por suerte (parte 1)

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 17. por suerte (parte 1) 

Escucho los pasos detrás de sí, abrió con lentitud sus ojos encontrándose con el bello paisaje que estaba frente sus ojos, el día estaba nublado, y un viento helado corría de vez en cuando, y aunque las nubes tapaban el cielo, se podía ver que la primavera estaba por llegar, los árboles, recién crecidos se mecían con el viento y el pasto salía con los primeros brotes de flores. Devon sintió el peso de su pipa en sus labios, su boca estaba impregnada con aquel mal sabor.

Estaba seguro de que la persona que iba hacia él era su amigo Aiden, pero algo le incomodo, como si oliera en el aire el sufrimiento de su amigo y se quito con rapidez la gorra que llevaba de cuadros marrones.

Su amigo dio un sonoro suspiro, mientras Devon se incorporaba del pasto, el paisaje era en verdad hermoso, el pasto era de un verde brillante, algunas flores crecían radiantes, llena de colores, pero Aiden pensó secretamente para sí que era más hermoso el cabello de su amigo, y su nariz, fina y aguileña, daba al conjunto de sus facciones un aire de viveza y de resolución. Era alto y tenía la mirada penetrante y aguda.

No era de extrañar que mucho antes de que llegara, Devon ya sabía que algo iba bastante mal, por la expresión de Aiden, ya que esta parecía melancólica e triste.

—que te sucede querido amigo?—Preguntó observándole de reojos para poder deducir lo que pasaba por su cabeza.

—nada...—susurró  sintiéndose algo extraño al desviar la mirada como un niño, la admiración que le tenía era algo que no podía evitar, pero desde hace un tiempo se sentía diferente hacia el hombre en frente de él.

Una joven venía corriendo horrorizada, tan pálida e escuálida como el vestido blanco que llevaba.

Una extraña cinta roja adornaba su huesuda muñeca, que definitivamente no paso desapercibida por el gran detective Devon Connan.

La chica se acerco a ambos y una mueca se formo en sus labios.

—buenas tardes—dijo Devon sintiendo auténtica curiosidad por la mujer, examinándola de pies a cabeza.

—lamento venir de pronto, pero de verdad lo necesito Míster Connan— dijo con una voz temblorosa.

—sí, claro, que sucede?—La chica miró espantada a su alrededor buscando algo, lo cual provocó que Devon tuviera un mal presentimiento.

Aiden la tomó de los hombros y descubrió lo helada que estaba, todo su cuerpo sudaba frió a pesar de que era verano y el clima estaba agradable.

—será mejor que entremos primero a la casa, parece que tiene frió dama—dijo amablemente, sonriendo dulce el rubio, lo cual sorprendió un poco al detective.

Connan, Aiden y aquella joven de hermosos ojos se dirigieron a la casa, Aiden con torpeza sacó la llaves de la casa en la cual se estaban quedando temporalmente, ya que, un amigo al cual había ayudado Devon le ofreció hospedaje por las vacaciones en aquella casucha alejada del pueblo, pero a Connan siempre se le caían las dichosas llaves, porque solía dejar todas las cosas en un solo bolsillos y cuando sacaba una cosa todo lo demás al interior se caía, al final se las termino pasando a Aiden.

El rubio abrió la puerta lentamente, mientras está chirriaba estridente, gracias a los años de aquella casa.

Entró dejando pasar a la mujer y a Devon, al entrar la joven se abalanzó sobre el doctor, pero como siempre Devon se adelantó quitando de las manos delgadas de la mujer aquel aparato filoso que había guardado bajo la cinta roja.

La mujer cayendo de rodillas al piso comenzó a llorar desesperada, colocando sus dos manos sobre su cara, ahogando un sollozo desgarrador.

—si no me equivoco—Carraspeó un poco Devon antes de seguir con su discurso,—usted debe ser Erika Hotson—La mujer levantando la mirada sorprendida por lo que acababa de mencionar el detective.

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