Capítulo 3

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Capítulo 3

Luego de unos minutos de ir conduciendo, los hermanos Demwicth llegaron a casa, que estaba ubicada al costado de la ciudad, a la falda de un bosque. La casa era de madera en tono gris oscuro por el desgaste de la pintura original, era resguardada por una cerca de fierros negros torcidos para crear bellas y delicadas figuras, pero peligrosas por terminar en filosas puntas.
Pasando el cerco había un camino fino de tierra, definido por piedras a sus costados y entre ellas unos pequeños faroles iluminando el camino por la noche y dejando lucir a las flores y especias que Lilith tenía sembradas desde hace bastante tiempo. Entre ellas había campanillas en tonos morado y blanco, manzanilla tradicional, fresca albahaca, olorosa menta y poleo, rosas de diferentes tonos enredándose en la madera de la casa, a mano derecha una matita de ruda y orquídeas por montón.
A Aaron le llamaba la atención el cuidado y dedicación que Lilith les daba a todas sus plantas, pero nunca le preguntó porqué las tenía.
Al estacionar el auto, Aaron vio por el espejo que Lilith estaba dormida, entonces decidió llevarla a su habitación. La tomó sutilmente entre sus brazos y cruzó con ella por el floreado camino para llegar a la lúgubre casa, que estaba un poco helada y oscura por la hora a la que llegaron. Subió las escaleras para llevarla hasta su habitación, que era igual de oscura como el resto de la casa, pero tenía un ambiente peleado entre frialdad y calidez, ya que ella tenía en todos sus muebles pequeñas velas aromáticas posadas sobre calaveras talladas en mármol y candelabros con figuras similares a la del cerco que estaba afuera, pero a pesar de tener velas con aromas, su habitación tenía el olor de ella, como a dulce cítrico y libros, por su estante que tenía repleto de ellos.
La cama estaba entre el armario al costado izquierdo y la gran ventana al lado derecho, que daba hacia el este. A los pies de la cama estaba el estante de libros con las velas y calaveras.
Desde su ventana colgaban algunas plantas secas y desde el borde, crecía una enredadera de coloridas flores y sobre su cama, en el techo, había un ventanal que le hizo su hermano para que contemplara la luna y estrellas antes de dormir, o para que subiera al techo a meditar y dibujar o cantar.
Aaron llegó a la apagada habitación y recostó despacio a Lilith sobre su cama, pero ella en cuanto sintió el frío de la cama, suavemente abrió sus ojos y vio a su hermano sentado a los pies de la cama mirando un punto fijo, como si analizara algo. Sus cejas estaban arqueadas, sus ojos semi cerrados y sus labios fruncidos. Su expresión era de preocupación y ansiedad.
-Sólo me queda esperar y analizar las cosas- dijo Aaron dando un profundo suspiro.
-¿Analizar qué?- le dijo Lilith mientras se sentaba en la cama.

