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[Nam]

Fueron seis meses.

No me sentía nada seguro al principio, pues después de todo, habíamos formado nuestra propia familia. Pero como Ann me repetía, era una oportunidad única que no se repetíria en mi vida.

Por eso acepté. 

Porque ella lo quería, y yo en el fondo también.

Ya conocía Japón.

Pensé que eso haría aun mas fácil el intercambio que iba a desarrollar por seis meses allí.

No contaba que la ausencia de mis dos chicas me fuese a afectar tanto. Por un mes o dos estuve bastante deprimido, no me bastaban las largas llamadas que haciamos casi a diario. Consideraba muchímas horas al día volver y dejar todo por lo que realmente me llenaba y me daba alegría.

La leve depresión fue inminente, adelgazé un par de kilos, mi semblante cambió.

Y al parecer a mis compañeros no parecía importarles, o ni siquiera se daban cuenta.

Creía todo eso hastaque la conocí.

Un metro cincueta de pura ternura y amabilidad.

Cursaba dos materías de las doce que había tomado, pero en el periodo en el que compartimos pudo sacarme adelante, hacer reír, hasta logró que comiera mariscos. Todo un logro para mí.

Despues de tres meses, tuvimos una salida.

No me di cuenta de que cada una de los momentos compartidos habían hecho que desarrollase sentimientos por ella. Pero aun sentía las letras de alguien más en mi corazón, como si su presencia estuviese grabada a fuego en mi miocardio. 

Pero eso no me detuvo. Sabía a ciencia cierta que o mío con Anna era como la llama de un simple cerillo. Tan simple y momentaneo, tan pequeño, tan efímero.

No me iba a arriesgar a una vida así. Por eso decidí, en ese pequeño parque de Osaka, dar un paso importante con Erina, la ayuda y salvación en uno de los momentos más difíciles que había pasado.

Pero todo había salido mejor de lo que había pensado.

[Anna]

Dejé que se la llevaran a pasear.

Después el volvería a casa con Ali.

¿Por qué?

Ya no me debería de sentir débil con estas cosas. Pero aquí estoy, con más de tres cervezas en mi organismo, en el piso de mi cocina mientras suena tan alto como puede If you.

¿Quién habrá hecho que aquellos chicos se sintiesen tan tristes para escribir una canción que me hacía querer llorara tanto?

Definitivamente las cosas salieron peor de lo que había pensado.

Y es que ver a la persona a la cual le tiene mayor aprecio feliz con otra es simplemente devastador. Saber que no vas a ser tú la causa de sus sonrisas, de sus buenos momentos, de los momentos de placer, saber que no vas a ser tú quién consuele sus caidas y aliente de forma especial sus victorias.

Debería de sufrir en silencio. Por la noche. Pero aquí estaba, con alcohol en mi organismo, con la cara hinchada y con las mismas ganas que existir de una ameba.

Escuché el timbre. 

No quería levantarme. 

Me daba lo mismo.

-¿Hola? La puerta estaba abierta.

Me sonaba familiar

-¿Ann..? ¡Anna!

Sentí que alguien caía enfrente de mí, más no abrí los ojos. Seguí llorando. No lo podía evitar. Me sentía fastidiada, enojada, triste, decepcionada. Todo conmigo misma.

-Anna hablame

Reconocería esa voz hasta el fin del mundo. 

-Jin...

Y es que en esos momentos son donde nuestro cerebro pasa un tercer plano y lo unico que dictamina orden  y acción es el corazón.

Me ayudo a sentarme en el sofá de la sala y me abrazó mientras no hacia nada más que llorar como niña. El tiempo en el cual me brindó apoyo entre sus brazos, fue dulce, como una pausa en la que el dolor fue calmado.

-¿Te molesta si sacó la canción? Es la quinta vez que se vuelve a reproducir.

Me separé de él y fue a apagar el reproductor.

-¿Me dirás que es lo que tienes? - Tomó asiento nuevamente junto a mí para mirarme calidamente- Solo si eso no te hace sentir incómoda.

-Es solo que- mi voz salió ronca y me avergoncé de mi misma- Fue un mal día.

-Cuenta conmigo para todo lo que necesites.

Nuestras miradas se conectaron por mas tiempo del necesario y la incomodidad volvió a mí. Me paré y fui a la cocina por un vaso de jugo que le tendí.

-Sigue en pie lo de mañana. Es su control bimestral. 

-Por supuesto. Ya tienes mi número.

-Gracias.

Se sorprendió, sus expresiones se suavizaron y una pequeña y hermosa sonrisa se dibujó en su rostro.

-Debo irme- Suspiró y observó al suelo- Sabes, ahora podrás contar para lo que sea conmigo- sonreí ante aquella amabilidad- Anna, hablaba en serio ayer con lo hacer todo lo necesario para recuperarte, y ganar el cariño de Aliha.

Camino hasta quedar enfrente mío y besó mi frente y me dejó sola en nuestra casa.

Y por más que nuestro consciente nos diga que está mal, que nos advierta del peligro con recuerdos dolorosos, la calidez que unas palabras acompañadas por una simple oración, podía hacer temblar el corazón de cualquiera.

daddy [k.n.j]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora