10. SENSACIONES
Unos largos dedos blancos se deslizaban por el camisón blanco. La frialdad de la piedra traspasaba la tela y enfriaba la piel.
¿De donde salía aquella mano y porqué recocrría la piel del muslo como si le perteneciese?
Un escalofrío repentino recorrió la piel de Alejandra y sintió miedo. Aunque este ya estaba allí desde hacía mucho tiempo, condensandose, a la espera de un estímulo para desatar todo su poder avasallador sobre ella.
El pánico ante lo conocido le comensumió las entrañas, ya conocía muy bien la ropa que estaba siendo levantado de su piel.
––No ––jadeó––, por favor...
Los vellos se le erizaron y los musculos se apretaron en una contracción involuntaria.
<<¡No! Déjame ir!>> pensó.
––Shh... te gustará.
Tenía que huir, escapar, gritar, morder, lo que fuera necesario para mantener su integridad física y mental intacta. Deseaba con todas sus fuerzas alejar esa mano impertinente que tan irrespetuosamente profanaba su piel. Una hoja fría de metal sustituyó los dedos, y por una fracción de segundo Ale deseó que siguieran ahí. Al menos eso no la mataría.
¿Dónde estaba? ¿Cómo había llegado hasta ahí?
Cerró los ojos y de inmediato los ojos comenzaron a escocer, anunciando la pronta llegada de gruesas lágrimas.
––¿Qué vas a hacerme? ¿Quién eres?
Una carcajada limpia llenó la estancia.
––¿De verdad que no te lo imaginas? ––dijo, mientras el camisón blanco dejaba al desnudo la mayoría del muslo––. ¿Ni un poco?
Un gemido lastimero brotó de los labios de la joven. Sus manos estaban sobre su cabeza sujetas con amarres. Todo estaba oscuro y por el frío suponía que estaba en una especie de caverna. Perdida y sola, sin ninguna posibilidad de escape mas que aferrarse a la fe y que Dios daría a fortaleza para escapar de esta locura en una sola pieza.
¿Cuándo se había quedado dormida? ¿Se despertaría con el dolor como las otras veces?
Si. Era lo mas seguro pero no quería ser destajada para comprobarlo. Además, las marcas rojizas de sus manos demostraban que los sueños iban mas allá de lo que parecía.
––¿Quién eres? ––sollozó––. ¿Por qué me haces esto?
No recordaba haber cometido un pecado tan grave como para merecer semejante castigo.
––Por que quiero.
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Relaciones Peligrosas PAUSADA
ParanormalAlejandra ha crecido sabiendo que será una religiosa. Nunca soñó con un esposo amoroso que la llene de caricias y besos, hijos abrazandola y una mascota corriendo en el jardín, ya que sabe de una promesa que salvó su vida y que debe cumplir. Ilusio...