4 "i kissed girl"

136 7 0
                                    

23 de enero de 2018

Soy una adolescente vaga, demasiado a decir verdad. Pero irónicamente mi forma de matar el estrés es correr. Puedo trotar durante horas (tomando descansos cada cierto tiempo ) me canso como bestia pero el ardor en el pecho, el sudor y el dolor en las piernas solo aumentan la gloria de la experiencia cuando al fin puedo descansar.

El suelo desaparece con cada trote , el mundo se borra bajo mis pies y mi corazón golpea con mucha fuerza, siento como  todo mi cuerpo está trabajando a mil. Lo gracioso en todo esto es que a pesar de los ejercicios que hago a diario mi cuerpo no es para nada escultural o delgado, es mas bien algo curvilÍneo pero no del tipo que te hace suspirar y pensar " demonios, esa chica esta realmente buena". No, es del tipo que te deja traumatizada porque las curvas no coinciden para nada unas con otras, como si cada parte de mi fuera la pieza de un rompecabezas con errores de fábrica. Caderas con dimensiones desiguales, un vientre para nada firme y un torso demasiado corto acompañado de una espalda que parece no tener fin son la jaula que llamo "cuerpo", la prisión de carne, huesos e inseguridades de la que no puedo escapar por más que corra.

Me gusta culpar a la deliciosa comida que prepara mi abuela sobre mi condición física, pero la verdad absoluta es que no siempre la genética es generosa con la parte que nos toca, por ejemplo, todas la mujeres de mi familia tienen muslos grueso, curvas o son delgadas sin importar que un elefante sea el que baje por su sistema digestivo, son de piel canela o caramelo y abundante cabellera, luego estoy yo, con piernas cortas y muslos no tan gruesos, con una silueta a millas de ser la herencia familiar y con un tono de piel mucho más claro, en ocasiones creo que es totalmente cierto el chiste de que a mi me encontraron tirada en una caja cuando era bebé y me adoptaron por pena.

En todo caso, ya estoy intentando aprender a vivir conforme con mi cuerpo y a aceptar que la perfección es algo que no existe cuando se trata de apariencias; porque si no empiezo con amor propio ¿como rayos veran los demás la belleza que hay en mis imperfecciones?, es cierto que a veces suelo despreciarme un poco, incluso sufro cuando veo que la mayoría de chicas son delgadas o con cuerpos envidiables y yo solo soy la chica bonita que destaca por ser lista, quisiera ser más...

Me recuesto de un poste de luz para tratar de recobrar el aliento, no mentire diciendo que soy capaz de correr kilómetros completos sin cansarme porque eso es algo que ni Jesús bendito podría creerme, apenas he corrido unos ochenta metros y ya siento a mis pulmones a punto de colapsar. Si, toda esa comida grasosa está haciendo cosas desastrosas con mi salud.

Siento mi vista nublada y maldigo por no poder correr con mis lentes que son mas bien mis ojos. Una mano toca mi hombro y casi quiero salir corriendo otra vez a pesar del dolor que azota a mis piernas. El pánico se hace visible cuando un grito de terror hace arder mi garganta y comienzo a soltar manotazos a quien sea que me está tocando.

- Calmate loca, solo soy yo- escucho la voz de David uno de los amigos de Kaleb con quien solía llevarme muy bien antes de alejarme de todo su círculo hace unos meses atrás.

Junto a él se encuentra Jay guardando una sonrisa de burla. Miro a todos lados y solo estamos nosotros tres.

- No puedes andar tocando así a las personas- lo recrimino clavando mis dedos en su hombro y achicando mis ojos.

- Lo dices como si te hubiera tocado de manera inapropiada o como si intentara violarte. Descuida, las chicas de mis amigos son zona prohibida para mí - ríe y con eso se gana un fuerte golpe en el hombro y unas cuantas risas de parte de Jay.

Es un idiota, de eso no hay duda.

- Yo no soy la chica de nadie- sentencio ofendida cruzandome de brazos.

Enemigos con Derechos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora