Capítulo 7

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Desde la torre de telefonía podía ver toda la ciudad a la perfección. La luna ya estaba en lo alto por lo que debía ser más de medianoche. Le dije a mi madre que pasaría la noche en casa de tía Leah así que nadie me echaría de menos. Una niebla densa se extendía entre la ciudad y la luz de la luna incidía perpendicularmente dando a la ciudad un aspecto casi mágico. Hacía viento y tuve que agarrarme al metal para no caerme hacia delante.

Mi mente seguía recordando lo que había vivido aquel mismo día. Mi gran derrota, la paliza a Patrick, el misterio de Jace y la desaparición de mi tía. Y pensé que había ganado; por un momento llegué a pensar que lo había conseguido. Idiota. Eso es lo que fui. Si no hubiese subestimado a aquel ser tal vez habría podido prever que seguía viva e iría a por tía Leah. Si hubiese sido un poco más fuerte e inteligente tal vez no habría ocurrido nada.

Golpeé con el puño el metal y la estructura crujió. Suspiré frustrada, no había conseguido nada. Dejé de balancear mis pies y salté al vacío. A mitad de la caída me estabilicé y aterricé con suavidad sobre el suelo; ya me estaba empezando a acostumbrar a volar. Me coloqué mi capa, que llevaba siempre conmigo, y regresé a casa de tía Leah.

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La casa no era la misma sin mi tía. Su sola presencia llenaba la vivienda por completo. Ahora solo había silencio y un ambiente de tristeza con tan solo cruzar el umbral de la puerta. Patrick estaba tomando una taza de té, aún no sé cómo, y cuando entré por la puerta se giró a verme. Se levantó y se acercó a mí cojeando. La culpa volvió a golpearme y sonreí para que Patrick no se sintiese peor, era lo último que necesitaba, tener que preocuparse de mi estado anímico.

Me senté en el canapé que tía Leah utilizaba normalmente para leer sus leyendas y la añoranza me invadió. Recordé aquellos días en los que mi tía me leía cuentos sobre héroes y princesas. Me levanté rápidamente y sacudí la cabeza para alejar aquellos pensamientos, aunque sabía que no serviría para nada.

-Deberías irte a descansar –aconsejó Patrick tumbado desde el sofá. La mayoría de sus heridas aún seguían abiertas y me obligaba a mirarle lo menos posible.

-No –negué mientras daba vueltas por la habitación. No quería dejarle solo.

-He dicho deberías pero no era opcional, vete a dormir. –Bajé la cabeza y el gato comprendió lo que ocurría. Se tumbó en mi regazo y me dio un pequeño mordisco en la pierna.- Estoy bien, no me va a pasar nada porque subas arriba a dormir. Además, mañana has quedado con tus amigos así que mejor que estés fresca.

Me crucé de brazos y miré a Patrick con falsa seriedad.

-No he quedado con ellos.

-Ah, sí, se me olvidó decírtelo; les envié un mensaje. Estaban muy preocupados por ti, ¿sabes?

Me levanté de golpe y el gato cayó de lado al suelo. Emitió un gruñido pero lo ignoré, ¡me había cogido el móvil!

Me dispuse a gritarle y preguntarle porque lo había hecho, sin embargo se me anticipó.

-Porque necesitas descansar y olvidar –respondió con sequedad y se marchó de la habitación.

Suspiré cansada y me di cuenta entonces de lo mucho que me pesaban las piernas, no sabía ni como me estaba aguantando en pie. Llevaba casi un día sin dormir. La noche anterior estuve todo el rato con Aly y Chris y no dormimos más que una hora. Después del día que había tenido necesitaba urgentemente dormir y no me había dado cuenta hasta entonces.

Mi visión empezó a tornarse borrosa y antes de darme cuenta estaba durmiendo sobre el sofá.

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La Cazadora de Brujas [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora