Por una promesa

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STOP!

Este capítulo es corto. Lo sé. Pero ya no podía estar mas tiempo sin actulizar, lo siento. Agradezco a las chicas que me han escrito y motivado para continuar, de verdad. Traté de hacer la narración lo más clara posible para que sea facil de comprender y no se confunda. Espero haberlo logrado.

BESOS INMENSOS DESDE VENEZUELA

––¿De verdad... te gusta estár aquí?

Paula tenía sus ojos negros fijos en la pared. Por más que disfrutara de la compañía de Alejandra allí, el lugar le parecía aterrador y aburrido. Además que el aire que se respiraba dentro era mohoso y húmedo. El pueblo estaba lejos y no habían muchos jóvenes cerca.

––Es agradable.

Y el único muchacho medio bonito parecía estar encandilado por su amiga. Pero él había perdido la guerra sin haber llegado a la batalla. Y vaya que si estaba perdido.

Paula no pudo evitar hacer una mueca. ¿Agradable? Si, tal vez lo fuera para vacacionar unos días, una semana máximo. Pero vivir allí era... desesperante. Las horas pasaban implacables, lentas y a la vez rápidas, robándose los sueños y la juventud de muchos.

La verdad era que deseaba irse, se estaba marchitando. Se estaba volviendo tan vieja como los libros, se volvía parte del castillo sin darse cuenta. Se momificaba entre las paredes de ladrinos y el bello jardín.

Las gardenias y las rosas morían cada día, renaciendo entre muchas otras, y era algo hermoso de ver, pero sabía que ella no era una gardenia o una rosa, no había un segundo florecer y el reloj corría imparable.

Quería irse. Esa era la verdad y no estaba segura sobre cuanto tiempo más podría reprimir ese deseo que luchaba por abrirse camino en su interior.

––¿De verdad quieres hacer esto? ––la pregunta salió de sus labios y Paula no pudo evitarla a tiempo.

Alejandra parpadeó hasta posar sus ojos en ella.

––¿Hacer, qué?

––Quedarte aquí para siempre.

Alejandra suspiró. Hubiera querido decir Si sin pensarlo demasíado. Era lo que siempre había querido, lo que ahnelaba. A pesar de que hace mucho tiempo había soñado con estudiar medicina, todo partió con ese deseo de compartir sus conocimientos, tu tiempo con las personas que lo necesitaran. Esa extraña necesidad palpitaba en ella tan fuerte que se sentía egoísta cuando podía ayudar a alguien y no lo hacía. ¿Qué otra forma de vida la ayudaría a cumplir ese sueño, esa meta? Ningún otro.

Amaba el ambiente que se respiraba aquí, lo adoraba y le hacía simplemente feliz poder estar cerca de Dios.

Sin embargo algo no estaba bien en su interior. Algo extraño estaba formandose y no sabía que era. Y parecía tener vida propia, cambiandola, haciendola replantearse cosas que siempre estuvieron claras. Y tenía miedo. Tenía miedo a cambiar, a desear lo que no debía tener, a lo que había renunciado hacía tantos años.

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⏰ Última actualización: Feb 04, 2015 ⏰

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