Aaron se puso nervioso y la miró a los ojos, pero luego desvió la mirada buscando algún punto o cosa que le inspirara para darle una buena y creíble respuesta.
-Analizar... Analizar... Analizar qué haces despierta- responde al fin, pero en tono de duda y desconfianza.
Lilith lo mira seria, porque sabía que esa respuesta no era cierta por su difuso tono de voz y mirada perdida.
-A mí no me engañas, sé que me estas escondiendo algo, tus ojos me lo dicen- le contestó Lilith en tono serio. Aaron cierra sus ojos y vuelve a suspirar profundamente.
-Nada más sigo pensando en lo que pasó, sabes que te cuido demasiado y no quiero que te pase nada...- le dijo con un tono de angustia y luego baja su mirada hacia sus manos que tenía posadas sobre su regazo.
Lilith sabía que no se trataba de eso, pero le dio la razón para seguirle el juego, se acercó y le dijo mientras le tomaba el hombro: -No te preocupes por eso, ya estoy bien... Soy yo- le acaricia el rostro, luego acaricia su cabello y le hala un mechón de forma suave y juguetona.
-Auch...jajaja, ya sé que eres tú, tontita- le dice sonriendo y añade que debía dormirse con un tono más serio para que le obedeciera.
Lilith estaba consciente de que su hermano le estaba ocultando algo, pero aún así lo disimuló y continuó hablando de forma normal con su hermano. -Bueno, te haré caso, hermanito bonito- se sienta al lado de su hermano, se mete por debajo de su brazo y lo abraza tiernamente. Aaron se enternece con esta acción y le acaricia el cabello.
-Ya duerme, ¿o quieres que te lea un cuento, pequeñita?- dijo Aaron tratando de ocultar lo que realmente pasaba. Lilith acepta el cariño que él le estaba dando, pero dudosa de dormir le niega con la cabeza.
-No quiero dormir, tengo miedo...- ella se tapa la cara con un poco de vergüenza, porque Aaron la miraba dudoso preguntando de qué temía. Lilith aún con su cara tapada, en voz baja la contesta que temía de quedar sola. -No te quedarás sola, yo estoy aquí y siempre voy a estar contigo, hermanita...- Aaron la abraza fuerte para hacerla sentir protegida y Lilith se refugia en el pecho de su hermano y cierra sus ojos. -Te protejo, me proteges- le dice en voz baja sin soltarlo. -Siempre te voy a proteger...- Aaron continúa haciéndole cariño, hasta que Lilith se duerme en sus brazos. Él la recuesta suavemente sobre su cama y le da un beso sobre la frente. Ella se acurruca y abraza su manta. Aaron sale del cuarto y cierra despacio la puerta para no despertar a Lilith.
Cuando iba por el pasillo, suena su teléfono y enseguida contesta. Quien hablaba era un hombre que sonaba un poco alterado y Aaron sólo le dice que iba para allá.
Aaron se dirigió a su habitación, que era de tonos gris oscuro, decorado pon posters de sus bandas favoritas y otros con simbologías de protección contra demonios que él mismo hizo, también tenía candelabros empolvados y velas negras con forma de calaveras. Su ventana daba hacia el lado oeste y su cama estaba ubicada al costado de la ventana. A sus pies, al igual que Lilith, tenía un mueble. Era alto, de una madera fuerte y pesada en color casi negro, estaba amarrado por cadenas y asegurado con candados, cuyas llaves las llevaba siempre colgadas del cuello.
-Otra aventura nos espera, queridas- dijo en un tono travieso mientras quitaba silenciosamente las cadenas y abría el mueble, que poseía muchísimos tipos de armas de fuego y armas blancas.
Desplegando el lado izquierdo del mueble, habían muchas armas de fuego colgando de sus arneses de cuero con hebillas de hierro. Al centro del mueble había un estante con muchas municiones de plata y sal consagrada, algunas simbologías y justo en medio estaba su libro de sombras con el sello de Salomón como portada. Desplegando el lado derecho había todo tipo de cuchillos, incluso espadas y sables de plata y hierro de la Edad Media, que estaban preservadas en un perfecto estado, tan filosas que cortarían un cabello por la mitad.
-A ver, hermosas, veamos a quienes llevaré hoy... Mmmm... Llevaré la clásica escopeta recortada, también mi revólver, obviamente las dagas y cuchillos de plata, mis municiones de balas de sal y, ¡oh!, casi olvido el rifle de francotirador... Creo que con esto bastará-.
Aaron, que tenía todo sobre su cama, saca de debajo de ella un bolso de cuero oscuro, con terminaciones en forma de cobras envolviéndose y comienza a guardar algunas armas y municiones en ella, mete su libro y cierra el bolso. El resto de armamento se lo acomoda él. Esconde bajo su abrigo, tras su espalda el rifle de francotirador, en sus bolsillos unas cuantas balas de plata y en sus muñecas y tobillos llevaba la mitad de las dagas y cuchillos en caso de necesitarlas.
Cierra el mueble, acomoda las cadenas y engancha los candados, luego guarda las llaves en su cuello, arregla su abrigo largo y negro, ata los cordones de sus botas y toma su bolso para salir de su habitación y dirigirse a la de Lilith, la cual se hacía la dormida esperando a que su hermano saliera para ella empezar su ritual.
-¿Hermanita?, ¿Lilith?... Bien, está dormida-. Cierra la puerta de ambas habitaciones, baja las frías escaleras de madera y toma las llaves del auto para dirigirse a él y comenzar a conducir hacia su destino.
Lilith al escuchar el auto partir, se sentó en su cama y sacó de entre uno de los collares que llevaba puesto una pequeña llave que abría el cajón de su velador y de él saca un libro un tanto gastado, de tomo grueso con hojas de pergamino, que en su portada había una triqueta y variedad de plantas secas que ella misma puso. Era su propio libro de sombras.
-A ver... Debe estar por aquí... Vela roja no, amarilla tampoco, café tampoco, ¡ash!... ¡Aquí está!. Vela negra envuelta en ramas de ortiga verde y estramonio crecido en cementerio... Creo que es hora de salir a recolectar...-. Cierra cuidadosamente el cajón con llave y saca una cajita de madera pequeña que dejaba sobre su mueble de libros, en donde guardaría las hierbas. Toma su bolso y mete la caja adentro junto con sus libros. Saca una daga de plata y un pentáculo de plata igual con piedras pequeñas como decoración, que ocultaba bajo una tabla del suelo. Se cuelga el pentáculo en su cuello y se acomoda la daga en su cinturón, luego va a su armario y saca su abrigo negro que le llegaba a las rodillas. Al igual que su hermano, ata los cordones de sus botas y acomoda su abrigo, toma su bolso y baja las escaleras.
-No sabes todo de mí, hermanito- dijo mientras se ponía el capuchón y se dirigía en su escoba al cementerio mientras practicaba unos hechizos.
-No sabes todo de mí, hermanita- dijo Aaron mientras instalaba las armas y trampas, y a la vez buscaba un escondite entre las plantas del cementerio.

Los Demonios También Pueden EnamorarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora