas sillas y la reviente. Aparte de que todo está regado, no soy para nada hacendosa, odio los quehaceres del hogar. Pero hoy me tocara aunque no quiera, hay que causar buena impresión.

Dedique toda la tarde a limpiar, lavar, arreglar. Ojala me viera mi madre, estaría muy orgullosa. Las horas pasaron a toda velocidad, apenas tuve tiempo de bañarme, perfumarme, ponerme unos shorts y una diminuta camiseta de encajes. Me tire en el sillón, a esperar ansiosa su llegada. Faltando unos minutos para las siete, suena mi celular.

___Buenas noches gatita, no podré asistir a nuestro encuentro, surgieron asuntos inesperados___

___Espero comprendas, sueña conmigo___ dijo despidiéndose con un chirrioso beso

A lo que solo conteste un Ok, no hay problema, hasta mañana. Maldición pase toda la tarde como si fuera una empleada doméstica, para esto. ¿Qué asuntos inesperados serian esos?. Lo odio, cree que puede jugar conmigo. Ya vera quien soy yo. Tengo hambre, cada vez que me enojo, o estoy ansiosa me da por comer. Fui a la cocina, agarre leche, corn flakes y listo. Después me fui acostar, la verdad estaba muy cansada, quede dormida en segundos.

___Buenos Días, como estuvo tu fin de semana?___ pregunto el chismoso de la oficina Pablo.

___ Tranquilo, visite a mis padres___ invente rápidamente para calmar su curiosidad.

Me dirigí a mi oficina, me esperaba una larga jornada. El día anterior prácticamente me la había pasado durmiendo. No tenía ganas de nada. El plantón de Robert me tenía deprimida. Al pasar un par de horas y no verlo salir de su oficina me impulso averiguar que pasaba. Tome varios papeles que supuestamente debía entregarle y me dirigí hacia su oficina. Para mi sorpresa él no estaba. Mire rápidamente alrededor de su escritorio y me percaté de que su maletín no estaba. No había asistido al trabajo que extraño. Este hombre perfeccionista difícilmente faltaba, y cuando lo hacía era por reuniones fuera de la oficina.