3. El encuentro y una sorpresa poco deseada

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Me encontré una vez más con esos ojos aun más azules que el cielo, solo que esta vez estaban demasiado cerca. -A la próxima mira por donde caminas.- me dijo Arón con su increíble voz fría, ronca y masculina. Yo aun estaba en shock pero enseguida recobre el sentido y me separé de él dedicándole una mueca de asco y entrecerré los cojos,-¡No soy la única que ha chocado, así que no me eches toda la culpa idiota!- me atreví a desafiarlo. Nos quedamos mirándonos a la cara hasta que no pude mas y desvié la mirada para dirigir la hacía otra calle, no soportaba el contacto y al parecer él se dio cuenta, porque se le dibujó una sonrisa matadora en la cara. No me gustaba esa risa. -¡Lo que tu digas princesa!- dijo y me miró burlón. -¿Como me llamaste? ¡No me llames así!-, esta vez le enseñe una mueca de odio,- ¿bueno... y qué demonios haces TÚ aquí?- , me atreví a preguntarle.

El antes de que pudiera reaccionar me agarró de los hombros y me giró, acerco su boca a mi oreja, tanto que podía sentir su respiración en mi cuello y me dijo, señalando la casa enfrente de la mía: -Vivo ahí.-, me quedé boquiabierta y se me revolvió el estómago. "¿PERDONA? ¿ He oído bien?", me pregunté a mi misma. Me separe rápido de él y me di la vuelta para mirarlo y antes de que yo pudiera decir algo él dijo: -Por lo que veo no vivirás muy lejos ya que estás haciendo footing por aquí.- -Lamentablemente vivo en la casa de enfrente-, dije a punto de desmayarme. -Bien pues me tengo que ir, así que nos vemos más tarde, PRIN-CE-SI-TA.- después de esas estúpidas palabras me dejó a mí con mis reproches en la boca y me fui otra vez a casa, había perdido por completo las ganas de correr. Cuando llegué a mi habitación me di una ducha y me acosté un rato en el sofá del salón mis padres dejaron una nota en la mesta de la cocina, se habían ido con mi hermano aun parque, a no sé donde, así que tenía la casa para mí.

Me hice unas palomitas y me puse a ver la televisión, a la cual no prestaba mucha atención, ya que estaba pensando a que tenía al chico más irritable que había llegado a conocer viviendo en la casa de enfrente. Me acoré de esta tarde cuando me había dejado con la palabra en la boca, ahora eran las nueve, el día había pasado rápido, se me ocurrían muchos insultos en ese momento como por ejemplo, empecé a citarlos todos en voz alta: imbécil, estúpido, subnormal, creído, guapo, sexy..., me empezaba a quedar dormida pero me desvelé en cuanto me di cuenta de lo que había dicho. Sacudí la cabeza y me dije a mi misma: - ¡Ali, te estás volviendo loca!-, con eso último me quedé dormida.

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